Alberto Lizaralde reivindica la creatividad como un medio liberador para ordenar el caos de la realidad: “Gracias a ella puedes entrar y salir de donde tú quieras”. Y es esa avidez creativa la que le permite contar grandes historias, tanto en sus trabajos de Director Creativo en Havas Worldwide, como en sus proyectos de Fotografía Documental.
Alberto ha sido finalista en Descubrimientos PhotoEspaña 2010 y nominado en tres ocasiones en el New York Photo Festival. Ha expuesto en Le Photobook Fest (París), Ivory Press (Madrid), Photographic Centre Peri Turku (Finlandia), TAOFS (San Diego), AOP (Association of Photographers Gallery (Londres) y Kkien Atelier (Milán), entre otras prestigiosas galerías.
Su última obra Everything will be ok parte de una crisis personal y ahonda en cada arista que interviene en todo proceso de cambio, manteniendo cierta espiral de tensión entre lo real y lo ficticio, donde los ecos oníricos se vuelven explícitos ante nuestra última interpretación.
El tejido visual del fotolibro se estructura en una serie de fotografías tomadas durante cuatro años en una secuenciación temporal que, inmunizada contra la afectación, logra capturar la esencia de ese “colapso emocional”, tal y como nos cuenta su autor. Dentro de este proceso de transformación, la lectura de las imágenes adquiere una fuerza y una conciencia tan elevada como cercana, ya que Lizaralde las entrega con devastadora honestidad, a quien asiste a ellas con la familiaridad y la asunción de un lenguaje compartido, que no resulta extraño.
Everything will be ok se presentará en Madrid el próximo jueves 25 de septiembre a las 20.30h en BlankPaper, donde el autor será entrevistado por el historiador de fotografía y comisario Horacio Fernández, y explicará junto a Cristina De Middel (co-editora del libro), cómo ha sido el desarrollo de este innovador formato que ya podemos adquirir en This book is true.
Un soporte que refuerza la singularidad de su contenido, consiguiendo que cada persona imprima parte de sí misma en cada ejemplar, haciéndonos partícipes de una experiencia sensorial única, que nos invita a descubrir su mágica crónica.
Alberto, has expuesto tu trabajo fotográfico en Londres, París, Finlandia, EEUU, y tienes un extenso palmarés internacional con destacadas menciones en festivales como el de New York Photo Festival, PhotoEspaña o Fotobook Festival Dummy Award, entre otros. Dentro de este recorrido iniciado en 2008, ¿cómo fue tu llegada a la Fotografía?
Por envidia (risas). Mi hermano, al igual que mi padre, hacía fotos y en casa había siempre varias cámaras rondando. Mi hermano tenía una colección de libros de fotografía que hablaban del uso del diafragma, la obturación... Recuerdo perfectamente que eran unos libros amarillos con las letras rojas. Creo que los editaba Kodak. Mi hermano es varios años mayor que yo así que yo tenía mucha envidia de las fotos que hacía y a escondidas le robaba sus libros amarillos y los leía sin que nadie me viera. Así fue mi llegada a la fotografía. Si no fuera por mi hermano hoy no estaría haciendo fotos.
Tu trabajo como publicista, ¿tiene algo que ver con tu interés por la cualidad narrativa de las imágenes? O por el contrario, ¿la Publicidad y la Fotografía son territorios bien diferenciados en tu vida?
En mi caso están totalmente diferenciados. Cuando trabajas para una marca, salvo contadas y prácticamente inexistentes ocasiones, tu capacidad creativa está limitada por la propia capacidad creativa de tu cliente. Además, normalmente hay muchas personas formando parte de la cadena que lleva a que esa idea se haga realidad. Y muchas de esas personas están ahí para impedir que esa idea salga adelante. La mayoría de las veces es porque esas personas no quieren asumir riesgos, les da miedo que una idea pueda fracasar y que su jefe le eche la culpa y le despida. En este sentido muchas marcas se mueven por el inmovilismo. Afortunadamente no siempre es así y por eso me dedico a ello.
Yo uso la fotografía para expresarme creativamente sin ninguna limitación salvo la que yo me imponga. Por eso también este libro es una autopublicación. Esto significa que no he necesitado el soporte de ninguna editorial para hacer el libro. Después de varios intentos fallidos por buscar una editorial que publicara el libro, Cristina De Middel, una fotógrafa amiga, me dijo que este libro se tenía que publicar sí o sí. Decidimos unir nuestras fuerzas y nuestros ahorros para publicarlo y distribuirlo nosotros mismos. Este libro ha salido a la luz gracias en gran parte a ella. Y le estaré eternamente agradecido aunque nunca se lo diré a la cara.
Muchas veces me han preguntado si me gustaría trabajar de fotógrafo para agencias de publicidad. Yo me he negado. Quiero que la fotografía sea algo virgen en mi vida, no quiero pensar en la fotografía como el sustento que me da de comer. Así la protejo.
Me encanta mi trabajo en el mundo de la publicidad, pero asumir los riesgos de hacer lo que te da la gana en tus proyectos fotográficos personales cierra el círculo.
Hablando de “Everything will be ok”, comentabas que se trata de “la crónica mágica de un proceso de cambio que nace de una crisis personal, de un colapso emocional, de la caída al agujero en el que todos hemos entrado o entraremos en algún momento”. ¿Crees que la creatividad ayuda a salir de esos agujeros?
La creatividad ayuda a lo que te de la gana. Gracias a ella puedes entrar y salir de donde tú quieras. Te permite ser libre. Y la creatividad no es sólo monopolio de modernos publicitarios, diseñadores con gafas de madera o cocineros. La creatividad es innata al ser humano y la llevamos todos dentro. Ya sea para hacer un libro con el que se nos hincha el pecho o para tunear un Ford Fiesta. Deberíamos reivindicar la creatividad del día a día, la de la peluquera de barrio que corta el pelo a las señoras, la del chatarrero, la de la madre de cuatro hijos… Eso sí es creatividad.
Las imágenes desprenden una gran pureza y honestidad en una línea algo confesional. ¿Crees que el drama de la historia es el mismo acto de contarla? ¿Es liberador?
Gracias por tus palabras. Supongo que toda comunicación es una liberación. Es sacar algo de dentro para entregárselo a los demás. Y ninguna historia se sostiene sin un drama. Toda narración funciona sobre una tensión. Desde los chistes de Chiquito de la Calzada hasta el relato de tu borrachera de anoche en esa fiesta en que te colaste. Es lo que te atrapa y lo que te hace querer saber más. Imagina una historia que comienza con un hombre que se acerca a otro y le dice susurrando al oído: “Es muy bonito el patio del colegio de tu hija.” Pam, ya te tienen, malditos.
Los que han pasado por un proceso de reconstrucción, saben que hay un momento en el que la existencia se vuelve provisional, en la que todo se detiene. ¿Qué técnica has utilizado para darle forma a ese proceso? ¿Cómo se captura la rabia y la frustración en unos ojos inyectados de dolor o unas grapas postoperatorias que cosen el alma al cuerpo?
En este libro no he seguido un proceso especial de trabajo. No he pensado mucho a la hora de llevar la cámara y hacer fotos. Me he pasado cuatro años haciendo fotos sin reflexionar demasiado. Luego cuando me he enfrentado a esas fotos, editándolas, ordenándolas, seleccionándolas… es cuando reflexiono profundamente sobre qué quiero contar con ellas. Es en ese momento cuando comienza el proceso de mentir con las imágenes. Cosa que todos y cada uno de los fotógrafos del mundo hacemos.
La serie desarrolla una línea documental y poética que a veces se confunde ¿Cuánto de real se esconde tras la ficción?
El libro toma como punto de partida una situación personal real. A partir de ahí toca mentir. Todo es ficción al mismo tiempo que todo es real. Los dos mundos se entrelazan en el libro para dejar hueco al espectador, a sus interpretaciones. En este sentido el objetivo es conseguir que el espectador asista a una historia ajena pero que piense que bien le podría pertenecer.
En tu obra apenas encontramos florituras retóricas, sino que las imágenes son de una belleza brutal, desgarradora. ¿Qué códigos te sirven a la hora de contar tu historia?
Bueno, algunas imágenes son más directas pero hay muchas que para llegar al mismo camino se da un rodeo. Para disfrutar del paseo más que nada. Eso implica buscar bajo las primeras capas de la imagen. Muchas fotografías tienen una doble lectura que puede salir a la luz en un visionado más pausado y atento. No sé si a esto le podemos llamar códigos. Lo que sí es cierto es que el libro vuela hacia lo onírico y lo irreal para bajar continuamente a tierra con personajes y situaciones más concretas y explícitas. Ese juego de montaña rusa me interesa mucho y un libro de fotografía es un formato perfecto para jugar con ello ya que te permite la secuenciación temporal.
El hilo argumental se plantea en una estructura en tres actos. ¿El desenlace es positivo? ¿Podemos extraer una lectura optimista del colapso?
Claro. Todos los colapsos acaban en algo positivo. Por muy jodidos que estemos, por muy malo que sea eso que nos está ocurriendo, todo pasa y muta a mejor. Siempre. Por eso estamos aquí. En esto consiste, en que nos sucedan estas cosas, en que las suframos, nos vistamos de luto pero luego acabemos riéndonos del demonio tomando unas cervezas con unos amigos en un bar. En el fondo, qué más da.
El innovador formato que has utilizado para la cubierta del libro, tiene una tinta especial que cambia de color según la temperatura de las manos que sostienen el volumen y deja ver las huellas digitales del lector. ¿Cómo surge esta idea?
La idea de la cubierta tiene mucho que ver con lo que hemos hablando antes de conseguir un relato con el que el espectador pueda identificarse. Teniendo un libro como este en tus manos, que cambia de color según lo coges, hace que cada ejemplar se convierta en único. Ningún libro será igual, cada persona pondrá de sí mismo en él. El libro cambia dependiendo de la temperatura de tu casa, de la luz de la estantería. Mi libro no será igual que el tuyo. Lo bonito es hacer una tirada de libros iguales que luego se convierten en libros distintos. Además son tus propias manos las que hacen desaparecer el negro plomizo de la cubierta. De la misma forma que eres tú quien hace que consigas salir de un agujero cuando caes en él.
¿Cómo podemos hacernos con “Everything will be ok”? ¿Puedes adelantarnos algún nuevo proyecto?
Ahora mismo estoy desarrollando un par de proyectos. El primero de ellos hace un recorrido por las zonas quemadas de los incendios que asolan España cada año y las enfrenta a pequeñas historias de varios personajes. El segundo de los proyectos indaga en el uso que le damos hoy en día a la fotografía: como registro de experiencias, como manifestación social e incluso como piezas para una narración personal y pública de nuestras propias vidas.
Supongo que me acabaré decantando por el que sea más divertido. Porque de eso se trata esto: de pasarlo bien.
Sobre el libro, ya se puede adquirir a través de la web This book is true. Tras la presentación también se podrá comprar en algunas librerías físicas y online como Dalpine.
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