No hay estética que se resista a las manos de
Aitor Saraiba, firmes para esculpir pero frágiles para escribir. Aitor cuenta sus vivencias a través de todo lo que toca, que no es poco: cerámica, dibujo, poesía, fotografía y un largo etcétera. Calaveras y puñales se equilibran con una estética de color y arcoiris que reflejan situaciones tópicas que vienen del mundo interior de Aitor. Su arte ha sido definido como curativo en varias ocasiones, pero la pasión que pone en todo lo que hace y la intensidad con la que vive también le hace sellar sus propias heridas mientras crea. Conocemos un poco más su mundo y nos dejamos curar –también nosotros– por él.