Providence, el nuevo EP de Adrian Roman –y su primer trabajo en el sello discográfico Métrica–, comenzó a fraguarse en abril de 2020, en mitad de la pandemia mundial. “Estar encerrado tanto tiempo tuvo cosas malas, pero también otras buenas”, comenta sobre una situación insólita que derivó en uno de sus trabajos más personales, el cual vio la luz hace tan solo unas semanas logrando un fantástico recibimiento por parte del público y la crítica especializada. Pese a distanciarse del lado más comercial de la industria, el EP cuenta con la colaboración de distintos creativos (y colegas), a los que el artista originario de Castellón admira desde hace años.
De Jepe a Colossio, Locati y el imprescindible Rubén Valero. Este último, director de la intrigante y celebrada pieza audiovisual que acompaña al lanzamiento, Providence. “Lo que iba a ser un videoclip se convirtió en un cortometraje”, explica Adrian sobre la historia narrada en forma de imágenes, en la que él mismo encarna al personaje principal. Una alianza a la que también se adhirió Mihail, que podría desencadenar en un segundo capítulo próximamente. Hablamos con ambos para conocer todos los detalles de su última obra.
Adrian, acabas de desvelar tu EP Providence. Pero antes de adentrarnos en tu nuevo lanzamiento, ¿podrías presentarte brevemente a nuestros lectores? ¿Desde dónde nos respondes?
Os hablo desde Castellón, mi ciudad natal y donde he vivido la mayor parte de mi vida. Soy un chico normal que hace música electrónica y luego la pincha delante de la gente.
Nacido y criado en España, son muchas las personas que te consideran uno de los nombres más prometedores de la escena house vanguardista. ¿Has llegado a sentir presión en algún momento? ¿Qué crees que te hace diferente?
Nunca he sentido presión desde fuera, no más de la que yo mismo me pongo encima. No quiero demostrar nada a nadie, simplemente tengo una necesidad continua de expresión y es lo que hago. Que guste o no mi música es algo que se ve después y que ya no depende de mí, me centro en mi proceso creativo y en mi viaje desde que se me ocurre una idea hasta que se materializa. Tampoco creo que tenga algo especial respecto a otros. En mi escena hay muy buenos artistas e intento no verlo como una competición.
Ahora mismo estoy muy contento y tranquilo porque creo que he conseguido un sonido muy característico, un lugar donde ir a refugiarme cuando produzco sonidos. Es como un hilo conductor para todas mis creaciones. Percusiones, grabaciones que yo mismo hago en el estudio y sintetizadores que suelo utilizar. Y no solo en lo estrictamente musical, también he aprendido a prestar atención a los innumerables aspectos que hay alrededor de un proyecto en esta industria.
¿Y en qué momento se produjo tu primera aproximación a la música? ¿Siempre tuviste claro que acabarías dedicándote a este sector?
Siempre estuve rodeado de música, como todo el mundo, pero fue a los 8 años cuando la pude tocar de verdad. Me regalaron una guitarra y vi que los sonidos salían de mis propios dedos. No era un gran intérprete, pero estuve acudiendo a clases durante unos años. Allí entendí cómo se engranaba la música y me di cuenta de que lo que me gustaba era crear melodías, pero creía que eso de componer y sacar canciones era cosa de otro mundo. Más tarde descubrí los programas de producción y el proceso sucedió de forma muy natural. Ahí me di cuenta de que quería dedicarme a la música.
El lanzamiento de un EP como este –en tu caso, acompañado de colaboraciones con artistas internacionales en forma de remixes–, es indudablemente un momento muy especial en la carrera profesional de todo artista. ¿Cómo te sientes?
Estoy muy satisfecho con este disco, tanto con mis canciones como con los remixes. Jepe siempre ha sido uno de mis ídolos, prácticamente aprendí muchas cosas de las que sé sobre producción escuchando sus canciones. Colossio es un gran artista mexicano que lleva 2 años increíbles y que no se sabe hasta dónde puede llegar. Locati, aparte de ser un buen amigo, es un artista que está formándose una carrera muy fina y bonita. Para mí ha sido un honor contar con ellos. Por mi parte, me hacía mucha ilusión trabajar con Métrica, y en concreto con Miguel Payda, su director, por el afecto personal y el respeto profesional que le tengo. Que al final saliera este proyecto con ellos ha sido muy especial.
Si profundizamos en los tracks de Providence, nos topamos con una interesante selección que va desde la canción original Young Heart hasta la intro y el original mix de la canción que da título al EP. ¿Qué ha supuesto este trabajo para ti?
Son tres canciones de las que estoy muy orgulloso. Creo que tener dos pistas enfocadas al club y una intro acústica es un pack muy completo, y aunque es cierto que no son mis sonidos más bailables, me ha gustado ofrecer una propuesta diferente en esta escena que últimamente está llena de sonidos muy potentes. Quería enseñar mi lado más musical y delicado sin perder el enfoque vanguardista y percusivo.
¿Cuánto tiempo llevas trabajando en ello y qué destacarías del proceso creativo?
Providence se creó en abril de 2020, en mitad de la pandemia. Estar encerrado tanto tiempo tuvo cosas malas, pero también otras buenas. Supuso una maduración en mi forma de trabajar y encontré un discurso artístico más robusto y claro. Así nació este EP. Prácticamente tiene 2 años, aunque lo hayamos lanzado ahora, y me gusta pensar que no ha envejecido mal. No suena antiguo o casposo. Está bien saber que nuestra música no sigue modas y que no pertenece a un momento concreto de la historia.
¿Y cómo ha sido el feedback del público hasta el momento?
No tenía ninguna expectativa, yo ya estaba muy contento con el proyecto desde que se cerró el lanzamiento. No son las canciones más comerciales que he hecho, pero he recibido muchísimos mensajes de gente de la escena a la que respeto mucho dándome muy buenos feedbacks sobre el proyecto, y eso ha significado mucho. Pero ahora, de repente, nos hemos visto en el top de ventas y esto sí que no lo esperaba. Así que estoy el doble de contento y agradezco a cada persona que nos ha apoyado viendo el vídeo o comprando el disco.
Hablemos del cortometraje Providence, una pieza audiovisual que nos permite aproximarnos un poco más a tu universo creativo en apenas siete minutos de duración. ¿Qué nos puedes contar sobre este proyecto?
Artísticamente siempre he sido una persona muy inquieta. De pequeño, aparte de las clases de guitarra, también iba a clases de pintura y tengo algún que otro cuadro colgado por casa. No paro de pensar en formas nuevas de expresión y de relacionarlas con mi proyecto musical. Pero sin ningún tipo de pretensión, lo hago porque me gusta y porque lo necesito.
Hace un año empecé a ver que los videoclips se estaban utilizando más y más en mi escena, y creía que la intro de Providence sonaba bastante cinematográfica, pero no quería hacer un videoclip cualquiera. Cuando era un niño veía la MTV y me llamaban mucho la atención los vídeos en los que los cantantes actuaban, porque era muy curioso verlos fuera de su zona de confort. Normalmente estás acostumbrado a verlos en el escenario, no actuando dentro de una historia.
Me di cuenta de que nadie había protagonizado su propio videoclip en nuestro mundillo, y me lancé. Nunca tuve afán de protagonismo, simplemente quería hacer algo que no se estaba haciendo. Así que nos pusimos manos a la obra, y lo que iba a ser un videoclip se convirtió en un cortometraje. Lo usé, como dices, para canalizar en imágenes un poquito de mi proceso creativo. Obviamente no es tan oscuro y triste, pero la canción lo pedía. Así que lo exageramos todo hasta el extremo.
Rubén, tú has dirigido y escrito el cortometraje. Una pieza convertida en una experiencia audiovisual que narra la historia de Yates, un joven pintor obsesionado por mejorar al extremo su obra. ¿Te has inspirado en experiencias personales a la hora de dar forma a la obra?
En experiencias personales como tal no, pero no puedo evitar encontrar analogías de la realidad actual con la realidad del cortometraje. La historia de Providence surgió de forma orgánica durante la primera reproducción del EP. Mientras escuchaba los primeros compases de la pieza musical, enseguida aparecieron en mi cabeza palabras, colores y sensaciones; como si la propia obra me estuviera narrando la historia que debíamos contar.
Tras varias reuniones con Adrian fuimos perfilando la narrativa hasta dar con Yates, una representación muy cruda de la degradación psicológica de un pintor cuanto menos ambicioso. En un primer momento, pensaba que creamos a Yates en base a los sentimientos que me producía el EP, pero nada más lejos de la realidad. Tras acabar la obra supe que había más del protagonista en mí de lo que antes creía, me vi reflejado en él. También es cierto que, a la hora de crear un personaje, solemos dejar impreso en él parte de nosotros, de cómo percibimos el mundo… En el protagonista de Providence veo la misma intensidad que siento a la hora de crear cualquier obra. Eso sí, llevada hasta el límite.
¿Y cómo surgió este proyecto? ¿Habíais trabajado juntos anteriormente?
Adrian: Rubén y yo nos conocíamos desde antes del corto. Tiene una visión de la estética que me encanta y desde el primer momento siempre encajamos muy bien. A mí me costaba confiar mi proyecto a alguien, siempre estaba encima de todo, pero me gustaba tanto lo que creaba que pensé que teníamos que hacer algo juntos. Él quería dar el paso de las fotos al vídeo y, por supuesto, yo me iba a encargar del sonido en su primer proyecto audiovisual. Pero al final me adelanté y tuve la idea de Providence. Se la propuse y aceptó al momento. Más tarde se unió al proyecto Mihail, y gracias a tener a gente con tanto talento conseguimos este corto.
Rubén: Coincido totalmente con Adrian. Nos conocemos desde hace muchísimos años, estudiamos en la misma escuela. Hace ya un tiempo hicimos una sesión de fotos en la que al principio vi a Adrian muy tenso y, tal y como avanzaba, pude notar cómo se iba sintiendo cada vez más cómodo. A nivel profesional, me hizo reflexionar sobre la capacidad de influir positivamente en las personas con nuestro trabajo. Más tarde, y después de seguir muy conectados, fue cuando me presentó la idea del cortometraje. No pude decir que no.
Providence, rodada en cuatro escenarios –entre ellos, l’Espai d’Art Contemporani de Castelló o el Parque Natural del Ports, en Tarragona–, se construye en base a la frustración y los altibajos emocionales que un creador afronta en su proceso artístico. ¿Cómo gestionáis vosotros esa montaña rusa de sentimientos, como creativos que sois?
Adrian: Honestamente, con trabajo y más trabajo. No soy un artista muy romántico, aunque lo pueda parecer. No creo mucho en la inspiración. Obviamente tengo días malos y otros aún peores, pero es cuestión de estadística. Cuanto más tiempo paso en el estudio, más probabilidad tengo de que los buenos momentos me pillen allí. Al final lo más difícil es gestionar la obsesión y la ansiedad. Prácticamente convives con ella porque nunca creas todo lo que piensas ni consigues todo lo que quieres. Es un bucle vicioso y hay que saber frenar un poco, aunque sea difícil.
Rubén: Sinceramente, ojalá pensar como Adrian en este caso, pero yo soy de los románticos. Cuando vives la vida de forma "intensa" es muy difícil no estar montado en una montaña rusa emocional. Lo positivo de ser así es que la inspiración viene de formas muy dispares, nunca sabes con que te vas a sorprender. Para mí, el arte es la forma de canalizar todas esas experiencias que acumulamos durante años en nuestra memoria.
“Protagonizar el cortometraje oficial de Providence ha sido una de las experiencias más especiales y duras de mi vida”, comentabas tú, Adrian, agradeciendo el apoyo recibido por parte de Rubén y Mihail. ¿Cuál ha sido el principal reto y cómo lo has superado?
Para mí ha sido lo más duro que he hecho de lejos (risas). Afortunadamente hemos tenido numerosos apoyos, y en los créditos se puede ver que hay mucha gente detrás de esto para que funcione. De lo contrario sería imposible. Pero básicamente hemos sido muy pocos para hacer mucho. Yo estaba totalmente fuera de mi zona de confort, nunca he actuado y nunca me había imaginado que lo haría. He ido aprendiendo cada día, ya no solo a ‘actuar’, sino también a dirigir un proyecto como este. Es una locura estar en medio de un bosque, ver que se hace de noche, que llevas todo el día rodando y que de repente tengas que llorar para una escena. Creo que al final lo superamos por las ganas que teníamos de que el proyecto saliera adelante y porque mientras lo hacíamos, veíamos que el resultado era incluso mejor de lo esperado.
¿Y qué nos podéis adelantar acerca de vuestros próximos proyectos? ¿Veremos una segunda parte de este cortometraje próximamente?
Rubén: Hasta ahora había vivido en una dualidad entre mi trabajo vocacional y el profesional. Hace apenas unas semanas dejé mi puesto de ingeniero para por fin dedicarme con totalidad al mundo creativo.
En cuanto a mis próximos proyectos, tengo tres cortos en mente; de hecho, uno de ellos ya está en desarrollo. Lo que está claro es que ahora podré explotar todo mi potencial creativo. Referente a la segunda parte de Providence, si nuestro amigo Adrian quiere (risas), me encantaría evolucionar esta idea con mayores medios. Creo que todo lo aprendido durante este rodaje nos permitiría hacer una historia mucho más cuidada, ya que el cortometraje se hizo entre pocas personas y con una cantidad de dinero ínfima. Eso sí, en caso de retomar Providence en un futuro, indudablemente lo haría contando con los integrantes del equipo de la obra original. Mihail y Adrian han sido unos compañeros perfectos para este trabajo.
Adrian: En mi caso, este año, aparte de Providence, tengo firmados dos discos muy especiales en sellos discográficos que han sido referentes para mí y que ya están siendo apoyados por artistas a los que admiro. Creo que es un poco un año de inflexión. El pasado 2021 estrené unos cuantos temas que funcionaron muy bien, y creo que este 2022 tengo que reafirmarme. También saldrá un single y remixes a productores de los que siempre he sido fan. Como pista puedo decir que han participado en este disco. En cuanto a una segunda parte de Providence, como les dije a Rubén y Mihail: vamos a esperar a que me recupere de la primera (risas).