En nuestro tiempo, hace ya algunos años, el circuito del arte performativo se ha rendido a los pies de un artista sin igual, que ha despertado el interés no solo de los críticos de arte y del público, sino de los políticos y la Iglesia, algo inaudito en España. La obra de Abel Azcona, es reconocida internacionalmente como un revulsivo en el mundo del arte al poner en el centro de sus propuestas temáticas incómodas y transgresoras, así como una manera de proceder desde lo más abyecto del cuerpo y con una contundencia que fascina a muchos y escandaliza a una minoría. Su afrenta constante al poder y la justicia le acercan a una de esas figuras de las tragedias griegas que siguen siendo referentes para la humanidad. ¿En qué se asemeja Abel Azcona al mito del dios Dionisio? Ambos desvelan aquello que no queremos ver ni aceptar como parte sustancial de nuestra existencia.
Azcona ha expuesto sus traumas más íntimos para marcar un discurso ideológico político que va más allá del hecho artístico. A Dionisos, con un origen incierto, siendo hijo de Zeus y de una madre que bien podría ser Sémele o Perséfone, lo veneraban además de por otras cualidades, por su habilidad con la música y la comunicación entre los vivos y los muertos. Al dios se le honraba con representaciones que bien podrían ser consideradas hoy como performances por su fugacidad y la sublimación del cuerpo. Abel Azcona va camino de convertirse en un símbolo social de resistencia combativa que tiene como única herramienta de expresión su conciencia y su cuerpo. ¡Celebrémosle!