El lenguaje tiene tanto poder y determina tan bien nuestro pensamiento y nuestras actitudes que no es casualidad que los significados cambien en cada época. Según la historia, una manera efectiva de cambiarlos es asociar términos a sensaciones o recuerdos positivos, optimistas, y así lo que antes era peyorativo, llegue a ser digno. En occidente asociamos el top manta o los manteros con delincuencia y pobreza, y ni siquiera, sea culpa de quien sea, se les da una oportunidad. Pero, por qué. ¿Por qué no podrían estar asociados también con otros conceptos como la creatividad, el valor o el talento? Básicamente porque no somos capaces de ver más allá de esa masa informe, ese grupo anónimo que se aposta en las aceras tras una manta repleta de artículos, sean cuales sean. Pero, ¿qué hay de las personas? ¿Nos preocupamos acaso por conocerles, por saber su historia, lo que les ha llevado hasta ahí?