En estos tiempos en los que el formato digital amenaza con destruir la biblioteca infinita con la que alguna vez soñó Borges, esta pequeña librería de Williamsburg nos recuerda que el papel sigue estando de moda. En Spoonbill & Sugartown puedes encontrar tesoros hechos de páginas que se han vuelto doradas con los años, páginas que huelen a un tiempo perdido que siempre fue mejor o que aún conservan el polvo levantado por Kerouac y compañía en el camino. Sin embargo, las nuevas tendencias literarias y gráficas también tienen su sitio en esta librería que ha sabido cómo captar la sensibilidad bohemia de un barrio de creadores. Focalizada en las artes visuales y gráficas, también funciona como soporte de artistas locales y diseñadores independientes, representados en una amplia colección de fanzines, tarjetas y postales.
La mesa principal del local es escenario para unos libros que han sido seleccionados meticulosamente, en base a los gustos personales de sus propietarios. Olvídate de encontrar best-sellers y arrójate a la suerte. Porque aquí conviven en perfecta armonía varios libros de filosofía oscura con el manual para tareas extrañas de Yoko Ono (Grapefruit: A Book of Instructions and Drawings), el libro para colorear vaginas de Tee Corinne (The cunt coloring book) con un manual para propietarios de bicicleta (The bike’s owners handbook), un ejemplar de The Sluts firmado por el propio Dennis Cooper y libros para niños ilustrados por los diseñadores italianos Enzo Mari y Bruno Munari. Y, como si todo eso fuera poco, otro de los fuertes de Spoonbill & Sugartown son las revistas: no sólo es posible encontrar ejemplares de los años 60 y 70 – sobre todo especializadas en arquitectuta –, sino también las novedades indies más frescas, principalmente en gastronomía (aunque os sorprenda tanto como a mí, existe una revista especializa en carnes: Meat Paper), música y artes visuales.
Así que ya sabes, si alguna vez caminas por Bedford Ave, no dejes de entrar a esta librería. Acaricia el gato que duerme sobre los libros y únete a la fiesta de lectura que se improvisa cada día, en la que, a falta de sillas, los invitados se las arreglan para encontrar su propio espacio entre las estanterías. Espacios en los que pasan horas leyendo hasta que se deciden a comprar un libro, tentados por algún descuento surrealista. En mi caso, me fui de allí con una postal del Che Guevara en 3D y un ejemplar de Tokyo Taxi. ¿El plus? Un descuento especial para geminianos. Pasen y lean.
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