La sala estaba llena hasta arriba de los afortunados que pudieron hacerse con las entradas del concierto, casi un milagro teniendo en cuenta que se agotaron a los pocos días de estar a la venta. En el ambiente se palpaba la emoción por recibir al grupo neoyorquino que andan de gira por nuestro país presentando su último álbum The Other Side of Make-Believe, y no se hicieron de rogar. Al poco de dar las diez, hora en la que estaba previsto el inicio del show, las guitarras anunciaron que ya estaban sobre el escenario. Y así fue como el vocalista Paul Banks revolucionó la sala entera.
Durante dos horas, el sonido el post-punk acaparó toda la atención del público. La guitarra distorsionada de Daniel Kessler, el bajo definido de Brad Truax, la batería firme y poderosa de Sam Fogarino marcando el ritmo trasladaron al público a los inicios de Interpol. Pensado para su público de siempre, el concierto sirvió como rememoración de los temas más míticos de la banda: fue a sus orígenes con Obstacle 1, sumiendo a la sala en un sonido hipnótico y oscuro tan característico del álbum debut Turn on the bright lights; pasó a través de sus momentos más álgidos en su carrera musical con los sencillos Slow Hands o Evil, que pusieron en pie al público gracias a su ritmo rápido y desenfadado; incorporaron el teclado y ese toque electrónico con Rest My Chemistry; y, finalmente, llegaron hasta su último álbum The Other Side of Make-Believe, tocando canciones como el sencillo melódico Fables o Into the Night.
Aunque el concierto no estuvo a la altura para algunos asistentes, que esperaban un show cargado de movimientos por el escenario y muchas luces y color, los que más disfrutaron fueron los fans que les habían acompañado desde los inicios y que sabían lo que iban a encontrarse sobre el escenario: sus posturas solemnes, un sonido marcado por un ritmo rápido y constante, y sus letras crudas y melancólicas. El espectáculo, más que enseñar sus últimos trabajos o una cara renovada del grupo, sirvió como recuerdo de lo que fueron y una demostración de que esa esencia sigue ahí.
Galicia y la Sala Capitol tuvieron la suerte de ser una de las primeras paradas de la esperada gira de Interpol en España. Los años y el paso del tiempo no importan para esta banda, que sigue arrasando allí donde pone pie, y así lo demuestra el soldout en Barcelona y las pocas entradas disponibles en Madrid y Murcia. ¿Cuál es el secreto para continuar petándolo? Tal vez esté en su solemnidad y en cómo logran poner en pie al público con solo un par de acordes antes de empezar.