La obra presenta, además, reflexiones que van mucho más allá del queer baiting. Moreno abre una brecha en el espacio para crear un nuevo universo donde lo gay fuese la regla y lo raro la heterosexualidad, vamos, un lugar confortable donde poder, al menos, reírnos de los clichés y aprender a entendernos y conocernos mejor desde una perspectiva que no fuera objeto de debate constante. Todo este imaginario surgió en Ibiza, en un viaje que el artista hizo con unos amigos cuando empezó a pintar objetos de su alrededor que transformó en ‘gays’ tan solo escribiendo esa palabra sobre los dibujos.
Así, Tot es gai se compone de un total de doscientas piezas, de las que ciento noventa y nueve han sido finalmente expuestas, que representan cosas de nuestro día a día tales como un trozo de pizza, un paquete de tabaco, un bote de perfume o, sin irnos más lejos, un pastel. Fueron creadas en escasas tres semanas, totalmente adrede por encontrar una forma y empaque estéticamente coherente de toda la obra, ósea que la locura que podría parecer realizar sesenta y cinco piezas por semana para el artista ha sido todo un placer, “disfruto del vértigo y la cuenta atrás, aunque reconozco que esta vez me he pasado.”
Partiendo de espacios comunes que a veces son difíciles de explicar si no los has vivido en tu entorno o mente, la nueva obra de Pepo Moreno es una ruptura de lo preestablecido, un espacio en el que poder fantasear con la equidad social y, sobre todo, una obra que representa la esencia que existe dentro del colectivo. Expuesta gracias a Palmera Studios y Albert Madaula, con quien el artista confiesa compartir sensibilidad sobre ciertas temáticas y reivindicaciones además de admirar su trabajo, Tot es gai nos hace chocarnos de bruces con la realidad al hacernos conscientes de la estructuración de nuestra cotidianidad y normas que rigen la contemporaneidad.