Galardonada con el premio nacional de fotografía y nominada a los premios Goya, trascendió los géneros artísticos para la creación de este imaginario personal, basado en un mundo casi fantástico, surrealista y repleto de colores irreales e imposibles. Este encanto especial de sus fotografías es posible gracias al cibachrome, la técnica donde se destruye inicialmente el color de las imágenes para posteriormente proceder al positivado de los negativos.
“Tengo muy presente de Madrid el color de su cielo y su luz, la que entraba, sobre todo a las doce, a mi habitación y que formaba ese halo que permite ver el polvo flotar”, comentaba Ouka Leele en 1998 para la revista Comercio e Industria. El Greco también fue una de sus grandes inspiraciones, lo que podría explicar los colores intensos, exagerados y casi utópicos característicos de su obra. “Me interesa el arte, así que me da igual la técnica. Al ver una imagen lo que quiero es que mi alma vuele libre”, confesaba en la misma entrevista. Y eso es precisamente lo que se sienta al mirar sus fotografías, como nuestra alma vuela por universos y mundos llenos de color y fantasía.