Si durante el día Noura brilla bajo el sol estival, es del todo aconsejable también disfrutar del atardecer desde una de sus mesas, y esto es exactamente lo que hizo una servidora, copa de vino (libanés) en mano, mientras salían los primeros platos. La libanesa es una de las cocinas mediterráneas más celebradas por sus deliciosos mezzes y un uso magistral de las especias. Una buena opción es pedir diferentes opciones para compartir, así que abrimos con algunos entrantes tradicionales entre los que no podían faltar básicos como el humus, el mutabal y el tabulé, para seguir con platos como el Labneh Bottarga (queso tierno con alcachofa frita y ralladura de lima), el Queso Rikakat (hojaldre frito de queso de vaca) y Kebbe (albóndigas fritas de ternera y cordero marinados). Ya de segundos, dos platos: bacalao asado con ratatouille de verduras y salsa pil pil ligeramente especiada, y una parrillada de carne con pollo, kefta (brochetas de carne picada y especiada), y cordero marinado con limón; todo ello acompañado con salsa tarator (elaborada con tahini).
Todos estos platos y algunos más forman parte de un menú, ideal para una primera toma de contacto con el restaurante, al que tenemos que añadir los postres: helado libanés de rosa, pistacho y crema de leche, pasteles tradicionales libaneses y pudín libanés de frutos rojos aromatizado con azahar. En este caso había que escoger uno y nos decantamos por el helado, riquísimos los tres pero especialmente el de rosa. Así pues visita del todo aconsejable, tanto si te alojas en el ME, como si no lo haces pero andas por la isla, ya que el acceso al restaurante está abierto también a los no huéspedes. Ideal para tomar unas tapas junto a la piscina, o para cenar bajo un cielo de tonos rojizos con la puesta de sol.