En We think alone, Miranda le ha pedido a sus amigos que le envíen mails que anteriormente ya han salido rumbo a casillas de otras personas, como madres, novios, amigos, y agentes, mientras más mundanos, mucho mejor. En esa obscenidad tan propia de Miranda, en este caso, el de meterse como la mejor de las voyeristas en la intimidad del comportamiento personal de cada sujeto al enfrentarse a un correo electrónico, indaga en esas misivas para cambiar la forma personal de ver a esa misma gente, como creando retratos personales de sus cercanos y no tanto a través de su mensajería. Con esta obra, July trabaja la idea del autorretrato a través del silencio, la privacidad y la evolución de la autoexposición y la clásicamente cuidada discreción en toda su radicalidad a través de un trabajo personal poderoso y elegante.
Con We Think Alone, Miranda abre la puerta a la cuestión, o el hecho, de que ninguno de nosotros usa el mail como hace diez años atrás… probablemente, en otros diez ni siquiera lleguemos a utizarlo, y será buena idea, si eso llega a suceder, qué fue lo que realmente ocurrió con eso, con el fenómeno del mail, y de qué manera todos, para bien o para mal, fuimos parte. Una obra magnífica. Inscríbase, durará sólo hasta el día once del mes de noviembre, y Miranda, como siempre, jamás decepciona.