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El trabajo fotográfico de Antoni Miralda estará alojándose en las paredes de La Virreina Centre de la Imatge de Barcelona hasta el 1 de octubre gracias a la muestra Miralda i Elle, una presentación de obras, inéditas hasta hace muy poco, que muestran una faceta artística de Miralda menos conocida, pero no por eso menos influyente. En ella se recogen una serie de reportajes fotográficos disparados por el célebre artista transdisciplinar catalán en colaboración con la revista Elle entre los años 1964 y 1971, mientras su carrera comenzaba a despegar en París.

Los 60 fueron una década de transgresión e innovación. Cultural y socialmente, la capital francesa estaba en el centro de esta revolución y Miralda, de apenas 20 años, estaba envuelto de pleno. Entonces estaba trabajando en sus primeras piezas objetuales y acciones en el espacio público, y es esta visión artística tan personal la que trasladó a la fotografía de moda: se deshizo del estudio y sacó a las modelos, vestidas de alta costura, a la calle.

De esta forma, las fotografías toman prestado el proceso creativo de los happenings, obligando al equipo y a las modelos a adaptarse y reaccionar rápidamente a la espontaneidad del exterior. Miralda escoge como setting para sus sesiones zonas periféricas, industriales, inhóspitas, poco fotogénicas e irreconocibles, ajenas al glamour urbanita e incluso grandilocuente de París. La contradicción que supone ver a las modelos deambulando por estos lugares extraños dota al trabajo de un contrapunto narrativo, en el que el anonimato y vulgaridad de las localizaciones elegidas contrasta con la exclusividad de los diseños de alta costura de las grandes casas francesas.

Estos elementos opuestos juegan con los niveles de cultura dentro de la sociedad de masas y conceden al proyecto de un cierto aire camp pero, además, podemos adivinar, gracias a obras posteriores del autor, que la decisión de dejar fuera los elementos urbanos más reconocibles de la ciudad también responde a la oposición del fotógrafo a la política colonialista francesa y a las distintas guerras que en el momento se desplegaban por Europa y Estados Unidos.

Entre los reportajes expuestos destaca especialmente el que hizo junto a Twiggy, la supermodelo londinense que indudablemente encarna el espíritu de la década y del famoso Swinging London y es, aún hoy, un potente símbolo de contracultura, rebelión y cambio. Miralda coincidió con ella en el momento álgido de su popularidad, cuando ambos eran jóvenes, fabulosos y subversivos.

Texto
Carmen Alonso

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