Es fascinante saber que a partir de una anécdota de la infancia puede salir todo un universo plástico personal. Es el caso de la artista Marta Bran que, con su exposición individual "Picnic", ha querido rescatar un recuerdo y transformarlo en una instalación que comprende varias disciplinas artísticas. Pintura, escultura y animación conforman un paisaje donde habitan animales, naturaleza y comida, además de un personaje masculino que parece observar toda la escena. Toda una escenografía que nos invita a mirar al suelo, a los lados, a nuestro alrededor, en busca de otras vidas paralelas no menos significantes que la nuestra.
La exposición se puede ver en la Galería Trinta, en Santiago de Compostela, hasta el próximo 5 de septiembre. Supone una ocasión perfecta para acercarse a la obra de esta joven artista gallega que, aunque ha participado en multitud de muestras colectivas, este es su primer proyecto importante individual.
Picnic nace del recuerdo de una tarde del verano del 93 cuando, estando en el campo, a Marta se le cae un trozo de queso de su sandwich y descubre una hilera de hormigas llevándoselo, avanzando por el suelo de la cocina. Un recuerdo que ha estado guardado hasta esta ocasión, para tomar forma de instalación que comprende diferentes medios artísticos. Ella nos cuenta que le gusta experimentar en cada uno de ellos, y que entiende la creación en el campo expandido como ideal.
Es por eso por lo que en esta exposición encontramos pintura, escultura y animación. De entre ellas, Marta nos confiesa que tiene una especial relación con la pintura, ya que “el tempo de la pintura es totalmente diferente al de otras disciplinas, te ayuda a pensar y reflexionar durante muchas horas estando en soledad”. Nos podemos imaginar que de esas horas han salido los insectos que avanzan y se hacen con los alimentos, de la serie de pinturas sobre papel que presenta. Algunos de ellos, bastante exóticos, conviven con otros más domésticos dando lugar a una fauna muy particular, “he sido muy rigurosa en la selección de mi particular colección”. Una fauna única fruto de una mezcla de miedo y fascinación por el mundo animal.
Nos cuenta también que, en el futuro, le gustaría profundizar en la animación, y que en este campo le encantan las obras de la japonesa Shishi Yamazaki. Hablando de obras y artistas de referencia, los retratos de Arcimboldo, o El jardín de las delicias, de El Bosco, han sido algunos importantes. Pero quizá Edouard Manet, y su Almuerzo sobre la hierba ha sido la obra más determinante a la hora de concebir el proyecto, “de algún modo yo también despliego una merienda en forma de instalación en el espacio de la galería”. Esto denota tanto un interés por autores y obras clásicas, como la capacidad de revisarlos con una mirada muy contemporánea. Ella misma nos habla de su gusto por la ilustración y por los dibujos de artistas como Amy Cutler.
Al preguntarle sobre qué sensaciones le gustaría provocar con obras, Marta responde “sorpresa y curiosidad”. Imaginamos que eso es lo que ella siente al encontrase con esas anécdotas de lo cotidiano, aparentemente mínimas, sobre las que le gusta trabajar. Anécdotas que quiere seguir explorando, a través de la creación de atmósferas llenas de detalles, invitando a quien las vea a divertirse, y a causar una “segunda, tercera, y cuarta lectura...”
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