Dedicado a explorar las nuevas tendencias de la pintura, estas ocho obras que aparecen y se esconden entre las nuevas paredes que dibujan el escenario de la exposición forman un espacio en el que, de la mano de Pratts, el ángulo recto y el color blanco han quedado totalmente prohibidos.
Y es que su trabajo se expresa mediante la acción, y los proyectos de esta artista multidisciplinar recuerdan a esa atmósfera de rabia que se vivía a finales de los años setenta, años duros en los que se crearon nuevas formas de expresión en el arte y de las que bebe directamente la obra de Pratts, quien entiende la pintura como “la violencia (llama/delirio/bilis/purgación) del pincel que quiere caminar por la deriva y abrazar el deseo de ser de una nueva manera”. A través de los colores brillantes construye un lenguaje propio que nace de su imaginario, donde la realidad y la esperanza se mezclan para abrazar un nuevo sueño.