Pero la problemática va más allá: “El problema es que ese discurso, al que yo he llamado ‘fascismo espiritual’, cuando aparece, se establece diciendo que esto es una verdad absoluta. Aparece un discurso que explica que un pueblo ha surgido así y viene de tal sitio, viene de esta cultura, de este origen, de esta religión, de esta lengua… o sea, define una serie de factores que son el origen de esa identidad, entonces los establece como algo verdadero, no como una interpretación de la historia, que es lo que son. Se dice que esto es la verdad histórica, esto es lo que sucedió, entonces parecerá que no puedes tener crítica contra la verdad. No hay espíritu crítico porque, en principio, se supone que no puedes atacar lo verdadero”.