Niesche nos sorprende con tres obras monumentales, que oscilan entre los diez y los veinte metros de altura, diseñadas especialmente para llenar los seiscientos metros cuadrados del espacio expositivo ubicado en la Iatja de ses Salines, a pocos kilómetros del centro de la ciudad. Este antiguo almacén de sal se erige como un refugio perfecto, donde escapar del bullicio de las olas, que rompen a escasos metros de la nave, y sumergirse en una experiencia casi espiritual.