En Jarapa Jarapa se dedican a darle una segunda oportunidad a prendas que ya habían quedado olvidadas. Cazadoras, camisas y sudaderas vuelven a la vida gracias a estampados imposibles y telas cosidas a mano. Aunque lo mejor de todo es que tú no eliges tu modelo de Jarapa Jarapa, es el modelo el que te elige a ti.
La tan celebrada democratización de la moda – el acceso del público, en general, a prendas que escapan a sus bolsillos gracias a la posibilidades que ofrece internet y sobre todo, al auge de las marcas low cost – no solo ha supuesto un mayor abanico a la hora de elegir el vestuario, sino también una preocupante uniformización en la sociedad. A diario vemos decenas de personas llevando las mismas prendas, combinándolas de la misma forma e intentando, por todos los medios, que se note lo menos posible. Puede que esta afirmación resulte menos aplicable para los residentes en grandes ciudades, donde existe una oferta más variada en cuanto a tiendas especializadas, pero para el resto de población, la ropa se ha convertido en algo muy aburrido.
Para paliar este problema sin necesidad de gastar grandes fortunas, surgen alternativas como la que presenta Jarapa Jarapa. Esta marca afincada en Barcelona se dedica a resucitar prendas gracias a diseños exclusivos y telas con estampados que no pasan desapercibidos. “Jarapa Jarapa nació movida por la precariedad económica”, nos cuenta Miguel, la cabeza pensante detrás de la marca. “Unos amigos me trajeron una pieza de tela africana, típica de Guinea, como recuerdo de un viaje. Durante casi dos años estuvo guardada en un cajón, hasta que vi una camisa que me encantó en una página web, pero mi economía no me permitía comprarla. Entonces decidí hacer yo mismo el diseño utilizando aquella tela”. Aquel primer embrión tuvo éxito entre amigos y conocidos, que empezaron a pedirle prendas. “En un principio todo comenzó como algo que hacía para mí, pero la cosa fue evolucionando y la respuesta fue muy buena. El apoyo de los clientes ha sido fundamental”.
Uno de los puntos fuertes de la marca, además del tipo de telas utilizado, es el diseño. Cada Jarapa Jarapa es distinta a la anterior y no se pueden repetir modelos. Se trata de prendas únicas, customizadas a mano y de forma individual, por lo que los futuros clientes solo pueden decir qué tipo de prenda quieren – hasta el momento, camisas, cazadoras y sudaderas – y una idea orientativa del modelo, sabiendo que el resultado final será algo que nadie más tendrá. “Al principio pensé que la gente no terminaría de valorar o entender nuestro empeño en no repetir modelos, que se enfadarían cuando les dijésemos que no podíamos volver a hacer ese modelo que tanto les gustaba, pero todo lo contrario. Esta exclusividad se ha convertido en nuestra nota diferencial y en lo que la gente quiere cuando nos encarga una nueva Jarapa Jarapa”. Además, se trata siempre de prendas de segunda mano, con la dificultad añadida de conseguir el tipo de prenda, la talla y el color que los clientes demandan. “Sé que son dos obstáculos importantes para el crecimiento de la empresa, pero si nos saltáramos estas normas, no sería Jarapa Jarapa”, nos comenta Miguel.
Como tantas otras pequeñas empresas, los propios clientes y las redes sociales son la base de sus estrategias de comunicación. “Empezamos funcionando a través de facebook e instagram, aunque actualmente ya tenemos disponible nuestra página web, donde puede verse un muestrario de los trabajos que hemos ido haciendo. Las prendas son únicas, con lo que los modelos que aparecen en la web ya están vendidos. Son para que los clientes se hagan una idea de lo que hacemos y poder decidir su Jarapa Jarapa en base a otras ya hechas”. En poco más de un año han confeccionado más de 100 prendas y tienen una lista de espera que no baja de 20 pedidos. “El próximo paso será cambiar el tipo de telas que utilizamos. Empezamos con telas africanas y de ahí pasamos a los estampados imposibles que tenemos ahora. Por el momento funcionan muy bien, pero hay que ir avanzando, manteniendo los patrones característicos de Jarapa Jarapa, claro”.
“Nos planteamos ampliar el negocio a nuevas prendas”, comenta Miguel. “Hemos probado a hacer shorts, ropa de niño y nos encantaría hacer mochilas, siempre vamos con mochila a todos lados, pero es muy difícil conseguirlas de segunda mano y con una estructura jarapeable. Gorras no, el mercado está saturadísimo”. Admiten que están dispuestos a hacer cualquier cosa, siempre que les interese y que sea algo que ellos mismos se pondrían. “Al final, somos responsables de nuestras propias decisiones. Cada uno puede decidir si prefiere alimentar a las grandes cadenas, con sus producciones gigantes y altamente cuestionables, o elegir una producción local, sostenible y éticamente responsable. Esa es la idea que tuvimos cuando empezamos Jarapa Jarapa y en esas queremos continuar”.
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