La reinterpretación que el equipo de Género divino ha hecho de la obra de Rubens radica en su mensaje implícito: la conclusión de que ni Padre ni Hijo ni Espíritu Santo tienen un género preciso, pues son el mismo ser. La estética barroca y religiosa se muestra aquí bajo un punto de vista crítico y actual, donde destaca el uso de los colores, la iluminación y la narrativa del original: “Queremos destacar el maravilloso trabajo de postproducción por parte de Lu de la Fuente, que a su vez encarna el papel de Jesucristo en el cuadro central; también a Dana Sevillano, que desempeña el papel de consejera y ha llevado la dirección de casting, al director de arte Víctor Guerrero, con la construcción del set, y a Gala y Alba, por conseguir ese destello divino en los retratos”.
Género divino cuenta con creadores atrevidos que van más allá de lo comercial para “dar rienda suelta a su creatividad y desarrollar conceptos y piezas que a lo mejor serían difíciles de encajar en otras editoriales”. Todos los diseñadores siguieron un proceso de selección que corrió a cargo de los estilistas Raquel Gil y Moisés López con una única premisa: que se ciñesen a la tabla cromática, blancos y rojos en conjunción con tonos más oscuros como verdes, azules o grises.
Género divino resalta la libre determinación de la identidad de género, donde es la propia persona la que tiene el derecho a ser, nombrarse y expresarse de la manera que quiera sin ser crucificada. Este trabajo supone la primera colaboración de Alba y Pelayo: “Ha sido un gran impulso para seguir creando futuros trabajos artísticos sin intenciones de encasillarnos en nada determinado”.