Ni convertirse en un símbolo de una generación, ni responder a las tendencias del momento, y ni siquiera vincularse –al menos a conciencia– con los artistas más populares de la época. La razón de ser de Dr. Martens, cuya trayectoria avala su capacidad de reinvención y adaptación (siempre preservando su sello personal), nada tuvo que ver con estas cuestiones que tanta atención parecen recibir hoy en día. Haciendo de la durabilidad y la funcionalidad su bandera, su origen está intrínsecamente ligado a la búsqueda de soluciones para combatir las dolencias físicas. Concretamente, una lesión en el tobillo sufrida por un médico alemán, el Dr. Klaus Maertens, al poco de terminar la II Guerra Mundial.
Corría el año 1945, y mientras el mundo se preparaba para comenzar a recomponerse tras la mayor calamidad de la historia reciente, Dr. Martens sembraba la semilla de un proyecto que revolucionaría la industria del calzado. Sustituyendo la plantilla tradicional dura en cuero de las botas de la época por una cámara de aire estudiada a conciencia en prototipos –y posteriormente producida a gran escala–, el invento acabó adquiriendo su personalidad inconfundible quince años después.