Conectada a la realidad de la calle desde su nacimiento hace más de sesenta años, Dr. Martens vio como sus primeras botas de trabajo adquirían una identidad propia sin pretenderlo, en un momento de efervescencia en la cultura juvenil británica. Y hasta hoy, porque la autenticidad de sus botas y zapatos sigue conquistando a generaciones que celebran su espíritu rebelde. Aprovechamos para hacer un recorrido por su intensísima historia y conocer así los secretos de su éxito, con escala en algunos de sus modelos más icónicos.
Ni convertirse en un símbolo de una generación, ni responder a las tendencias del momento, y ni siquiera vincularse –al menos a conciencia– con los artistas más populares de la época. La razón de ser de Dr. Martens, cuya trayectoria avala su capacidad de reinvención y adaptación (siempre preservando su sello personal), nada tuvo que ver con estas cuestiones que tanta atención parecen recibir hoy en día. Haciendo de la durabilidad y la funcionalidad su bandera, su origen está intrínsecamente ligado a la búsqueda de soluciones para combatir las dolencias físicas. Concretamente, una lesión en el tobillo sufrida por un médico alemán, el Dr. Klaus Maertens, al poco de terminar la II Guerra Mundial.
Corría el año 1945, y mientras el mundo se preparaba para comenzar a recomponerse tras la mayor calamidad de la historia reciente, Dr. Martens sembraba la semilla de un proyecto que revolucionaría la industria del calzado. Sustituyendo la plantilla tradicional dura en cuero de las botas de la época por una cámara de aire estudiada a conciencia en prototipos –y posteriormente producida a gran escala–, el invento acabó adquiriendo su personalidad inconfundible quince años después.
Corría el año 1945, y mientras el mundo se preparaba para comenzar a recomponerse tras la mayor calamidad de la historia reciente, Dr. Martens sembraba la semilla de un proyecto que revolucionaría la industria del calzado. Sustituyendo la plantilla tradicional dura en cuero de las botas de la época por una cámara de aire estudiada a conciencia en prototipos –y posteriormente producida a gran escala–, el invento acabó adquiriendo su personalidad inconfundible quince años después.
El 1 de abril de 1960 nacía su pieza más icónica, la bota de ocho ojales 1460. Un modelo que ha acompañado a diferentes generaciones, que le han otorgado su particular significado evitando así que muriese de éxito o se quedase anticuado en una sociedad cuyo ritmo no ha dejado de acelerarse. Y como no podía ser de otra manera, aquí aparecen fotografiadas junto a otros de los modelos más emblemáticos de la firma.
Cuesta creer que una bota alejada de lo ostentoso pensada para el confort de los trabajadores acabaría por convertirse en un lienzo en blanco sobre el que distintas culturas y tribus urbanas, movimientos artísticos y un amplísimo abanico de personas que sentían la necesidad de expresarse, plasmarían su forma de pensar y entender el mundo. El británico Pete Townshend, guitarrista y principal compositor de The Who, fue uno de los primeros rostros conocidos en acudir a Dr. Martens en busca de un símbolo con el que reivindicar su actitud rebelde, siempre conectada a la clase obrera.
Le seguirían muchas otras personalidades de la escena musical como Axl Rose, líder y compositor de Guns N’Roses. Pero lo más importante de todo es que, mientras la firma, cada vez más consolidada en el mercado, se lanzaba a producir nuevos modelos como los zapatos 1461, o reimaginaba el clásico modelo de botín a través de su bota Chelsea, infinidad de personas anónimas vieron en sus piezas un sinónimo de autoexpresión.
Cuesta creer que una bota alejada de lo ostentoso pensada para el confort de los trabajadores acabaría por convertirse en un lienzo en blanco sobre el que distintas culturas y tribus urbanas, movimientos artísticos y un amplísimo abanico de personas que sentían la necesidad de expresarse, plasmarían su forma de pensar y entender el mundo. El británico Pete Townshend, guitarrista y principal compositor de The Who, fue uno de los primeros rostros conocidos en acudir a Dr. Martens en busca de un símbolo con el que reivindicar su actitud rebelde, siempre conectada a la clase obrera.
Le seguirían muchas otras personalidades de la escena musical como Axl Rose, líder y compositor de Guns N’Roses. Pero lo más importante de todo es que, mientras la firma, cada vez más consolidada en el mercado, se lanzaba a producir nuevos modelos como los zapatos 1461, o reimaginaba el clásico modelo de botín a través de su bota Chelsea, infinidad de personas anónimas vieron en sus piezas un sinónimo de autoexpresión.
Porque si hay algo que Dr. Martens ha hecho desde sus orígenes, es mantenerse conectada con la realidad de la calle. Y a la música, disciplina que ha logrado moldear el significado de sus botas y zapatos partiendo de unos significantes siempre abiertos a la customización y la reinterpretación de cada uno. La marca trascendió las subculturas conquistando los festivales más importantes, los eventos más codiciados y hasta el mismísimo Vaticano (son muchas las voces que afirman que el Papa Juan Pablo II tenía su propio par de botas personalizadas).
Las Dr. Martens 1914 o las botas Vegan Jadon II que prescinden de todo producto animal –y que podéis también ver en la editorial que hoy desvelamos– se sumaron a una exitosa cartera de productos fruto de un perfecto balance entre funcionalidad e identidad. Ahora, después de haber celebrado su sesenta aniversario el año pasado, Dr. Martens nos sigue animando a llevar su identidad a nuestro terreno, en un ejercicio de libertad y autoexpresión. Y prometemos seguir haciéndolo.
Las Dr. Martens 1914 o las botas Vegan Jadon II que prescinden de todo producto animal –y que podéis también ver en la editorial que hoy desvelamos– se sumaron a una exitosa cartera de productos fruto de un perfecto balance entre funcionalidad e identidad. Ahora, después de haber celebrado su sesenta aniversario el año pasado, Dr. Martens nos sigue animando a llevar su identidad a nuestro terreno, en un ejercicio de libertad y autoexpresión. Y prometemos seguir haciéndolo.