Con uno de los desfiles más esperados de la pasarela, Dominnico presenta con Nenne una nueva propuesta fiel a su estilo pero con un trasfondo mucho más personal e intimista. Un homenaje a su padre y a sus raíces traducido en códigos robóticos y mecánicos en un ejercicio conceptual que consigue un resultado estético tan potente para el espectador como significativo para su creador.
Domingo Rodríguez ha recorrido un largo camino desde su debut en 2016, donde ha explorado una diversidad de conceptos y técnicas que le han servido para consolidar su imagen de marca y establecer una base fiel de seguidores y amigos que hicieron acto de presencia en el que es quizás el evento más concurrido de la edición. La colección presentada navega entre lo más humano, sencillo y puro, como lo es el amor hacia los padres, y lo futurista, tecnológico y pasional ligado al arte de Hajime Sorayama.

El puente entre estos dos extremos lo extiende usando el oficio de su padre, camionero, como fundamento para traducir lenguajes ligados al motor y a la mecánica a un terreno textil y estético, introduciendo elementos a sus prendas que, directa o indirectamente, dirigen nuestra mente a este terreno. Los más literales se pueden encontrar desde el primer look, donde el parachoques de un coche es recreado mediante impresión 3D para hacer las veces de sujetador, o en los detalles metálicos presentes en casi la totalidad de looks, donde hebillas con el logo de la marca recuerdan a los emblemas que adornan los automóviles.

Si los detalles aluden a la máquina, la construcción de las prendas hace referencia a quien la maneja, con varios de los looks representando diferentes variaciones del mono de trabajo utilizado por Nene, palabra cariñosa de su madre a su padre y que da nombre a la colección, donde el uso de tejidos metálicos y de piel recuerda tanto a la carrocería como a la cojinería de los coches, y el denim o el nylon representan directamente los materiales técnicos por excelencia. La confección artesanal y el upcycling son otros de los grandes focos del diseñador a la hora de dar vida a la colección.

La otra sección de looks mucho más fluidos, ajustados y provocadores parece ser la conclusión de la exploración de la obra del artista japonés Sorayama. Prendas que se extienden hasta las manos en forma de guantes como una segunda piel, o vestidos que con cortes estratégicos y pronunciados resaltan la sensualidad del cuerpo humano de la misma manera que el ilustrador hace con los robots de sus obras. El llamativo calzado, fruto de la colaboración con la marca Cuplé, complementa a la perfección la colección más personal del diseñador.
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