De 1956 a 1968, fue un periodo breve el que Charlotte Posenenske dedicó a la producción artística. Sin embargo, resultó suficiente para crear un lenguaje propio, dejar un legado significativo y poner en cuestión las directrices que regían el mundo del arte. La muestra, ubicada en la segunda planta del museo, configura un recorrido detallado por todos estos años.
Para evitar que los primeros pasos de la artista caigan en el olvido, la sala 1 recoge sus obras iniciales, que a pesar de ser menos conocidas, ya cuentan con algunas de las sigularidades que, años más tarde, se convertirían en características clave de sus piezas. “El uso de la repetición, la serialidad o la preocupación por el espacio se pueden poner en relación con obras posteriores”, aseguraba Hiuwai Chu en la rueda de prensa. Las primeras creaciones en papel o Rasterbilder (dibujos reticulares) cohabitan con los gestos mecánicos y repetitivos mediante los cuales extendía y rascaba la pintura en sus Spachtelarbeiten (obras con espátula). Además, se incluyen sus trabajos como figurinista y escenógrafa en los que los intereses por la definición de los espacios y las referencias arquitectónicas son notables: sketches de diseño de vestuario volumétricos y decorados con diferentes niveles.
La segunda sala se convierte en el enlace entre las primeras creaciones de la artista y el resto de obras que conforman la retrospectiva. Las piezas expuestas en este espacio ponen de manifiesto la transición en la obra de Posenenske. La artista reduce su paleta a los colores primarios y el negro, y emplea rotuladores y cinta adhesiva para crear tanto líneas precisas como formas geométricas. Asimismo, la autora revela su interés por la tridimensionalidad y la exploración espacial con la serie Plastische Bilder (imágenes esculturales), iniciada en 1965: piezas únicas ejecutadas, primeramente, en papel y, más tarde, con placas metálicas esmaltadas, que suponen el principio de la obra de Posenenke en tres dimensiones.