Entre las obras expuestas figura Light Wall, un muro de luz instalado en el exterior que da la bienvenida al maat de Lisboa. En él, mil cien bombillas parpadean a una frecuencia hipnótica. Este ritmo está pensado para generar efectos visuales y auditivos en el espectador —más concentrado en hacerse un selfie tomando esta y cualquier otra estructura artística como un photocall—, ya que presumiblemente influye en las frecuencias de las ondas cerebrales. Lisbon Dots, presentada aquí por primera vez, se localiza en la gran sala ovalada del centro del museo. Esta instalación interactiva consta de veinte proyectores de focos que siguen los movimientos de los visitantes y les animan a jugar entre ellos.
En la obra performativa Two Roaming Beds algunos visitantes tendrán la oportunidad de pasar una noche en el interior del Maat, donde podrán convivir con todo lo expuesto en la intimidad. Estas camas robóticas recorren la exhibición como un par de gemelos inquietos e insomnes. Vacías durante el día, por la noche son ocupadas por huéspedes que son transportados por el espacio de la galería mientras sueñan. Un bolígrafo rojo o azul va trazando los movimientos de las camas en el suelo.
Light Corridor, por su parte, se compone de dos paredes luminosas que se encienden y apagan a la misma frecuencia que la figura Light Wall. Tubos de vidrio de neón, aluminio y controladores de software dan vida a Decimal Clock, un reloj funcional gigante basado en la idea de contar el tiempo en unidades decimales propuesta durante la Revolución francesa. Los ciento diez anillos de neón representan el tiempo de un día completo dividido en 10 horas.