Hace apenas dos meses que la galería, estudio de música y lugar de eventos varios –de lo último, una fiesta de techno en plena tarde– Haimney abrió. La pareja argentina detrás del espacio de la calle Trafalgar, donde muchas otras galerías llevan estableciéndose desde hace meses, tiene claro que debe promover el espacio llamando al tejido creativo barcelonés más underground. Y, de momento, parece que lo consigue. La expo de Cachorro Lozano, artista vasco establecido en Madrid, es prueba del ojo que tienen.
Cachorro posee una fuerza innegable. Su trazo es muy vital, enérgico, al igual que los colores: negro, amarillo, rojo, azul, verde. Y rosa, claro, el color de las mujeres y de los maricas. Como el título indica, la exposición es una reivindicación a la homosexualidad, a lo queer. Chulazos fornidos, bubble butts envidiables, pelo por todos lados, iconos homoeróticos como San Sebastián, y frases como “Sabe a ti” al lado de un pene son solo algunos de los elementos que nos transportan a universos de una masculinidad tan idealizada como política. Las fotos de Bob Mizer o James Bidgood, las ilustraciones de Tom of Finland, o el Querelle de R. W. Fassbinder son claras influencias en una lucha que parece no acabar: la de la ‘normalización’.
Las poco más de cincuenta ilustraciones de Cachorro están en una sala pequeña dentro del espacio polivalente. Antes de llegar a ellas, uno pasa por la entrada/recepción y por una sala más grande, donde hay pintura, escultura, joyas, y ropa. Tras una vuelta de reconocimiento en la que encuentras anillos de muelas, chaquetas de segunda mano, y piezas de otros artistas, llegas a las paredes donde los dibujos se exponen en dos hileras. La sensación al entrar se asemeja al horror vacui –tantas líneas, colores y mensajes–, pero consigue enfatizar y maximizar su potencia. Podríamos definirlo como ‘pequeño pero matón’. Al igual que el propio Cachorro. Así que si todavía no la has visto, te invito a descubrir esta expo y pasar la depresión post-vacacional de la mejor manera que se me ocurre. Y ya de paso, avisarte que el jueves 6 se inaugura una expo de Borja Casterad, que compartirá espacio con las obras de Cachorro durante unos días.
Cachorro posee una fuerza innegable. Su trazo es muy vital, enérgico, al igual que los colores: negro, amarillo, rojo, azul, verde. Y rosa, claro, el color de las mujeres y de los maricas. Como el título indica, la exposición es una reivindicación a la homosexualidad, a lo queer. Chulazos fornidos, bubble butts envidiables, pelo por todos lados, iconos homoeróticos como San Sebastián, y frases como “Sabe a ti” al lado de un pene son solo algunos de los elementos que nos transportan a universos de una masculinidad tan idealizada como política. Las fotos de Bob Mizer o James Bidgood, las ilustraciones de Tom of Finland, o el Querelle de R. W. Fassbinder son claras influencias en una lucha que parece no acabar: la de la ‘normalización’.
Las poco más de cincuenta ilustraciones de Cachorro están en una sala pequeña dentro del espacio polivalente. Antes de llegar a ellas, uno pasa por la entrada/recepción y por una sala más grande, donde hay pintura, escultura, joyas, y ropa. Tras una vuelta de reconocimiento en la que encuentras anillos de muelas, chaquetas de segunda mano, y piezas de otros artistas, llegas a las paredes donde los dibujos se exponen en dos hileras. La sensación al entrar se asemeja al horror vacui –tantas líneas, colores y mensajes–, pero consigue enfatizar y maximizar su potencia. Podríamos definirlo como ‘pequeño pero matón’. Al igual que el propio Cachorro. Así que si todavía no la has visto, te invito a descubrir esta expo y pasar la depresión post-vacacional de la mejor manera que se me ocurre. Y ya de paso, avisarte que el jueves 6 se inaugura una expo de Borja Casterad, que compartirá espacio con las obras de Cachorro durante unos días.