Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) es uno de los pintores y escultores más destacados y premiados del panorama artístico español y un referente internacional del hiperrealismo. Además de otras temáticas importantes en su trayectoria, como la pintura urbana, empezó a trabajar el motivo del cuerpo humano en el año 1955. Es más tarde cuando López introduce las flores, creando una unidad armónica entre estos dos mundos tan fascinantes, frágiles y perecederos. Y puede que sea esa cualidad efímera la que nos seduce, la que nos deslumbra antes de abocarse irremediablemente a la decadencia: el cuerpo que nace, que vibra, que se marchita. También las flores y todas las cosas que amamos se desarrollan, llegan a un punto de plenitud y mueren.
La suya es una mirada poética sobre la naturaleza, el hombre, y la relación que existe entre ellos: “Son seres vivos, creados por Dios, por la naturaleza, que se reproducen, que tienen belleza, tienen seducción. Estos dos temas tienen muchísima relación, forman un conjunto pequeño, un significado”.