Las esculturas de Ai Weiwei que componen Iron Roots encarnan lo que queda de lo que una vez fueron gigantes verdes y son referentes de las consecuencias actuales de la mutación codiciosa del entorno natural. Al contemplar estas “raíces de hierro” con nombres propios, se puede llegar a comprender el valor primigenio de los bosques, los pulmones del mundo que proporcionan el oxígeno necesario para respirar.
Junto a las Iron Roots, el parque de Serralves acoge en primicia el Pequi Tree, un árbol-obra de arte también de hierro de treinta y dos metros de altura que actúa como testigo de la desaparición de la coexistencia armoniosa entre el ser humano y la naturaleza. Moldeado en Brasil, fundido en China, y ahora instalado en este espacio natural, este fragmento fálico ha pasado de la madera al metal y de lo mortal a lo eterno como una pieza de evidencia y, a la vez, como un monumento.