“Este libro es un ramo de flores”. Así nos define Amelia García su primer fotolibro, Querido, en el que rinde homenaje a la naturaleza del amor. Un proyecto íntimo y especial: la artista se enfrenta a esa caja de recuerdos de relaciones pasadas, cartas y fotografías, por ejemplo, que interviene como mejor le parece. Todo “un ejercicio introspectivo y de contemplación que hace enormes y bellos los pequeños detalles de nuestro entorno cotidiano”, en sus propias palabras, y que además ha contado con algunas colaboraciones en lo que califica una “simbiosis perfecta”. Si quieres ver más, no te pierdas su presentación este viernes 24 en Madrid.
Este viernes presentas en Madrid tu nuevo fotolibro, titulado Querido, que es además un proyecto muy personal que refleja tus amores pasados. Cuéntanos como surgió la idea de crear este proyecto.
Como proyecto final del Máster de Fotografía y Diseño del IED me propuse trabajar con archivo, un archivo común, un lugar con el que todos pudieramos sentirnos identificados. En esa época estaba sola, casi recién llegada a Madrid, y sentía la necesidad de sentirme querida. Recuperé la caja que todos hemos tenido alguna vez con los recuerdos, cartas y fotos de nuestras parejas. Quise de alguna manera transformar todo ese amor que algún día había recibido y transformarlo en un mensaje universal.
Han pasado dos años desde esa primera idea. ¿Cómo ha evolucionado el proyecto desde su planteamiento inicial hasta el fotolibro que podremos ver el viernes?
Durante estos dos años he trabajado con tres maquetas diferentes a partir de la idea inicial. Poco a poco fui simplificando la idea. No quería hablar de mis parejas ni de mi pasado, sino que a través de mi experiencia personal e interviniendo este archivo quería poder hablar del amor y lanzar un mensaje completamente nuevo.
Haces un tributo a la naturaleza del amor a través de archivos que han ido dejando tus exparejas. ¿Es una forma de catarsis? Tras la presentación al público, ¿te sentirás al fin libre de estas relaciones, o por el contrario, ya te has sentido así realizándolo?
El proceso de la elaboración del libro fue una catarsis: abrir la caja, enfrentarse al archivo, recordar viejas historias. Me di cuenta que ya no dolía, solo recordaba los buenos momentos. Cuando tachaba las cartas y pintaba a los hombres era de alguna manera como borrarlos con colores, darles otra personalidad. Me liberaba yo y los liberaba a ellos de esas fotos. Ahora son sombras, podrían ser cualquier otra persona. Las cartas ya no están pero siguen contando algo. También considero que la publicación y la presentación del libro es una forma de cerrar este ciclo, que por fin ve la luz –y ahora sí será un archivo compartido. Impersonalizando mi archivo cuento el de muchas otras personas.
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En este nuevo proyecto destapas tu intimidad y sentimientos. ¿Qué papel juegan aquí la vulnerabilidad y la fuerza interior?
Con este libro me expongo, es una manera de abrir mi corazón al mundo. Siempre he llevado a cabo proyectos en los que me pudiera implicar de manera personal. Cuando pones algo de ti en tus trabajos son más reales y esto hace que pueda llegar de verdad a otras personas. Este es mi primer fotolibro, y quería que fuera algo que saliera casi de mis entrañas. También por esto decidí hacer una tirada muy cortita de cien libros, algo íntimo y pequeño, como un tesorito.
En las fotos unes el amor o las relaciones amorosas con las flores, y además el evento se celebra en la floristería de Felipe de Orquídea Drácula, que ha colaborado en Querido. Y tú misma defines el libro como “un ramo de flores”. ¿Qué simbolismo tienen para ti, y cómo lo has usado para transmitir tu mensaje?
Las flores siempre han estado muy presentes en mi vida cotidiana. Me hacen estar en contacto con la naturaleza, con lo que de verdad importa. Dicen que si les cantas se ponen felices, son vulnerables y frágiles como nosotros. Las flores siempre han servido como moneda de cambio, un “Te quiero” o “Si podemos con esto podemos con todo”. 
En Querido, la columna vertebral son las flores. Al igual que el amor, las plantas hay que cuidarlas y regarlas para que no se marchiten. Hay un árbol que tiene cientos de años, plantas que mueren en invierno para renacer en primavera, y también flores secas. Al igual que el amor, las flores también tienen su ciclo, mueren y resurgen de manera cíclica.
Hace poco leí un libro que decía: “La fugacidad de las flores no es cosa que hayamos de lamentar: es un recordatorio siempre presente de lo que somos; su reaparición es al mismo tiempo una garantía de la inmutabilidad de las cualidades que tanto nos encantan de ellas”.
Además de con este florista, también han aportado su grano de arena otros creativos: fotógrafos, estilistas, o María Ramírez de estampación. ¿Qué ha aportado cada uno al resultado final?
Me gusta mucho la idea de conectar a gente diferente que pueda aportar su punto de vista e ideas a un mismo proyecto. Desde un florista a una diseñadora textil, creo que el proyecto se hace grande y adquiere nuevas perspectivas y matices. Se enriquece.
María Ramírez, diseñadora textil, colabora con Querido en una edición especial de cinco cajas-libro pintadas a mano. María ha sabido interpretar rápidamente el proyecto y mediante sus trazos libres ha decorado la tela que recubre las cajas, una carta tachada que esconde en su interior un mensaje que habla de amor y flores.
Felipe de Orquídea Drácula ha aportado su arte para la sesión de fotos y también nos ha dejado su bonito espacio, donde se presentará el libro. Sus plantas se salen de cualquier común. Me encanta su floristería porque la concibe como un laboratorio floral, y esto tiene mucho que ver con Querido. Él pinta las flores cortadas para alargar su belleza, es genial.
Alex Cascallana ha colaborado haciendo las fotografías. Le conozco desde hace un tiempo, siempre quise tener la oportunidad de ser retratada por él. Es un fotógrafo al que admiro mucho, su manera de trabajar es analógica y esto tiene mucho que ver conmigo.
María Rosenfeldt, de Herida de Gato, ha sido la estilista. He tenido el privilegio de poder vestirme con su nueva colección –que presentó el pasado 16 de noviembre. Las prendas que María confecciona representan a una mujer actual, a la mujer 2018.
Rocío Madrid, diseñadora, y Sara Arroyo, editora que co-dirige conmigo Paisana Books, me han ayudado con la edición y el diseño de la maqueta. Han sido piezas fundamentales de este proyecto.
“Los archivos digitales no se poseen, si lo pierdes siempre lo puedes volver a descargar, no se crea un vínculo con ello. Es bonito tener algo que es bello y que se puede guardar como si fuera una joya.”
¿Cómo surgió esa conexión con tus colaboradores y por qué les has elegido?
María Ramírez es una artista que admiro y sigo desde hace mucho tiempo. Me identifico mucho con su estilo y su manera artesanal de trabajar. Desde el comienzo de la concepción del fotolibro tuve en mente una posible colaboración con ella. Este año tuve la suerte de coincidir con ella y pude hablarle del proyecto; las dos nos encontrábamos en momentos vitales similares y conectamos a la primera. Ella ha sabido entender perfectamente mi proyecto y a aportado su visión de artista.
Todos los colaboradores con los que he contado pertenecemos a una misma generación de artistas que buscamos nuestro lugar en el mundo. Trabajar en conjunto nos ayuda a todos para posicionarnos y aportar nuestros distintos saberes.
Además de en el libro, las colaboraciones también estarán presentes en la presentación: además de la localización en sí, también habrá prints hechos por María Ramírez. ¿Qué pueden esperar los asistentes de este evento? ¿Hay alguna otra sorpresa escondida, o colaboración que nos hayamos dejado?
María Ramírez, además de colaborar con la edición especial, ha diseñado cinco prints de 70x100 cm que se exhibirán mañana. También habrá una aportación muy bonita de Felipe, que preparará unos ramitos inspirados en el fotolibro para que los asistentes puedan comprar el día del evento.
¿Cómo empezaste a trabajar como fotógrafa de forma artesanal, y encontrar en la encuadernación tu mejor soporte?
La fotografía siempre ha sido una parte fundamental de mi vida. Mi padre es fotógrafo y él me transmitió su pasión. Desde pequeña he estado en contacto con el laboratorio y los procesos artesanales; juntos formamos una Asociación de Fotografía Estenopeica, cámaras sin lentes, sin artificios. Es una técnica con la que queríamos acercar este medio a todo el mundo, no hace falta tener un gran equipo para poder tomar fotos analógicas.
Las fotos encuentran en el libro su soporte ideal, como la pintura en la pared. Con el paso de las páginas, las fotografías te cuentan una historia, alcanzan otra dimensión, están vivas. El libro se convierte en un objeto de arte, en un objeto valioso que poseer, el arte se vuelve más accesible, se democratiza. También se puede volver a él y revisitarlo, llevarlo a cualquier parte del mundo. Con la encuadernación encontré el modo de poder unir libros y fotografía, además de ser un proceso artesanal que me permite customizar mis libros de manera personal.
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Sabemos que creaste, junto con dos amigas, la editorial Paisana. ¿Qué razones te impulsaron a crear este proyecto? ¿Por qué en este momento?
Surgió como reacción a una necesidad. En el curso 2015-2016 Sara y yo nos conocimos en el máster de fotolibros de Blank Paper. Pronto nos unieron muchas afinidades en común, no solo puntos de vista y mirada estética similares, sino también muchas ganas de trabajar y aprender. En ese momento cada una estaba trabajando en proyectos personales, nos encontrábamos en un punto de comienzo, de descubrimiento. Pronto nos dimos cuenta que sería genial poder unir fuerzas, trabajar de manera conjunta y no en paralelo. Experimentar teniendo el apoyo de la otra, poner en común conocimiento. De ahí surgió Paisana, como una pequeña idea de colaboración entre dos chicas que están empezando. Alma llegó poco después por una casualidad. Enseguida todas congeniamos y comenzamos con el proyecto.
Como mujeres que desempeñan un trabajo creativo sentimos que hay un vacío en cuanto al papel de la mujer en el mundo de las artes visuales, y sobre todo en la fotografía y editorial. Estamos expuestos a un bombardeo incesante y constante de imágenes, contenido audiovisual que viene de pantallas, de aplicaciones y de todo tipo de soportes digitales. Vemos y no vemos. Es necesario detenerse, contemplar, admirar. Hacer libros creo que es la respuesta natural al momento en el que vivimos ahora. Los archivos digitales no se poseen, si lo pierdes siempre lo puedes volver a descargar, no se crea un vínculo con ello. Es bonito tener algo que es bello y que se puede guardar como si fuera una joya.
Llevas con la editorial desde 2016, prácticamente nueva. ¿Con qué objetivos nace? ¿Se han ido cumpliendo durante este primer año? ¿Cómo valoras la trayectoria hasta ahora?
Nace como un territorio de creación para artistas que desean editar, producir y distribuir su primera publicación. Paisana se construye a partir de la idea sobre la que se basa el ensayo de Virginia Woolf, Una habitación propia, en la que se expone que una mujer para poder escribir (o crear), necesita independencia económica y un espacio propio. Siguiendo esta premisa, Paisana busca crear un espacio de libertad de creación y apoyo a artistas emergentes (o ignorados) que desean publicar por primera vez. Al mismo tiempo, Paisana se constituye como distribuidora de editoriales independientes extranjeras y autores autopublicados, con la intención de dar a conocer sus trabajos en España.
En este primer año hemos asistido a la feria de Libros Mutantes en La Casa Encendida, y a la feria Missread en Berlín. Tenemos una web donde presentamos los libros que distribuimos. También tuvimos la oportunidad de presentar la editorial en el marco de la PhotoBook Week de La Fábrica.
Tras esta presentación, ¿qué proyectos tienes en mente? ¿Algo que nos puedas adelantar?
Con Paisana estamos trabajando en la edición de nuestro primer fotolibro junto con la fotógrafa canaria Silvia Navarro. También el próximo mes de diciembre, los días 15 y 16, estaremos en la Feria Fiebre Photobook, que se desarrollará en Matadero. ¡Os esperamos!
Querido, de Amelia García, se presentará este viernes 24 de noviembre de 19:30h a 21:30h en Orquídea Drácula, calle Amaniel 20, Madrid.
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