Aitor Goicoechea presenta su última colección Aitarekin afaltzen, el proyecto de fin de grado inspirado en su padre fallecido que pone fin a sus estudios en Diseño de Moda por el IED Barcelona. Tras 4 años viviendo en el barrio de Gràcia, define la capital catalana como una parada más en su ‘viaje’, donde se ha descubierto a sí mismo y ha definido sus verdaderos intereses en el mundo de la moda. “El hecho de estudiar moda te hace vivir en una burbuja que poco tiene que ver con cómo funciona realmente este mundo”, explica respecto a su paso por la universidad, aunque afirma que disfrutó mucho la libertad que le dieron para crear y gracias a la cual pudo exprimir toda su creatividad.
Aitarekin afaltzen, que significa ‘cenando con mi padre’ en euskera, es el resultado de un proceso de descubrimiento cargado de nostalgia. Presenta una fuerte inspiración vasca que también podemos apreciar en el resto de sus colecciones y que sin quererlo se ha convertido en una de las señas de identidad del joven diseñador. Le es inevitable crear y diseñar desde lo que mejor conoce, y es por lo que gran parte de sus inspiraciones están ligadas a sus raíces y sus vínculos más personales: “Me gusta que mi trabajo hable de quién soy. O mejor dicho, me gusta inspirarme en las cosas que me han hecho ser como soy”. Este último proyecto pone en valor los procesos tradicionales y manuales, como la elaboración de tejidos desde cero, el punto hecho a mano o los bordados.
De 21 años y procedente de Basauri (Vizcaya), Goicoecha se ha mudado recientemente a Madrid para compaginar sus proyectos personales con su actual trabajo como parte del equipo de ManéMané. “Me pone cachondo estar agobiado con una lista interminable de cosas por hacer”, decía respecto al éxtasis que le produce empezar con un nuevo proyecto. Depositando sus sentimientos más íntimos en cada prenda, este diseñador emergente emplea todo tipo de materiales cotidianos –desde redes de pescar hasta sombrillas de playa– para crear prendas de extravagantes estampados, texturas y formas.
De 21 años y procedente de Basauri (Vizcaya), Goicoecha se ha mudado recientemente a Madrid para compaginar sus proyectos personales con su actual trabajo como parte del equipo de ManéMané. “Me pone cachondo estar agobiado con una lista interminable de cosas por hacer”, decía respecto al éxtasis que le produce empezar con un nuevo proyecto. Depositando sus sentimientos más íntimos en cada prenda, este diseñador emergente emplea todo tipo de materiales cotidianos –desde redes de pescar hasta sombrillas de playa– para crear prendas de extravagantes estampados, texturas y formas.
Nacido en el País Vasco, en un pueblo cercano a Bilbao, te mudaste a Barcelona para estudiar Diseño de Moda. ¿Cuál fue el motivo por el que dejaste Euskadi y por qué escogiste Barcelona en lugar de Madrid, por ejemplo?
Me fui de Bilbao porque sentía que había aprendido todo lo que la ciudad me podía enseñar, y ya no tenía nada que hacer allí. Caer en Barcelona fue un poco un golpe de suerte que tuve de manera inconsciente, pero la elegí porque me atraía más el mood de esta ciudad. Al igual que me me ‘cansé’ de Bilbao, sabía que Barcelona sería una parada más en mi ‘viaje’.
Aunque, pensándolo bien, IED Barcelona fue la causa directa por la que decidí mudarme allí. Barajé diferentes opciones para estudiar moda en Barcelona, pero finalmente empaticé más con esta universidad por su enfoque creativo y a la vez exigente que tiene.
Aunque, pensándolo bien, IED Barcelona fue la causa directa por la que decidí mudarme allí. Barajé diferentes opciones para estudiar moda en Barcelona, pero finalmente empaticé más con esta universidad por su enfoque creativo y a la vez exigente que tiene.
Finalizaste tus estudios hace a penas unos meses, ¿has recibido la formación que te esperabas? ¿Cuál dirías que ha sido el mayor aprendizaje que has obtenido durante estos años a nivel personal y profesional?
Mi paso por la uni me ha ayudado mucho a conocer mis intereses. He descubierto que sé trabajar bajo presión, y sé gestionar el estrés que conlleva cada proyecto. Podría decir que incluso me pone cachondo estar agobiado con una lista interminable de cosas por hacer. Las noches sin dormir me enseñaron la ambición que nace en mí cada vez que empiezo un nuevo proyecto. Y esa ambición combinada con la implicación que requiere cada reto me genera una sensación gratificante inmensa.
También es cierto que el hecho de estudiar moda te hace vivir en una burbuja que poco tiene que ver con cómo funciona realmente este mundo. En lo académico te exigen una lista de responsabilidades que nadie acaba pidiendo en el mundo real. No obstante, algo que me encantó fue cómo a partir del planteamiento que cada uno hacíamos de nuestro proyectos, aprendíamos muchísimo sobre aquello que nos interesaba. Agradezco mucho esa libertad que nos permitió entender qué es lo que mejor funcionaba con nosotros a la hora de crear.
Una vez leí en la revista 1 Granary que una alumna de moda sentía mucho estrés cuando quedaba con sus amigas que no veía desde hacía tiempo porque no tenía anécdotas que contar. Su vida eran sus proyectos y es a lo que dedicaba todo su tiempo. Esto fue algo que se me quedó grabado por el nivel al que llegué a empatizar con su testimonio. Me gusta mucho contar lo que estoy haciendo en cada proyecto porque es algo que disfruto, pero aquello me hizo ser consciente del verdadero compromiso que requiere la moda y creo que también debemos reflexionar sobre ello.
También es cierto que el hecho de estudiar moda te hace vivir en una burbuja que poco tiene que ver con cómo funciona realmente este mundo. En lo académico te exigen una lista de responsabilidades que nadie acaba pidiendo en el mundo real. No obstante, algo que me encantó fue cómo a partir del planteamiento que cada uno hacíamos de nuestro proyectos, aprendíamos muchísimo sobre aquello que nos interesaba. Agradezco mucho esa libertad que nos permitió entender qué es lo que mejor funcionaba con nosotros a la hora de crear.
Una vez leí en la revista 1 Granary que una alumna de moda sentía mucho estrés cuando quedaba con sus amigas que no veía desde hacía tiempo porque no tenía anécdotas que contar. Su vida eran sus proyectos y es a lo que dedicaba todo su tiempo. Esto fue algo que se me quedó grabado por el nivel al que llegué a empatizar con su testimonio. Me gusta mucho contar lo que estoy haciendo en cada proyecto porque es algo que disfruto, pero aquello me hizo ser consciente del verdadero compromiso que requiere la moda y creo que también debemos reflexionar sobre ello.
Como broche final a tu etapa universitaria presentas tu colección de fin de grado Aitarekin afaltzen que significa ‘cenando con mi padre’ en euskera. ¿Cómo surgió la idea de crear esta colección inspirada en tu padre y cómo ha sido el proceso de materializarla?
Mi padre murió hace 8 años. En ese momento me di cuenta de que él era un desconocido para mí. Después de su muerte fue cuando realmente lo conocí y lo entendí. Crear esta colección ha sido un ejercicio de reconexión con el pasado en el que he podido reflexionar sobre la relación que tuve con mi padre y lo que me llevé de ella.
El hecho de verle 4 días al mes supuso que los momentos en los que nos sentábamos sobre una mesa fueran esenciales para conectar. Esos momentos comiendo siempre estaban llenos de nostalgia, ya que siempre hablábamos sobre anécdotas del pasado o acontecimientos que estaban por venir. Nunca nos excitó el presente. Es precisamente en esos momentos que podían pasar desapercibidos donde realmente se forjó nuestro vínculo. Por eso la importancia del momento de reunión sobre el mantel, y de todo lo que envuelve esta situación, desde la comida, los cubiertos, servilletas o platos; hasta los recuerdos que estos objetos acaban guardando para siempre como si tuvieran memoria propia.
El hecho de verle 4 días al mes supuso que los momentos en los que nos sentábamos sobre una mesa fueran esenciales para conectar. Esos momentos comiendo siempre estaban llenos de nostalgia, ya que siempre hablábamos sobre anécdotas del pasado o acontecimientos que estaban por venir. Nunca nos excitó el presente. Es precisamente en esos momentos que podían pasar desapercibidos donde realmente se forjó nuestro vínculo. Por eso la importancia del momento de reunión sobre el mantel, y de todo lo que envuelve esta situación, desde la comida, los cubiertos, servilletas o platos; hasta los recuerdos que estos objetos acaban guardando para siempre como si tuvieran memoria propia.
¿Qué más nos puedes contar al respecto?
Precisamente estos objetos fueron los que empleé a la hora de plantear los looks de la colección. Por ejemplo, una de las prendas que nunca olvidaré fue un chaleco bordado que costó más de 500 horas en realizar. Colocamos uno a uno cada cristal de Swarovski combinado con minerales, piedras y cristales. El bordado simulaba la textura de un queso azul, ya que este alimento fue algo que a mi padre le obsesionó desde siempre. El propio proceso de creación tradicional de este queso, dejándolo ‘solo’ durante un determinado tiempo en una cueva, fue algo que me inspiró mucho. Planteé el queso como una metáfora para explicar la transformación psicológica que vivió mi padre por permanecer tiempo solo.
La hermana de mi padre, mi tía Rosa, me ayudó a bordar el chaleco en Basauri y toda mi familia contribuyó también cosiendo bolitas. Fue un sueño poder hacer un homenaje a mi padre uniendo a toda mi familia.
La hermana de mi padre, mi tía Rosa, me ayudó a bordar el chaleco en Basauri y toda mi familia contribuyó también cosiendo bolitas. Fue un sueño poder hacer un homenaje a mi padre uniendo a toda mi familia.
Podemos observar no solo en tu última colección sino también en los proyectos que has ido realizando a lo largo de la carrera como The Basque Cod Fishery o Atorrak la clara inspiración vasca presente prácticamente en todo lo que haces. ¿Qué importancia tienen para ti tus raíces a la hora de diseñar y qué quieres transmitir al público con ello?
He aprendido que la creatividad funciona y fluye mejor en mí cuando trabajo desde lo que conozco. Considero que empatizo mejor con lo que me ha rodeado desde pequeño y me es mucho mas fácil trabajar desde ahí. Me gusta que mi trabajo hable de quién soy. O mejor dicho, me gusta inspirarme en las cosas que me han hecho ser como soy, la influencia indirecta de lo que nos rodea y cómo todo lo que nos pasa crea una personalidad, un criterio y una persona. Me encantó la manera en la que me reconcilié con mis raíces cuando empece a crear proyectos personales.
¿La seña Euskadi va a seguir presente en tus diseños para convertirse en identidad de marca o a partir de ahora tus proyectos van a continuar en otra dirección?
Esto es algo que no me había planteado, pero creo que va a ser inevitable que la seña Euskadi siga presente en todo lo que haga, aunque todo dependerá de los conceptos de los que quiera inspirarme. Suelo ser bastante fiel a la inspiración, me gusta mucho darle un sentido a las cosas, aunque luego no quede tan claro en las prendas, me sirve como camino a seguir o como punto de referencia al que volver si me pierdo en el proceso.
Además de la inspiración vasca, también apreciamos como en tus proyectos toma especial importancia la familia, cómo hemos descubierto en tu proyecto Zirkua inspirado en tu abuela, o Erditu, inspirado en la maternidad. ¿Qué otras inspiraciones se esconden detrás de tus creaciones?
Por ejemplo, otro de los proyectos que realicé fue uno de estampación digital en el que me inspiré en el bombardeo de Gernika. Esto puede ser un tema bastante triste o melancólico, pero mi actitud en ese proyecto fue encontrar una raíz a la que aferrarme. El bombardeo lo realizaron un lunes, día de mercado, en el que el pueblo se llenaba de toda la gente que vivía en los alrededores para vender sus productos de las huertas o animales. Para la investigación de colores, formas y siluetas compré frutas y verduras y las exploté yo mismo metiéndoles petardos.
Esta fue mi manera de sintetizar el concepto y de algún modo recrear la forma de vivir de esas personas, ya que los propios productos sirvieron de ‘semilla’ para volver a renacer de semejante situación. Tras analizarlo, me he dado cuenta de que esta actitud con la que enfoqué el concepto me representa y me inspira porque refleja una característica de mi personalidad, que en este caso es el optimismo.
Esta fue mi manera de sintetizar el concepto y de algún modo recrear la forma de vivir de esas personas, ya que los propios productos sirvieron de ‘semilla’ para volver a renacer de semejante situación. Tras analizarlo, me he dado cuenta de que esta actitud con la que enfoqué el concepto me representa y me inspira porque refleja una característica de mi personalidad, que en este caso es el optimismo.
Otro aspecto a destacar en tus diseños es la utilización de elementos cotidianos, desde la manta de ganchillo de tu abuela hasta las sombrillas de playa. Solo en esta colección apreciamos camisas hechas de servilletas, pantalones a partir de manteles y la utilización de cubiertos en las prendas. ¿Se basa en la idea de darle una segunda vida a objetos obsoletos, la asignatura de la universidad lo requería o simplemente te gusta emplear esta clase de elementos?
Me encanta que me hagas esta pregunta porque es verdad que la utilización de este tipo de objetos es algo que me ha ido surgiendo de forma intuitiva a la hora de trabajar, pero con el tiempo he acabado entendiendo por qué me salía.
Los objetos cotidianos son un idioma común que todos compartimos y comprendemos sus connotaciones propias. Sin embargo, a pesar del significado que todos conocemos, casi siempre van acompañados de una historia personal. La manta de mi abuela nunca será una simple manta, está llena de recuerdos. Una sombrilla evoca un montón de situaciones que has vivido y disfrutado con ella, ese día en la playa con personas que ya no están, por ejemplo. Obviamente los objetos no nos escuchan, pero, ¿y lo bonito que sería que nos recordaran todos los momentos que vivimos con ellos?
Los objetos cotidianos son un idioma común que todos compartimos y comprendemos sus connotaciones propias. Sin embargo, a pesar del significado que todos conocemos, casi siempre van acompañados de una historia personal. La manta de mi abuela nunca será una simple manta, está llena de recuerdos. Una sombrilla evoca un montón de situaciones que has vivido y disfrutado con ella, ese día en la playa con personas que ya no están, por ejemplo. Obviamente los objetos no nos escuchan, pero, ¿y lo bonito que sería que nos recordaran todos los momentos que vivimos con ellos?
“Obviamente los objetos no nos escuchan, pero, ¿y lo bonito que sería que nos recordaran todos los momentos que vivimos con ellos?”
Aunque ya llevas a tus espaldas diferentes proyectos y colecciones, todavía no has hablado de proyecto de marca. ¿Cuáles son tus planes de futuro ahora que ya te has graduado?
La idea de tener una marca nunca me había apasionado demasiado. Es ahora cuando me lo empiezo a plantear debido al feedback que estoy recibiendo por mi última colección. De momento me he mudado de Barcelona a Madrid, ya que he conseguido un trabajo que puedo compaginar bien con mis proyectos personales. No creo que fuera muy inteligente meterme de lleno a crear una marca sin antes haber aprendido lo suficiente de los diseñadores que me inspiran.
¿Te veremos pronto en la Madrid Benz Fashion Week o alguna otra pasarela?
En la de Madrid de momento no, pero tengo algún proyecto que puede que me ayude a desfilar en algún país de Europa.
A tus 21 años, reconocidos diseñadores españoles como ManéMané ya se han fijado en ti. ¿Qué puede aportar tu visión y tu personalidad al mundo de la moda?
Actualmente tengo la suerte de poder trabajar con Miguel Becer directamente y de poder aprender muchísimo tanto de él como de su equipo. Miguel es una persona con la que empatizo mucho y eso nos ayuda a trabajar juntos.
Soy una persona con las ideas claras y con mucha determinación y pasión. Son adjetivos que suelo atribuir a personas que admiro, entonces poder acercarme de alguna manera a ser el tipo de persona que trabaja en lo que le apasiona ya sería un logro para mí.
Soy una persona con las ideas claras y con mucha determinación y pasión. Son adjetivos que suelo atribuir a personas que admiro, entonces poder acercarme de alguna manera a ser el tipo de persona que trabaja en lo que le apasiona ya sería un logro para mí.
A simple vista podríamos decir que tu trabajo está enfocado en la moda masculina, aunque es cierto que a día de hoy cada vez es más absurdo hablar de género dentro de la industria. ¿Qué opinas al respecto? ¿Te sientes más cómodo diseñando menswear o crees que en un futuro podrías dar un giro de tuerca?
Desde el principio recuerdo que me fue más sencillo diseñar menswear, quizá porque casi era como diseñar para mí o porque me parecía un reto más interesante de conseguir. Al fin y al cabo es un campo que aún se puede exprimir mucho más, pero esto se queda sencillamente en mi proceso creativo.
Digamos que mi musa es un hombre a la hora de diseñar, pero por supuesto las prendas son prendas y quien empatice con ellas ya me parece más que suficiente para que las vista. Aun así, me parece que hay más tolerancia en el mundo de la moda que fuera de él. Aún falta mucha educación y empatía hacia este tema, y es también trabajo de la moda proyectar esa tolerancia hacia el mundo.
Digamos que mi musa es un hombre a la hora de diseñar, pero por supuesto las prendas son prendas y quien empatice con ellas ya me parece más que suficiente para que las vista. Aun así, me parece que hay más tolerancia en el mundo de la moda que fuera de él. Aún falta mucha educación y empatía hacia este tema, y es también trabajo de la moda proyectar esa tolerancia hacia el mundo.
Antes de empezar tu grado ya eras todo un referente de estilo que vestía outfits imposibles que me recuerdan a la versión masculina de Miranda Makaroff. ¿Te has planteado continuar o compaginar tu carrera con el estilismo de moda o te decantas más por el diseño?
Mi relación más directa con el estilismo es la manera en la que compongo los looks que diseño, el layering que planteo o la combinación de siluetas y proporciones tanto de color como de texturas. Esto también puede ser algo que haga conmigo mismo, pero el estilismo como tal es algo que creo que me haría sentir vacío, echaría mucho en falta el momento de crear prendas porque empatizo mucho con ese momento de creación de un concepto y una historia.
Como diseñador emergente, ¿qué crees que es lo más importante para posicionarte en el mundo de la moda? ¿Hay algún diseñador en concreto que te inspire especialmente o que te gustaría en cierto modo seguir sus pasos?
Tener personalidad y proyectarla de manera coherente en todo lo que creas. Pero aún tengo mucho que aprender a cerca de este tema.
Jacquemus es una marca que me atrae mucho. No directamente por las prendas, sino por el concepto que lleva detrás el propio diseñador. Se ha adueñado de todo el universo que envuelve a sus orígenes y ha sabido exprimirlo en una estética bastante concreta.
Jacquemus es una marca que me atrae mucho. No directamente por las prendas, sino por el concepto que lleva detrás el propio diseñador. Se ha adueñado de todo el universo que envuelve a sus orígenes y ha sabido exprimirlo en una estética bastante concreta.
¿Has empezado a trabajar en tu próximo proyecto o tienes algo en mente que nos puedas adelantar?
Actualmente estoy trabajando en un proyecto más grande en el que trabajaré la vulnerabilidad de la tradición, y tengo también otros cinco mini proyectos que espero poder poner en marcha muy pronto.
Aunque te queda una carrera por delante, ¿qué sueño a corto plazo te gustaría cumplir?
No sé si llamarlo sueño, pero lo que me haría mucha ilusión sería cruzarme con alguien por la calle o incluso de fiesta que llevaran una prenda mía. Algo que sí consideraría un sueño sería poder trabajar con Jonathan Anderson en Loewe en el desarrollo de las colecciones de menswear.