Hay algo en la voz de Adelaida que te hipnotiza desde el primer instante en que la escuchas. Tal vez sea su formación inicial en un coro profesional durante varios años (nada más ni nada menos que el Coro Infantil del Orfeó Català), o tal vez sea su inclinación y fascinación por lo invisible, lo misterioso e inexplorado, que luego es capaz de transmitir sónicamente. “Me interesa todo invisible, que a menudo va de la mano de lo espiritual y lo misterioso. El sonido y la música no dejan de ser eso, invisibles”, dice en esta entrevista. Más allá de su voz, que trabaja arduamente para hacerla llegar donde otros no han podido, es igual de fascinante la producción de su música, compuesta por muchas capas que aportan una riqueza envolvente.
Todo esto y más es lo que escuchamos en Muérdago, su segundo álbum, inspirado en sus vivencias en una casa victoriana de Londres en la que residió un tiempo, pero que, como dice ella, “es cambiante, transita muchas lenguas, emociones, decisiones vocales y estéticas sonoras”. Su primer adelanto fue en mayo con Las flores no saben qué decirse, seguido por otro single más tarde, Humble Gardener. Y ahora, al fin, podemos disfrutarlo al completo. Aunque un puñado de afortunados pudieron vivirlo en directo en el concierto de Adelaida en la última edición de Sónar Barcelona. “Para mí el directo es el lugar en el que mi proyecto brilla con más fuerza, el espacio ritualístico en el que aparece la sirena que seduce a su público”, nos dice.
Hola, Adelaida, es un placer hablar contigo. ¿Qué tal estás hoy? ¿Qué es lo más relevante que te ha pasado durante el día o en la semana?
Hola :-) ¡Un placer también para mí! Estoy contenta, ayer tuve el gusto de tocar en un festival precioso, el Poesia i +, y vi recitales y conciertos que me han dejado con muchas ganas de probar y jugar y seguir aprendiendo. Así que agradecida.
Estudiaste Bellas Artes pero, de momento, parece que has elegido la ruta más musical. Aunque, ya se sabe, la creatividad es permeable y moldeable. ¿Qué crees que tu carrera en lo visual ha aportado a tu sonido/práctica musical?
Yo diría que van de la mano. Aunque de forma natural he terminado decantándome por la música, la imagen es una parte muy importante de mi proyecto, y tanto mi primer álbum como el que sale ahora tienen cualidades muy visuales. Creo que fácilmente podrían ser la banda sonora de un musical surrealista. De hecho, llegué a la música a través del vídeo. Empecé a trabajar el sonido de mis vídeos con mucho cariño y detallismo y poco a poco fui dejando la imagen de lado.
Ahora tengo la suerte de trabajar con artistas muy talentosas como Bo Bannink, Janne van de Weijer o Tori Atherton, que me ayudan a construir la parte visual del proyecto. Eso sí, la imagen siempre llega más tarde, después de la música. Supongo que ha cambiado el orden, la jerarquía, las prioridades. Pero los elementos siguen siendo los mismos.
Estás a punto de publicar Muérdago, tu segundo álbum. ¡Felicidades! ¿Qué aprendiste de tu anterior trabajo, Cántaro (2022) que has aplicado a este? ¿En qué se ha parecido y en qué se ha diferenciado el proceso?
Con Cántaro aprendí muchísimo y a muchos niveles. Lo más importante (y que he procurado aplicar en todo momento) ha sido el darle tiempo a la música para que crezca y se nutra de la mejor forma posible. He sido mucho más paciente y eso me ha llevado a disfrutar del proceso desde otro lugar. Al final, ser una artista independiente tiene sus ventajas; una de ellas es que una elige sus tiempos.
En el proceso de producción he tenido el acompañamiento de Mans O y Pura Cadera, dos productores con muchísimo conocimiento, y lo he vivido como estudiar un máster con los mejores profesores. Con Cántaro trabajé con Anna Lanau (Lanav), que viene del diseño de sonido para cine y los aprendizajes fueron otros, de una delicadeza que se ha transferido a Muérdago. También aprendí muchas lecciones girando Cántaro. La que ha causado un salto diferencial en Muérdago ha sido darle importancia al rango dinámico y frecuencial. Esto lo ha hecho un álbum más complejo y barroco, con una presencia de graves y agudos mucho más acentuada. Y de Cántaro se mantiene la esencia de mi proyecto, el construir a partir de la voz y entenderla como la principal herramienta de producción.
He leído que el álbum está inspirado en la época que pasaste en una casa victoriana en Londres, rodeada de un par de iglesias en South East Twelve. Antes que nada, ¿qué hacías allí?
Viví en Londres cinco años. Me fui a estudiar y luego me dieron una beca y me quedé. En aquella casa, que encontré por azar y se convirtió rápidamente en un hogar, pasé mi último año, lleno de incertidumbres. Tuve la suerte de compartirlo con personas y criaturas que nutrían mi día a día y que tenían tantas ganas de construir juntas como yo. En una megalópolis como Londres no es fácil encontrar lo que aquella casa nos dio. Fue un año muy curioso que se mezcló con la pandemia. Nos marcó mucho, como a todes.
La época victoriana ha sido muy influyente en las artes, desde la literatura hasta la pintura. Es un contexto recurrente al que vuelven muchas series y películas también. ¿De qué manera ha sido importante para ti a la hora de componer?
La época victoriana me interesa a nivel estético, en lo visual. En su momento, incluso, coleccioné joyería victoriana gracias a las apuestas azarosas de Ebay. Dicho esto, el relato está marcado por este pasado que te comentaba, que sí, se dio en un contexto de estética y origen victoriano, y por supuesto, lo visual acompaña a este imaginario, pero la fuente real en el momento de composición son los sucesos y las personas que me atravesaron en aquel momento y contexto.
Novelas como Drácula o Frankenstein, el terror de Edgar Allan Poe, el misticismo de Oscar Wilde… Fue una época muy oscura, y tu música también lo es. ¿Qué papel juegan el misterio, lo espiritual o incluso el horror y lo gótico en tu proceso creativo?
Me interesa todo invisible, que a menudo va de la mano de lo espiritual y lo misterioso. El sonido y la música no dejan de ser eso, invisibles. En un presente en el que estamos constantemente expuestos a todo tipo de imágenes, lo invisible gana fuerza y es un terreno que se me hace muy fértil. Tal vez el carácter oscuro que se puede percibir en el disco tenga que ver con el miedo y la incomodidad que genera a menudo lo desconocido, lo extraño. O tal vez sea la intensidad emocional que lo recorre y el misterio que se cuela en las estéticas sonoras del disco, haciéndolo aún más laberíntico.
Respecto a la época victoriana, aunque vienen justo después, me tocan mucho más de cerca artistas como el Círculo de Bloomsbury o el pensamiento de Virginia Woolf. Si quisiera romantizar el pasado os diría que para mí, South East Twelve tuvo algo que ver con la Charleston House. Dicho esto, creo que en todos los momentos históricos ha habido oscuridad y para mí es extraño pensar en el pasado como ‘más oscuro’ que el presente, teniendo en cuenta todas las crisis y los desastres que estamos viviendo y presenciando.
Presentaste Las flores no saben qué decirse como el primer single del álbum. ¿Crees que, de alguna manera, encapsula todo lo que representa Muérdago?
Creo que el álbum es difícil de encapsular en un solo tema porque es cambiante, transita muchas lenguas, emociones, decisiones vocales y estéticas sonoras. Me apetecía anunciar el álbum con un tema que suena muy distinto a lo que había sacado hasta ahora por su beat, tan rítmico, y que a su vez conserva un lenguaje lírico, poético y vocal que está muy ligado a mi álbum debut. Me pareció una buena forma de dar a entender que ha habido una transformación en mi música pero que la raíz sigue estando allí, cuidada y nutrida.
Cada canción está hecha de muchas capas sonoras, tanto de tu propia voz (pienso sobre todo en temas como Howl in Blue, por ejemplo) como de producción electrónica. Eso les confiere una complejidad y una riqueza difíciles de encontrar en otros proyectos. Cuéntanos más sobre el trabajo desde que te las imaginas hasta que las produces en el estudio.
Soy bastante impulsiva y juguetona a la hora de hacer música, así que la complejidad llega por el camino. En general, el punto de partida de mis temas es lo vocal. A veces empiezo cantando una letra, ya con su melodía, a pelo; otras, empiezo con las capas vocales instrumentales. En general, el resto de instrumentos y elementos sonoros llegan más tarde. La producción empieza de la mano de la composición porque empiezo directa desde el ordenador. En el caso de Muérdago, una parte importante del trabajo la hice sola, en mi estudio, escondida del mundo, que es donde encuentro el espacio para desnudarme y escribir desde la crudeza.
Cuando la propuesta estuvo más avanzada, como comentaba, me junté con Mans O y Pura Cadera, que colaboraron como additional producers y enriquecieron muchísimo el proyecto.  Como siempre, existen las excepciones que confirman la regla, como es el caso de La carn vol carn y Las flores no saben qué decirse, que fueron las dos producidas por Mans O. Aquí fue todo muy distinto, él me mandó unas bases y yo escribí encima con muchísima rapidez. Fue un proceso muy bonito y refrescante, mucho más ligero que el resto de los temas. Ahora tengo ganas de seguir explorando este proceso más compartido y ver cómo puede nutrir mi proceso personal.
Hablando de Mans O y Pura Cadera, ¿qué crees que han aportado a Muérdago?
Son dos piezas claves del disco, y también de mi crecimiento como música y productora. Trabajar con ellos ha sido un sueño y hemos generado un equipo precioso, que se siente como una familia. Lo más bonito ha sido ver cómo los carácteres de cada uno se filtraban en mi música. Los dos son productores excelentes con muchos años de experiencia a sus espaldas y, afortunadamente para mí, cada uno tenía algo muy distinto a ofrecer.
Mans O tiene todo el mundo del beat muy por la mano, es muy pulcro y un sibarita del buen sonido, con una fijación con los graves. Pura Cadera tiene una delicadeza excepcional, muchísima paciencia y una atención al detalle exquisita que se plasma en los insectos y criaturas sonoras que habitan el laberinto que es Muérdago. Han elevado con creces la calidad sonora del álbum y estoy muy agradecida de haber tenido la oportunidad de trabajar con ellos.
“Hay algo de cantar en distintas lenguas que abre para mí muchas posibilidades sonoras y vocales. La fonética y el idioma determinan mucho el sonido de la voz, y también lo hace el vínculo emocional que te une a cada lengua.” 
Hay cierta influencia de la música de iglesia, de los coros más concretamente. He leído que empezaste tu andadura musical en un entorno así. ¿Nos puedes contar más acerca de esos inicios y cómo, a día de hoy, siguen siendo importantes en tu práctica artística?
Yo empecé a cantar un poco por casualidad. El coro de la catedral necesitaba voces blancas (de niñes) y se acercaron por las escuelas locales buscando criaturas que pudieran y quisieran unirse al coro. Yo era muy pequeña pero me ilusionó mucho la idea y así empezó todo. Al cabo de poco, el coro terminó cerrando y nos mandaron a probar suerte al Coro Infantil del Orfeó Català. Hice las pruebas, entré y estuve allí muchos años. Era una formación bastante estricta y clásica, pero me sirvió mucho. Cantar dentro de un coro es una experiencia muy fuerte, y más aún si se trata de uno profesional. Encontrarte en medio de tantas voces sonando, disonando y generando tantos decibelios es difícil de explicar. A nivel creativo, especialmente en Cántaro, me encontré de golpe convertida en una mujer-coro. Al tener el coro tan interiorizado la voz es mi herramienta principal de trabajo y, la influencia del coro, aunque en Muérdago está más diluida, sigue estando muy presente.
Me encanta que haya canciones en varios idiomas: catalán (La carn vol carn, algunas lyrics en Lips of an Angel), castellano (Canción de cuna, Las flores no saben qué decirse) e inglés (Humble Gardener, Forget Me Not, entre otras). ¿Cómo es tu proceso a la hora de escribir?
Este álbum ha terminado siendo trilingüe de forma orgánica porque los vínculos que lo han alimentado se dan y se dieron en las tres lenguas. Cuando escribo, a menudo, le hablo a alguien, y la lengua en la que me comunico con aquella persona determina la lengua en la que escribo. Hay algo de cantar en distintas lenguas que abre para mí muchas posibilidades sonoras y vocales. La fonética y el idioma determinan mucho el sonido de la voz, y también lo hace el vínculo emocional que te une a cada lengua. Me ha acercado a ideas que tengo muchas ganas de seguir explorando de cara a lo que venga después!
¿Eres de hacer notas en el móvil, de coger papel y boli, o un poco de ambas?
Soy de ambas, pero me sirven para distintas partes del proceso. En el móvil se acumulan muchas melodías, y la libreta me acompaña siempre y es recipiente de pensamientos, letras, notas y sucesos de todo tipo.
En junio presentaste el álbum en Sónar Barcelona, conocido por apostar por la música avanzada y vanguardista. Por allí han pasado otras artistas con propuestas novedosas como Holly Herndon o Marina Herlop. ¿Cómo fue la experiencia, y qué importancia tuvo para ti tomarle el pulso al público en un ambiente tan especial (e incluso informado/educado) como ese?
Fue una experiencia fantástica, el concierto más importante que he hecho hasta la fecha. Sónar es un festival que sigo y admiro desde hace muchísimos años y en el que he visto algunos de los conciertos que más me han impactado. Tener la oportunidad de presentar la premiere de mi segundo álbum allí fue para mí un privilegio tremendo.Vino muchísima gente, a pesar de la hora temprana, y tuve a un público superatento y generosísimo. Además, tuve la suerte de trabajar con un equipo genial (Próxima, Ignasi Ayats, Julieta Fernandez, Laura Soriano...) que me acompañaron en todo el proceso y me hicieron sentir muy tranquila, así que pude disfrutar mucho del día y del concierto.
Para mí, estrenar así el álbum es entrar por la puerta grande. Antes de subir al escenario del SonarComplex +D recordé un concierto maravilloso que vi en 2022 en aquel escenario, en el que Lyra Pramuk estrenaba su show Echoluminescence. Pensé en ella y en lo que sentí como público, me sirvió de guía.
Para lxs que no pudieron verte, cuéntanos más acerca de cómo llevas un álbum tan intimista, complejo y rico sónicamente al escenario. Porque los visuales también juegan un rol vital, transformando la experiencia totalmente.
Para mí el directo es el lugar en el que mi proyecto brilla con más fuerza, el espacio ritualístico en el que aparece la sirena que seduce a su público. El directo que presentamos en Sónar fue una apuesta atmosférica en la que tratamos el humo y la luz como piezas escenográficas, generando un laberinto de claroscuros que acompañaban el viaje sonoro del álbum. A nivel más práctico, llevo siempre una looper y un pedal con los que construyo paisajes sonoros a partir de la voz, y mi apuesta de movimiento tiende a lo performático. Soy muy feliz en el escenario y espero seguir subiéndome muchos años.
Para acabar, este verano has presentado en algunos festivales en España y Portugal. ¿Tienes más planes de llevar Múerdago a los escenarios de otros sitios?
¡Claro! De momento tengo cerradas un par de fechas en Catalunya, el 18 de septiembre en Casa Montjuïc, en Barcelona, y el 26 de septiembre en Lisboa, dentro del festival MiL. En Octubre presentaremos el show en Madrid. Me encantaría presentarlo por Europa y Reino Unido, y en todas partes, ¡claro! ¡A ver si los ángeles me escuchan y se da!