El museo Can Framis nos trae la primera retrospectiva del artista Yago Hortal de la mano del comisario Enrique Juncosa. Podemos recorrer 14 años de su trayectoria en cuarenta pinturas presentadas de forma cronológica, desde que en 2006 empezara a exponer. Hortal vive y trabaja en Barcelona. Su forma de hacer se basa en la revisión de la pintura abstracta, creando imágenes a partir de la forma en la que se aplica la pintura –barridos, salpicaduras, acumulaciones– y sus características físicas. Hortal utiliza el gesto como acto de autoconocimiento y concreción, con un trato casi salvaje a la pintura.
El relieve y lo táctil de algunas de sus piezas llega a invadir nuestro espacio vital. Sus kilos de pintura nos abruman, pero también nos acogen. La pintura como fenómeno en el que la figura es la misma pintura, su gesto. Sus obra es el resultado de los procesos pictóricos que la generan. Aceptando el error. Y su sentido está en ella misma, no en elucubraciones producidas a su alrededor.
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¿De dónde viene tu amor por la pintura? ¿Te sentiste cercano a otras disciplinas mientras estudiabas?
He tenido la suerte de poder desarrollarme artísticamente desde niño. En casa, dibujaba y pintaba con mi padre. Más tarde, me interesé por el cómic y ya durante la carrera toqué todas las disciplinas hasta fascinarme por la pintura.
¿Puedes contarnos cómo es el día a día de Yago Hortal?
Dos cafés, leer la prensa y una ducha son innegociables a primera hora del día. Después normalmente sigo con la gestión del taller y en cuanto puedo, empiezo a pintar. Hay días en los que invierto el orden y empiezo pintando pero, por lo general, prefiero tener la cabeza libre de compromisos y quedarme hasta tarde pintando.
¿Puedes contarnos cómo llegaste a tu manera de hacer? ¿Con qué empezaste?
Mi lenguaje surgió de manera orgánica a base de infinidad de pruebas. Al principio me interesaba más la representación, pero poco a poco se fue disolviendo hasta llegar a donde estoy ahora. La pintura es un proceso inagotable de ensayo y error.
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¿Cuáles son tus referentes más directos? ¿Y los más lejanos a la pintura, pero que también te inspiran?
El más directo es mi propia pintura, un cuadro me lleva a otro y así sucesivamente. Amigos artistas como Victor Jaenada o Alan Sastre son una fuente de inspiración total, además de una larga lista de pintores interesantísimos como José Guerrero, Howard Hodgkin, Miguel Ángel Campano, Katharina Grosse, Jonathan Lasker... Siento devoción por músicos tan diferentes como Billie Holiday, Nicolas Jaar o Chavela Vargas, o por chefs como David Muñoz y Eneko Atxa. La música y la gastronomía son artes que acompañan y generan movimiento.
Fuiste a Arco el año pasado de la mano de la galería Senda. ¿Puedes contarnos más acerca de esta experiencia? ¿Y acerca de tu año de residencia en el CCA de Andratx, en Mallorca? Lo visité hace un par de años, y la verdad es que es un sitio muy guay.
Exponer en Arco es siempre una experiencia muy gratificante. Si no me equivoco llevo participando ininterrumpidamente desde 2008 con Galería Senda, además de en otras ferias internacionales. Las ferias pueden verse como un medidor de lo que está sucediendo en el mundo del arte, sobre todo a nivel de mercado. Son interesantes para darse a conocer al gran público. En 2012 tuve la suerte de ser invitado a la residencia del CCA Andratx y la oportunidad de trabajar allí durante un tiempo. Es sin duda una de las mejores residencias, por su espacio, profesionalidad y por la capacidad de relacionar a diferentes artistas de todo el mundo. Durante mi estancia, conocí a Alicja Kwade, Gregor Hildebrant, Gerold Miller, entre otros. Poder exponer junto a ellos o con otros grandes artistas como Katja Strunz, Imi Knoebel o Jonathan Meese es un placer que en pocos lugares ocurre.
Eso era antes, esto es ahora, es tu primera retrospectiva en el museo Can Framis, en la que asistimos a 14 años de tu trayectoria expositiva. ¿Cómo te ha hecho sentir esta exposición? ¿Cómo surgió?
Antoni Vila Casas, fundador de la Fundación Vila Casas es un gran admirador de mi trabajo. Hacía unos años que hablábamos sobre la posibilidad de organizar una exposición en Can Framis o en algún otro de los espacios con los que cuenta la fundación. Finalmente concretamos esta exposición de la cual me siento honrado y orgulloso. Es increíble poder revisar uno mismo su trabajo y tomar consciencia del recorrido. Ver de dónde vienes y a dónde vas, te sitúa más allá de en el tiempo.
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La exposición está comisariada por Enrique Juncosa, crítico centrado en la abstracción posminimalista. ¿Os conocíais con anterioridad a la exposición? ¿Os planteáis seguir colaborando en el futuro?
Enrique es una de las mejores personas que he conocido últimamente. Había seguido parte de su trayectoria como director del Irish Museum, subdirector del Reina Sofía y del IVAM. Había visitado algunas de sus exposiciones y leído algunos de sus libros y poemas pero no nos conocimos hasta hace un par de años. He tenido el placer de trabajar con él y sin duda seguiremos colaborando.
El título proviene de una conocida pintura de Ed Ruscha. Decisión motivada porque ambos compartís un gusto por la experiencia urbana y la cultura de masas, y un sentido del humor único y contenido. ¿Cómo fue tu primer acercamiento a este artista? ¿Te influye a la hora de pintar?
Valoro muchos aspectos de su obra pero creo que a pesar de tener puntos en común, nos movemos en territorios diferentes. Pictóricamente me interesan más otros artistas como los que he mencionado antes.
Tus obras son el resultado de los mismos procesos pictóricos que las generan. ¿Podrías contar algo más sobre esto? ¿Y sobre tus procesos de barridos, salpicaduras, y acumulaciones de pintura?
Mi obra habla principalmente de la pintura en sí misma, de sus estados y afecciones. Trato de llevarla a límites que desconozco y aprender de sus resultados para aplicarlos posteriormente.
Los cuadros de pincelada única son el ejemplo de cómo sobredimensionar una pincelada para poder adentrarse en ella. Lo mismo sucede en las pinturas de masa pero en relación al volumen. Todo parte del gesto y de cómo las diversas aplicaciones de la pintura sugieren aspectos diferentes de percepción.
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En un momento como el actual, tan poco dado al optimismo, ¿entiendes tu uso del color como una suerte de liberación del individuo?
Estos días estoy encontrando muchísima gente que me explica lo felices y energéticos que salen tras ver mi exposición. Son comentarios que me llenan y me halagan, pero el supuesto positivismo que genera mi trabajo no es algo intencionado. Las sensaciones las produce el propio espectador según la lectura que le sugiera la obra, independientemente del color que sea.
¿Cómo se enfrenta Yago Hortal al lienzo en blanco? He leído que entiendes el gesto como acto de autoconocimiento y concreción, casi como un gesto del pensamiento, en tus propias palabras.
Hay varias maneras de enfrentarse al lienzo en blanco. Puedes saltar al agua o entrar poco a poco, mojándote los pies, la barriga y la nuca. Lo he hecho de todas las maneras pero en mi proceso de trabajar sin bocetos previos, siempre ha sido más coherente saltar y ahora mismo lo es más que nunca.
En la exposición también podemos ver tus piezas en colaboración con Peter Halley. Tú te acercas a los temas de una forma más espontánea y visceral, mientras que él utiliza la geometría, sin olvidar su referente figurativo: el espacio y tiempo de nuestra sociedad, su terreno político y social, el orden cerrado en el que vivimos. El resultado de esta colaboración son cinco piezas en las que la racionalidad geométrica se mezcla con el gesto. ¿Qué aprendiste de esta unión de fuerzas? ¿Qué te llevas de ella?
Aparte de un recuerdo maravilloso, una relación muy bonita. Es impresionante conocer cómo trabaja un artista de talla mundial como Halley. Aprendí mucha organización y como el proceso creativo, a pesar de ser muy diferente puede encontrar puntos comunes. Es muy gratificante sentir el respeto mutuo y valorar el arte de cada uno sin imponerse el uno al otro.
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También, en tus obras de menor formato has experimentado con la ‘pintura tridimensional’, en las que la pincelada ha crecido tanto que adquiere volumen, asemejándose a un caramelo, por ejemplo. Parece que se repliegan formando un nudo, un interior cerrado. ¿Trabajaste estas piezas desde un terreno más íntimo?
Toda mi pintura parte de la sinceridad. Cada cuadro es un pedazo de intimidad expuesta. Aparecen los miedos y las inseguridades aunque no sea evidente para quien los ve. Igualmente queda también reflejada la parte positiva. En las pinturas de masa las capas se superponen dejando entrever parte de la anterior. De algún modo es ir colapsando esos gestos y pensamientos hasta que adquieren volumen.
Ahora quiero centrarme en las obras de los últimos años, entre tu antiguo estudio del barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera, y el nuevo de Poblenou. En este caso, lo que quieres conseguir con las piezas es un estado de comodidad, independientemente de las capas de piel que las compongan. Como tú mismo dices, las entiendes como una transición hacia cierta benevolencia con el propio medio. ¿Podrías contarnos más sobre ello?
Entiendo la pintura como un proceso de aceptación del error. Puedo empezar un cuadro con una idea previa pero por lo general, desde el primer momento, esa idea no sucede. Se va transformando porque lo que ocurre sobre la tela es diferente. Ese tira y afloja es el hilo conductor; una negociación entre el medio, el conocimiento y las intenciones. Durante estos últimos años me estaba negando esa conversación en pro de imponer la intención sobre la propia obra. Sin embargo, ahora vuelve a parecerme interesante permitir que esas correcciones del proceso formen parte del resultado final.
Hace algunos años, descubriste sorprendido que algunos de tus cuadros hechos entre 2009 y 2011, estaban estampados en una colección de la marca Preen. Esos diseños los llevaron actrices como Jessica Biel, o Rachel Korine, además de la chef Nigella Lawson. A raíz de este incidente, llevado a los tribunales, comentaste que no podías pintar tanto ni trabajar al ritmo de antes. ¿Ha cambiado todo esto tu forma de trabajar?
Durante el litigio tuve que enfrentarme a la realidad de la justicia y su burocracia. Es complejo mantener la creatividad y el ritmo profesional de la pintura cuando estás en un proceso así. Inevitablemente tuve que dedicarle menos tiempo al taller porque fue una larga y dura batalla de la cual aprendí muchísimo. Por suerte tuve la capacidad de seguir pintando y estoy orgulloso de haber podido defender mis derechos.
¿Tienes algún proyecto que nos puedas adelantar?
Ahora mismo estoy trabajando en dos exposiciones a la vez. En septiembre durante el Barcelona Gallery Weekend, inauguraré en Galería Senda y en octubre en Galerie Nikolaus Ruzicska, en Salzburgo. También está a punto de presentarse Zeta cero un libro monográfico en el que llevamos mucho tiempo trabajando y si la situación lo permite participaré en varias ferias. Afortunadamente, esto no para.
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