“Aquello que no se dice, aquello que no se cuenta, aquello que se queda en la oscuridad”. El colectivo artístico The Perfect Lover, formado por Jesús Alcaide, Javier Pividal y Sergio Porlán, expone, por primera vez, en Barcelona. En Mia anima nera, la oscuridad, la opacidad, lo complejo, lo oculto y el cuestionamiento de la autoría se exploran a través de una serie de piezas escultóricas, cubiertas por una capa de azul metafórica –que responde a la película de Jarman y a la melancolía–, con las que llegan al que consideran que debe ser el fin último del arte: “plantear la pregunta y la duda”.
La sala principal de la BlueProject Foundation ahora se encuentra presidida por el retrato de Derek Jarman, situado en la pared derecha. Puede que este guiño que ha dedicado The Perfect Lover al artista que ha inspirado la muestra pase desapercibido por quienes decidan perderse por la galería para disfrutar de Mia anima nera. Sin embargo, tras escuchar a los creadores, parece que la esencia de Jarman se advierte en cada rincón del espacio. Con la voluntad de rescatar a un referente, tanto a nivel cinematográfico como en el ámbito del activismo político, e inspirados por la lectura de su libro Croma, Jesús Alcaide, Javier Pividal y Sergio Porlán han concebido la exposición, vigente hasta el 12 de enero de 2020, que, desde los regímenes simbólicos propios de las producciones artísticas contemporáneas, apuesta por trabajar a partir de la oscuridad, la opacidad y lo complejo.

La cuestión del color, además de ser fuente de inspiración, se materializa de forma particular, no solo en las obras que llevan a cabo los artistas sino también en el espacio expositivo. La división de la galería ya no se limita a las dos salas que la componen, sino que ahora tiene que ver con las tonalidades. El blanco impoluto caracteriza la primera estancia, acercándola al espacio exposivito normativo; en cambio, la segunda sala sigue la voluntad de los artistas de luchar contra el convencionalismo del arte de trabajar únicamente con espacios blancos. Por eso, esta segunda habitación es oscura, ya que, como aseguraron los propios creativos, “el negro te lleva a otro lugar.”

El primer espacio reúne distintas obras realizadas individualmente por los componentes del colectivo, que establecen una narración propia al entrar en contacto entre ellas; el segundo espacio, con la obra principal, honora de forma sutil a Jarman recreando un jardín de ceniza, aprovechando piezas antiguas de los participantes, igual que el escritor y cineasta aprovechó todo aquello que le trajo el mar a la hora de concebir la que fue otra de sus grandes obras en vida: su jardín. La complejidad del lenguaje, las relaciones, el cuerpo; los artistas abordan todas estas temáticas encontrando los puntos de vista, los diálogos y las fricciones habituales al formalizar, en un espacio expositivo común, las voces de tres creativos con lenguajes propios.
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Cada uno, por separado, teníais un camino recorrido en el mundo del arte, ¿qué os llevó a uniros en 2016 como colectivo? ¿Cómo ha influenciado en vuestras producciones el diferente bagaje que tenéis cada uno?
Jesús: Justo nos llegaba la idea de diluir los egos y de diluir la autoría porque la propia construcción artística es trabajar sobre textos de otros; el arte no hace nada nuevo. Cada uno veníamos de un lugar y estábamos tratando cuestiones afines. Trabajando juntos, hemos elegido una serie de elementos que son comunes y nos han llevado a eso, a la cuestión de diluir los egos y de trabajar en común, que es algo que en el mundo del arte se suele dar poco. En este caso, lo que intentábamos era esa cuestión utópica de la que hablaba Barthes, que es la muerte del autor.
Javier: A mí me parece que son muy coherentes este tipo de acciones porque nuestro trabajo individual tiene mucho que ver con la construcción de la identidad. La nueva identidad de este colectivo es confusa, está contaminada por la identidad artística y teórica de cada uno y produce algo sin autoría definida o con una autoría más contaminada. Es un proceso más entorpecido. Por todo esto, el resultado es mucho más interesante, más contemporáneo, más sincero, tiene mucho más que ver con nuestro día a día.
Sergio: La idea es que tenemos los mismos intereses; nuestro trabajo individual tiene una serie de temas comunes. Al final, es una confluencia natural de tres personas interesadas en las mismas cosas: la identidad, el cuerpo, el texto, el lenguaje, la idea de misterio, el enigma.
Los artistas que crean en solitario pueden alimentarse de sus experiencias individuales, hacer una pausa en un momento de bloqueo creativo, producir más cuando se sienten especialmente inspirados… ¿Cómo es el proceso creativo siendo un colectivo artístico? ¿Cómo conseguís ir en una misma dirección si os encontráis en momentos creativos muy diferentes?
Jesús: Trabajamos cuando se da la ocasión. No estamos construyéndonos de forma colectiva día a día, sino que ocurre cuando un proyecto lo demanda. En realidad, tenemos un grupo de WhatsApp que se llama The Perfect Lover donde no solamente hablamos de teoría sino que también compartimos lo que nos pasa día a día.
Javier: Por eso decía que este tipo de actividad es muy contemporánea, porque funcionamos como una red. Tenemos la red de comunicación a través de un grupo de WhatsApp, que parece una frivolidad, pero en ese grupo somos nosotros individualmente pero estamos construyendo algo. Cuando nos ponemos a trabajar en un proyecto todo se aboca ahí –intereses, conversaciones, comentarios, tonterías, cosas serias, exposiciones que hemos visto, cosas que estamos leyendo, etc.
Sergio: La estructura de nuestros procedimientos para trabajar es a través de la movilidad. WhatsApp y el mail son ciertos instrumentos que nos relacionan, pero no es el tú a tú sino que es una herramienta de comunicación. Yo creo que la base del trabajo es ir moviendo materiales, ideas, información, datos, intereses, y que todo eso se vaya concretando y precipitando. Luego, cuando nos vemos en directo, lo ponemos todo en común.
¿Cómo nace el proyecto que estáis exponiendo en la Blueproject Foundation? ¿Con qué objetivos lo llevasteis a cabo?
Jesús: El proyecto surge sobre una idea que ya estaba presente, que es la de la opacidad, de lo oculto, de lo complejo, frente al discurso simplista de la realidad. Los medios de comunicación de masas nos llevan a lo simple, a lo reduccionista, y el mundo es mucho más complejo, más oscuro, tiene muchas más aristas. De este trabajo surgió la lectura de Croma, de Derek Jarman, y la referencia a Mia anima nera (Mi alma negra) sumaba otra cuestión que tenía que ver con cómo desde lo oscuro se puede construir lo visible; para llegar a la luz tienes que estar en el momento de mayor oscuridad.
Cuando Jarman empieza a quedarse ciego por el sida ya no tiene imagen, pero se construye a través del lenguaje, a través del texto y de la voz. Ahí había algo que nos llamaba la atención, nos interesaba a los tres porque, en el fondo, ya lo habíamos estado tanteando en otros trabajos. Así nace Mia anima nera, que es un proyecto que puede ir mutando, que también es otra idea que nos interesaba mucho. Por eso decimos que somos 3 + N, hay una variable siempre que puede ser un performer, un músico, un escritor, etc. Es decir, no somos un trio, somos un trio más uno, y ese uno reconfigura las relaciones que tenemos.
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¿Desde el primer momento del proceso teníais claro que querías acercarlo al público a través de una exposición?
Jesús: Es la forma natural que tenemos los que trabajamos en el mundo del arte de presentar lo que hacemos, una convención. Exponer es mostrar y sacar a la luz; en este caso, era una cuestión importante porque íbamos a sacar a la luz lo más oscuro. El arte no existe hasta que no se expone. Si Sergio, Javier o yo construyéramos algo y lo dejáramos metido en un cajón, no se podría llamar arte; no es arte hasta que no está en un espacio artístico. Es la forma natural de hacerlo. Podía haber tenido otro formato, pero lo más natural es la exposición.
¿La sensación que experimentarán los espectadores es algo que tenéis presente mientras estáis haciendo la obra?
Javier: Siempre estás pensando en qué va a ocurrir, claro, en qué va a suceder cuando esto se exponga. Y, precisamente, cuando trabajamos así, como colectivo, hay mucha más incertidumbre porque tu propia obra no está acabada hasta que no está expuesta y relacionada con la del otro. No sabes qué es lo que va a ocurrir, cómo se va a ver.
¿Pensarlo os condiciona a la hora de crear?
Jesús: No, yo creo que los artistas no piensan en el público, no tienen por qué. Primero porque no existe, tú no sabes quién va a visitar tu trabajo. Entonces no vas a crear para ellos, creas para ti. ¿Que después se dan afinidades o complicidades en esa relación? Claro que sí, porque el arte no te tiene que dejar las cosas claras y cerradas, sino todo lo contrario, plantearte la pregunta y la duda.
Sergio: En ese sentido, el público es el que completa la obra, es decir, la obra no es una propuesta cerrada sino que la relación del público es la que completa su sentido definitivo. Hace falta la mirada del espectador.
Jesús: Es lo mismo que el lenguaje: se construye en las relaciones de las frases, en la relación de una palabra con la otra. En este caso es lo mismo. Es como un texto que se construye con textos de otros.
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Mia anima nera, además de ser el nombre de la exposición, es, como habéis comentado, el título de uno de los capítulos del libro Croma (1992) de Derek Jarman. ¿Qué relación hay entre el contenido del libro y las obras que estáis exponiendo?
Jesús: Mia anima nera es el capitulo que Derek Jarman dedica al color negro. El libro Croma es un texto que construye cuando empieza a quedarse ciego, y va sobre cómo puede ver los colores o cómo escribir sobre los colores alguien que no ve (o alguien que está perdiendo la vista y llegando a la ceguera). Ese capitulo habla del negro, que no es la negación del color sino la suma de todos ellos. Una cuestión también interesante que se suma a las connotaciones que hemos tenido siempre de este color: lo oculto, lo tabú, lo secreto, aquello que no se dice, aquello que no se cuenta, aquello que se queda en la oscuridad. Esa idea también nos interesaba porque es volver a reafirmar la concepción de que el arte siempre tiene alguna cosa secreta a la que no accedemos. Los artistas nos dejan ver una parte de ellos, pero no es, muchas veces, la más real, sino esa parte que quieren que veamos.
Javier: También hay un concepto muy interesante relacionado con lo negro, con la opacidad de la que hemos hablado ahora mismo. El brillo y la luz de las pantallas, y la opacidad de un libro, de un texto. Tiene mucho que ver con nuestro trabajo actual. Estamos en un momento de mucho brillo, de mucha luz, de mucha rapidez, y sin embargo, la creación artística, el trabajo de un artista tiene más que ver con la opacidad de un texto, con la lentitud y con penetrar en una idea o una teoría que te cala muy profundo. Pero claro, nosotros estamos en la época de las pantallas también, entonces, en ese tránsito, en esa ambivalencia entre la luz y la opacidad, es donde se desarrolla nuestro trabajo.
Mia Anima Nera es un poco la reivindicación de esa manera de pensar, de reflexionar, de mirar, que tiene más que ver con el penetrar en un espacio oscuro y hacer que tu mirada se adapte poco a poco para poder ver. Ese es el arte. En el arte tienes que entrar así, es un cuarto oscuro donde, poco a poco, tu mirada y tu intelecto se habitúan a ese espacio, a esas condiciones, para ver de verdad. Al contrario de lo que ocurre con las pantallas, que te deslumbran.
Sergio: La idea de la opacidad y la trasparencia; internet es como las pantallas, son la promesa de la transparencia, es decir, de llegar en un régimen visual muy inmediato a todas partes. Pero el mundo sigue siendo opaco a pesar de la promesa de transparencia de la tecnología.
Javier: Aunque tengamos un lenguaje contemporáneo porque estamos aquí y ahora, somos tres creadores muy clásicos, muy afectados por por la historia. De alguna manera somos anacrónicos. Para ser moderno hay que ser anacrónico.
En vuestras esculturas hay un predominio del blanco y del negro. Una frase icónica relacionada con el uso de estos colores fue la de Ted Grant, que dijo, “Cuando fotografías a una persona en color, fotografías su ropa; cuando lo haces en blanco y negro, fotografías su alma”. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto? ¿Creéis que el uso del blanco y negro permite centrarse en lo más esencial también en la escultura?
Sergio: No necesariamente. Tenemos esa asociación cultural al negro, pero en este caso, de hecho, el azul es un negro. Es decir, estamos en la fundación BlueProject, pero también partimos de un texto sobre el azul, que es el color que Jarman ve cuando se va quedando ciego. Es un azul que es negro. Se amplían los significados del color. No necesariamente tiene que ser más trascendente, depende del bagaje cultural asociado a ese color y de lo que pensemos cada uno de nosotros, pero el azul puede ser igual de oscuro o de siniestro que el negro.
Jesús: Piensa, por ejemplo, en la idea del luto. Aquí es negro y en Asia es blanco. Hemos asimilado el duelo al negro pero es una costumbre cultural; al ver una cosa negra, todo el mundo piensa qué oscuro, qué siniestro, pero es algo social. El rosa puede ser igual de siniestro.
Javier: Y estamos hablando de arte, todo es mucho más complejo de lo que parece. Esta exposición, y las piezas están cubiertas por una capa de azul; no es un azul real, físico, que se vea, pero hay una capa de azul que es esa película de Jarman –la melancolía. Todo son piezas super melancólicas con distintos matices. Estamos hablando de desaparición, de final, y todo remite continuamente al azul aunque no haya nada de ese color. Esto es algo que sí nos planteamos al principio, que hubiera elementos de color azul, pero finalmente no hay nada. Esta referencia es algo mucho más inasible pero está ahí.
Habéis comentado que tratáis temas como el cuerpo, las relaciones y el lenguaje. ¿Por qué os habéis decidido por estas temáticas y cómo elegís abordarlas?
Jesús: Es una elección, muchas veces, no determinada. Es lo que nos une. Hay cuestiones que nos hacen afines y cómplices. Pero, en el fondo, casi todos los artistas trabajan sobre eso. El arte trabaja siempre sobre el lenguaje, sobre la relación de lo corporal con la construcción mental que es el texto. Lo que sí está muy presente es esa intención de no ir a lo simple, al mensaje directo, unidireccional, sino todo lo contrario, que es lo complejo lo tamizado.
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Ante de la afirmación ‘todo arte es político’, ¿estáis a favor o en contra?
Sergio: A favor. Todo arte, todo gesto y todo estar en el mundo es político.
Javier: El hecho de respirar es político, el hecho de ducharse es político. Desde que estamos vivos y tenemos cerebro, tenemos pensamiento. Somos entes políticos, por supuesto.
Jesús: Todo arte es político pero no debe ser un panfleto, porque el panfleto comunica unas ideas y el arte lo que tiene que hacer es no comunicar sino hacer más complejo el entendimiento. Durante todo este tiempo hemos visto cómo el arte era una construcción de la imagen de poder: Las Meninas son la construcción de una imagen de poder; los condotieros italianos, lo mismo; o las esculturas romanas del foro, exactamente igual. Pero precisamente eso es lo que creo que no es arte contemporáneo; no es una imagen panfletaria. La pregunta es, ¿dónde está el poder? ¿Cómo determinas tú el político? O sea, político es, como decía él, estar en el mundo.
Sergio: O, ¿qué relaciones de poder hay? Si definimos, a groso modo, la política, todos establecemos relaciones de poder estando aquí, estando simplemente vivos en relación con los otros.
Algunas obras están compuestas por objetos que podrían parecer cotidianos. Por ejemplo, en la primera sala había unos fluorescentes o unos zapatos. Pero, ¿los creáis o son encontrados?
Sergio: En el procedimiento general de una obra de arte o pieza artística, hay elementos de encuentro y cosas que edito. Nunca es de la misma manera. A veces las produzco y otras no. Hay muchas maneras de llegar al resultado final, pero en gran parte de las ocasiones, son objetos encontrados –o ellos me encuentran a mí, no lo sé. Sin embargo, cualquier objeto editado o producido, solo con que cambie de posición y no esté en la cotidianidad sino que se sitúe en un contexto de arte, ya no es cotidiano, es un objeto intervenido por la intención del artista. En mi caso, trabajo mucho con objetos encontrados pero los edito y voy generando collages de muchos elementos que, al final, resultan otra cosa alejada de la original.
Jesús: Claro, no es una cosa útil, tiene otro sentido. Todas las piezas –o todo lo que hacemos en el mundo del arte– huyen de la practicidad y de lo útil porque el arte es inútil –¡menos mal! Es lo único que nos queda para salvarnos de la sociedad de lo útil.
¿Creéis que muchas veces el arte es la única vía para eludir las restricciones morales y hablar de cuestiones que han quedado arrinconadas?
Jesús: Yo creo que sí, que el arte es la única vía porque, como es lo que huye de lo útil, puede hablar de lo que no se habla. Generalmente es el único refugio, es una topera, algo que está ahí, oscuro y que te deja decir desde lo más absurdo a lo más trascendental.
Sergio: El arte tiene esa peculiaridad, que es una labor especulativa, de pensamiento, pero que no utiliza las herramientas de la filosofía, sino que las herramientas con las que trabaja son mucho más ambiguas, no están codificadas. Son, sobre todo, las imágenes y los objetos para hacer pensar o para especular sobre la realidad, sobre nosotros mismos, sobre nuestras percepciones como cuerpos.
A partir de las temáticas que tratáis o los colores que usáis, habéis conseguido un estilo personal. ¿En qué momento creéis que un artista se da cuenta de que ha encontrado su lenguaje y que quiere seguir creando bajo esas directrices?
Javier: Las palabras ‘estilo’ y ‘lenguaje’ no las encuentro parecidas. Yo sí que diría que tengo un lenguaje porque tengo obsesiones, intuiciones, problemas, momentos felices. Todo esto conforma mi lenguaje, el lenguaje en el que hablo, en el que vivo y con el que creo. Es un lenguaje determinado pero que va cambiando. Supongo que llega un momento en tu vida –tanto profesional como personal– en el que cada vez, poco a poco, te sientes más a gusto y crees que ese lenguaje es más coherente o te sientes más a gusto con como hablas, creas, y te relacionas con las personas. Quizá ese es el momento en el que surge tu lenguaje o en el que se termina de conformar. Pero es un lenguaje que está abierto a tu vida, a contaminaciones, a cambios, a regresiones incluso.
Sergio: Lo singular de cada artista, lo que los diferencia, creo que es el mundo de las obsesiones. Es decir, cuáles son los intereses que recurrentemente van apareciendo en el trabajo. Al final, todos tenemos una base neurótica que hace que también tengamos que filtrar esas obsesiones, formalizarlas, enseñarlas, comunicarlas de alguna forma. Eso sí que es común. Se nos puede conocer por las obsesiones, que sería el material con el que iniciamos, y luego, a la hora de formalizar, es decir, de transformar las cosas que nos preocupan en algo objetual (en una imagen), cada uno tiene una manera particular de hacerlo.
Yo, por ejemplo, sí reconozco en mí ciertos procedimientos o soluciones formales que se van repitiendo. No sé si esto responde un poco a tu pregunta del estilo… Yo tiendo a hacer las cosas de una manera muy parecida pero también en eso hay evolución, es decir, que estamos continuamente aprendiendo. Seguramente, yo formalizaré, en el futuro, de manera diferente. Pero bueno, sí que siempre va a haber algo identificable en el trabajo de cada uno.
Jesús: Y, sobre todo, relacionado con lo que decía Sergio, el problema de un artista es el amaneramiento. Cuando una forma de construir se convierte en estilo, entonces, se tiene que huir de eso. Si el artista trabajase siempre sobre los mismos parámetros se convertiría en eso, en un amaneramiento.
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