“Ya va a empezar la función, ahora te voy a cantar lo que un romántico ideó. No es Apocalypse Now, él lo llamó Arte total”. Así empieza el nuevo ‘bioclassic’ de la cantante y periodista Sheila Blanco, un formato en el que cuenta la vida –con mucho humor– de compositores de música clásica utilizando una de sus obras más famosas. Tras el éxito en las redes sociales de su primer bioclassic de Bach (con música de la Badinerie), ya ha cantado la vida de Mozart con la Marcha turca o de Wagner con La cabalgata de las Valkirias. Hablamos con ella de cómo se le ocurrió esta idea y de su último trabajo dedicado a las poetas del 27. ¿Ya sabes a quién pertenecen estos versos? Si todavía no lo sabes, descúbrelo aquí.
Sabemos que estudiaste piano clásico y canto en Madrid… ¿pero de dónde viene tu pasión por la música? ¿Qué papel ha tenido esta a lo largo de tu vida?
Mi pasión por la música yo creo que tiene un componente genético. Mi padre es muy melómano y por eso en mi casa siempre hubo un equipo de música bastante bueno, vinilos, CDs, etc. Mi madre canta muy bien, tiene un talentazo. Es por esto que mis hermanas y yo siempre vivimos en un ambiente muy musical. Incluso mis hermanas, que ahora son madres, cantan a sus hijos como nos cantaban mi madre, mi abuela o mi tía.
Para mí, la música es fundamental porque muchísimos de mis recuerdos están vinculados a canciones, que son momentos felices de mi vida. Como decía Leonard Cohen: “En la música está la banda sonora de las personas.” Y en mi caso, es totalmente así.
El pasado enero decidiste poner letra a la Badinerie de Bach en La ventana, el programa de música de la Cadena Ser en el que colaboras. El vídeo se hizo viral, y así empezó #Bioclassics. ¿Cómo se te ocurrió esta idea?
La idea de ponerle letra a la Badinerie está inspirada en la cantante israelí Noa, que es maravillosa y me gusta desde hace muchos años. Hace menos de un año sacó la Badinerie a ritmo de jazz y con letra en inglés –la canción se titula No Baby. Entonces, se me ocurrió hacer un ‘metabioclasic’, contar en la obra de un clásico su propia vida. Me pareció una idea muy divertida para la sección que yo hago, que ya sabéis que siempre tiene un toque de humor. Justo el día en el que saqué esta sección en La Ventana, tocaba Noa en Madrid. Además, desde muy pequeña, soy muy fan de Bach y de la Badinerie concretamente.
¿Desde un principio querías crear más biografías musicales?
La verdad es que en un principio no pensaba deliberadamente en hacer varias biografías con música clásica, lo que pasa es que se hizo viral. Me quedé alucinando, pues nunca pensé que tuviera esa acogida. A partir de ahí dije, bueno, voy a seguir a ver qué tal. Y de esta forma acabo de hacer el quinto sobre Wagner. La verdad es que solo por la gente que me escribe (padres, profesores… que les gusta, que les calma, que aprenden o niños que me mandan vídeos cantando estas canciones), merece la pena seguir.
Bach con Badinerie, Mozart con Marcha turca, Beethoven con la Quinta Sinfonía o Debussy con Arabesque Nº1. Todos son grandes músicos de la historia, ¿nos puedes adelantar algún músico que tengas fichado para próximos vídeos?
Para el próximo estoy entre dos, y los dos son alemanes. Venga, es una buena pista (risas). También puedo decir que el de Chopin, que me lo piden una y otra vez, está reservado para hacer una cosa especial. Y ya, ¡no voy a decir más!
En una entrevista confesaste que lo que tiene valor para ti de que estos vídeos sean virales es que han acercado la música clásica a tanto niños como adultos. Hay personas que creen que la música clásica es aburrida o es tan solo para la élite. ¿Qué les dirías tú?
Les diría que se abran un poco, que le den una oportunidad. Y además, en varios momentos de su vida: cuando estén conduciendo en el coche, que se pongan algo de música clásica; que cuando lleguen cansados a casa del trabajo, se pongan música clásica; que por las mañanas cuando estén desayunando, escuchen música clásica. En algún momento les tiene que llegar.
También dices que la música simplemente tiene que emocionar. Podrías compartir con nosotros algunos títulos que despiertan una parte de tu alma cada vez que los escuchas.
Te diría El clave bien temperado de Bach, las canciones que hizo Mozart con letra de La Motte, por ejemplo una que se llama Dans un bois solitaire, o la Appassionata o la Patética de Beethoven. También me encantan La historia de un soldado de Igor Stravinsky o las Gnossienne y las Gymnopédie de Erik Satie. Y de óperas, la Traviata de Guiseppe Verdi o la Tosca de Puccini. Me cuesta elegir, pero estos son temas que he escuchado muchísimo y siempre que lo hago me emocionan.
Además, recientemente estrenaste tu último trabajo, Cantando a las poetas del 27. El disco incluye poemas de Carmen Conde, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez, Josefina Romo Arregui, Pilar de Valderrama, Elisabeth Mulder, Dolores Catarinéu y Margarita Ferreras. ¿Cómo surgió la idea de este trabajo?
La idea de hacer un disco con los poemas de las poetas del 27 fue un compromiso que me nació cuando descubrí en 2016, gracias al documental y al libro Las sinsombrero, de Tània Balló, que había habido una generación femenina del 27. Es obvio que había existido, pero cuando una tiene quince años y solo le cuentan que hay una generación masculina, no se lo pregunta –o yo no me lo pregunté. Me emocionó profundamente conocerlas, y entonces empecé a pensar cómo podía aportar mi granito de arena para darlas a conocer y que la gente tuviera ganas de leerlas.
Así se me ocurrió empezar a ponerle música a sus poemas, pues siempre me ha parecido que la música hace mucho más accesible la poesía. Yo, por ejemplo, conocí muchos poemas gracias a Paco Ibáñez o a Joan Manuel Serrat. El público que venía a verme cantar me preguntaba si quería hacer un disco o si lo tenía pensado, y la verdad es que al principio no, pero esto me animó a grabarlo. Quería que quedara constancia en algún sitio y que lo pudiera escuchar gente que a lo mejor no podía venir a alguno de mis directos. Y así fue como se dio todo.
En Cantando a las poetas del 27 conviertes en música algunos de sus poemas. La música y la poesía o la literatura siempre han tenido una relación especial, pues la poesía aparte de significado puede tener musicalidad; y la música, aparte de armonías y sonidos, significado. El debate se extendió en 2016, cuando el compositor y cantante Bob Dylan ganó el Premio Nobel Literatura. ¿Qué opinas tú de esta estrecha relación entre música-literatura?
Yo opino que es una realidad. Estoy profundamente de acuerdo con la existencia de esta relación. De hecho, la manera de componer la música de esos poemas fue primero leer en voz alta aquellos que me habían gustado especialmente por alguna razón –por las palabras, por la temática, por el sentido, por las emociones impresas en el poema… Después de leerlos, los cantaba improvisando una melodía a la que me llevaban las palabras y que a la vez tuviera que ver con las emociones que hay en los versos. Ahí te das cuenta de la musicalidad de un poema: las palabras elegidas, el tipo de verso, la cantidad de sílabas o la emoción de este.
Y bueno, la música también es poesía porque cada uno la recibe a su manera y la adapta a su sentir. Esto es un poco lo que hace la poesía, te sugiere y te lleva por caminos distintos según tus vivencias, tu sensibilidad, tu manera de pensar y de vivir. Y ya que has mencionado a Dylan, para mí fue el introductor de la literatura en la música y el premio que recibió es merecidísimo.
Por otra parte, estas escritoras han estado mucho tiempo en la sombra por el simple hecho de ser mujeres. Es muy fácil ir a una librería o una biblioteca y encontrar un libro de Federico García Lorca pero, ¿fue difícil encontrar el legado de estas escritoras?
Pues te aseguro que muy difícil en algunos casos y en otros, imposible. Es muy triste porque es una cosa muy injusta lo que ha pasado con ellas. En 1910, se aprueba en España un decreto ley que permite a las mujeres estudiar en la universidad. Hasta entonces, hombres y mujeres tenían ambos el talento, pero a partir de ese momento, por fin las mujeres también tenían la formación. Con la Guerra Civil y el franquismo, de repente entierran esto y la mujer no puede dedicarse a más que a cuidar de la casa y de los niños. Eso es lo que causa que hoy en día sea muy difícil conseguir ciertas obras.
Algunas editoriales como Renacimiento o Torremozas están reeditando muchas cosas. La historia de esta última editorial es especialmente bonita. La creadora era la mujer de un poeta y los dos se dieron cuenta de que a ella le costaba más que la publicaran por ser mujer. Entonces ella, Luzmaría Jiménez Faro, creó la editorial Torremozas para editar exclusivamente a mujeres.
Además, hay obras que son imposibles de encontrar porque apenas tuvieron doscientas o trescientas copias. Yo he tenido contacto con los herederos de algunas de ellas y he presionado amablemente (risas) para que se animen a reeditar, porque tienen el archivo en casa de sus abuelas o de sus tías-abuelas, y es profundamente necesario. Hay otras, como Ernestina de Champourcín o Concha Méndez, cuya obra es más fácil de encontrar. Pero bueno, poco a poco, ahora hay mucho más acceso que cuando yo empecé a investigarlas hace cuatro años.
Ahora que nos encontramos encerrados en nuestras casas, muchos nos hemos quedado sin ideas de cómo ocupar nuestras horas. ¿Qué mejor que embarcarnos en la aventura de un nuevo libro? ¿Alguna recomendación de las autoras en las que basas Cantando a las poetas del 27?
Yo recomendaría Sinfonía en rojo. Prosa y poesía selecta, una recopilación de textos de Elisabeth Mulder que sacó la Fundación Banco Santander. Pero además, este libro es muy interesante porque también te explica su vida. Ella era una poeta brillante catalana que también escribió novelas, cuentos infantiles… Ganó un premio de poesía muy joven y cuando sacó su primer poemario la gente pensaba que era un hombre, era tan buena que no pensaban que podía ser mujer.
Aprovechando que antes mencionabas a Lorca y que soy muy, muy fan de su obra, también recomiendo Miedo, olvido y fantasía, de Marta Osorio. Este libro contiene las investigaciones de Penón sobre los últimos días de Lorca, la muerte y dónde está enterrado. Penón, al morir, entregó este maletín a la autora del libro.
La cuarentena está afectando económicamente mucho a los sectores culturales de la sociedad. Para sensibilizar a la gente ha nacido la campaña #somosmúsica. ¿Te gustaría decir algo al respecto?
Me gustaría decir que la gente tiene que ser consciente que el sector musical/cultural debe equipararse en importancia y en cuanto a ayudas económicas. Es verdad que no es tan primordial como el alimento del cuerpo, pero el alimento del alma también es muy importante. Yo, concretamente, creo que no podría vivir sin la cultura o la música. Creo que es el momento de luchar, presionar y protestar hasta que las instituciones y sobre todo el Gobierno, quien tiene el poder, pongan encima de la mesa decretos leyes para proteger el sector cultural. Solo a través de esto se consiguen soluciones, si no todo queda en palabras bonitas. Urgen nuevas leyes porque creo que hay mucha dejadez.
Siempre me gusta comentar que los artistas tenemos el mismo convenio que los toreros, y es una cosa tan diferente. Yo entiendo que lo difícil es quién le pone el cascabel al gato, quién es el primero para cambiar esto. Pero, precisamente, una situación como la que se está viviendo ahora te da una oportunidad, pues la gente está mucho más reflexiva y receptiva. Hay que cuidar al sector.