Domina los idiomas del interiorismo y la cerámica con la misma gracia. Se mueve entre los dos mundos como si fueran solamente uno, y como si se alimentasen mutuamente. Romina Gris hace de la fragilidad poética de la cerámica una afirmación de su personalidad y de su vocación. Y disfruta de cada torre que construye por lo que le aporta su significado. Le espera un futuro con grandes proyectos y colecciones, entre las que figura un juego de tazas de café en colaboración con Terranova, pero de momento nos habla de sus primeros pasos y de las posibilidades en el camino de la consagración de un artista.
Del interiorismo al mundo de la cerámica. ¿Cómo fue posible este viaje? ¿En qué momento te das cuenta que querías intentar algo nuevo pero que siguiese en la línea de tu formación?
Hace años que quería hacer cerámica, pero no me he lanzado hasta ahora que he tenido tiempo y tranquilidad para hacerlo.
De niña, ¿qué profesión deseabas tener?
Disfrutaba con la plástica, era lo que más me gustaba, pero no sabía qué quería hacer. Entonces estudié Bellas Artes e Interiorismo, y ya fui definiendo mi perfil. En esa época me interesaba mucho el arte aplicado a la arquitectura, el interiorismo o el paisajismo, como Daniel Buren, Gordon Matta-Clark, Christo, Jennifer Holzer… Supongo que por la mezcla de estudios que estaba realizando.
Y ahora mismo, ¿cómo te sientes a nivel profesional?
Siento que estoy en un momento muy interesante porque, al estar combinando dos disciplinas diferentes, como son la cerámica y el interiorismo, están saliendo cosas muy frescas, ya que las dos disciplinas se retroalimentan.
Agef30a4qbepmzisdn2w.jpg
Todas tus piezas están hechas a mano, y es no permite que haya dos iguales. ¿Qué importancia das a esa posibilidad de constante originalidad?
En principio, la pieza, al ser única e irrepetible, adquiere más valor, pero desde que Andy Warhol llevó la serigrafía al museo esto ya no tiene tanta importancia. A mí en realidad me gustaría que todas mis piezas fueran iguales.
¿Hay una lógica en tu trabajo?
Trabajo por proyectos personales, creando colecciones nacidas de referencias que me han ido influenciando a lo largo de mi carrera. Me gusta que el trabajo al final tenga una coherencia, esta es una lógica. Y otra lógica es la de disfrutar con lo que hago en el taller.
¿Crees en el funcionalismo de la cerámica o es su valor frágil lo que de verdad importa?
Tradicionalmente, la cerámica ha sido un material al que se le ha dado un uso funcional. Sí, creo que las cosas hay que usarlas, y cuanto más bonitas sean, más aún. El uso y el tiempo las vuelve más bellas, mejor eso que exponerlas en una vitrina.
¿“Less is more” o “less is bore”?
Pienso que, cuando diseñas algo, la base o estructura tiene que ser simple y sencilla, despojada de lo superfluo, para conseguir algo consistente y correcto. Entonces te puedes quedar allí o seguir dándole capas de significado.
Para hacer mis piezas me inspiré en edificios, ya que cuando estudié interiorismo mis profesores eran arquitectos, y me transmitieron el interés por la arquitectura; pero las piezas no dejan de estar compuestas por formas básicas como el cilindro, el cono y la semiesfera. A partir de aquí, me gusta hablar de temas que me interesan o forman parte de mi día a día. Por ejemplo, para las dazzle me inspiré en los barcos de guerra que se usaron en la primera guerra mundial, y parece ser que los encargaron hacer a artistas cubistas para camuflarlos. El resultado es espectacular. O los Pollock, con chorretones de pintura, con los que hago referencia al gesto pictórico tan presente en el arte del siglo XX. Y las últimas, la colección CAD, son las tramas que uso en autocad para trabajar cuando tengo proyectos de interiorismo, que me parecen la mar de apañadas. Pero sí, el less is more como estructura para organizar todo lo que va a ocurrir después, creo que es fundamental.
¿Si tuvieras que seleccionar la década que más te inspira, cuál sería?
Es que cada década tiene sus proyectos de perfección total, piensas, “jolín, qué buenos eran.” Y ahora también. Por ejemplo, el modernismo en Viena (la secesión vienesa) me gusta mucho por su elegancia, en 1900; y los 80 en Italia, con el grupo Memphis, siempre me ha parecido un estilo muy alegre, positivo.
Ettore Sottsass dijo un día, “¡qué bien cuando se diseñaba para crear y no para vender!” ¿Supervivencia y creación son una paradoja en tu vida?
Ahora mismo no, ya que me he podido organizar bien en este aspecto.
¿Crees que la cerámica es algo totalmente vocacional?
Para mí, más que la cerámica, creo que son vocacionales las artes plásticas en general y el diseño. Es lo que siempre me ha gustado hacer.
H1w5u6cnyxx8ivq6sdfa.jpg
¿Qué emociones cruzan tu mente durante un proceso creativo?
Cuando empiezo con una pieza nueva estoy totalmente entusiasmada y disfruto mucho. Te sientes realizado, engancha un montón. Yo he dejado de salir, ir al cine o ver a gente porque me paso todo el tiempo libre que tengo en el taller. Seguro que desprendes endorfinas o algo así (risas).
¿Dónde te gustaría ver tus piezas en el futuro? ¿Fuera del ambiente doméstico?
Me encantaría poder hacer una instalación muy grande con piezas enormes en una galería o algo parecido.
¿Sueles aceptar pedidos especiales o eso quitaría la esencia de tus colecciones y la propia creatividad personal?
Sí, acepto si tengo tiempo en ese momento y si me gusta el proyecto.
¿Y a dónde crees que se dirige el mundo de la cerámica?
Creo que está reapareciendo de nuevo en diseño de producto, ya que el plástico la había sustituido en muchos objetos, como lámparas o incluso interruptores; y por otro lado se está empezando a usar en el ámbito artístico. Antiguamente solo se usaba la cerámica de forma artesanal, y en arte se trabajaba con materiales nobles como bronce o mármol. Ahora empezamos a ver obras en cerámica, como instalaciones de Ai Weiwei o Antoni Miralda. El kitsch creo que también ha ayudado a introducir la cerámica en el mundo del arte contemporáneo, como alguna obra de Jeff Koons.
¿Cuál sería para ti la máxima consagración?
Si puedo seguir así, disfrutando tanto en el taller, ya estoy encantada. Pero bueno, también me gustaría tener la oportunidad de llevar estos diseños a otras disciplinas, como moda, textil, producto... Una trayectoria como la de Hella Jongerius estaría muy bien, que tiene la Giant Prince (la primera pieza de cerámica que me enamoró) en el Stedelijk Museum y no paran de salirle proyectos la mar de dispares, como sillones de avión para KLM, una botella de agua para Evian, zapatillas de deporte para Nike…
Ya para acabar, ¿qué pieza de cerámica te gustaría tener en 2016 casa?
La serie de Totems de Ettore Sottsas, o la Giant Prince, de Jongerius. Esta última sí que la pondría en una vitrina.
Rtz1j4surjvoaaebypep.jpg
Ltc5r1dlxnvumiv2t9n1.jpg
L33vrpibh1dkhcr8b4ww.jpg
Vkl34zyckezpjbfiunjj.jpg
Ti8wblm4wd5alq4lep1y.jpg