La prestigiosa calle Séneca de Barcelona alberga algunos de los hot spots del diseño y el arte más importantes de la ciudad. Plom Gallery es uno de esos espacios que, pese a su pequeño tamaño, se atreve con iniciativas culturales únicas en nuestro país. Martha Zimmermann, la experta tras la galería, ha sabido cómo hacer de su experiencia en mundo del arte el mejor instrumento para acercarlo a los niños. Hoy hablamos con ella para aprender un poco más sobre todo ese talento que podemos ver en las paredes de este rincón.
Fue después de parar un tiempo, coincidiendo con la maternidad. Esto de ser mamá me ha llegado tarde y pensé que, como sólo iba a tener un hijo, valía la pena dedicarme a él durante su primer año y medio. Entonces surgió la idea. Me pareció que podía decorar su habitación con algunas de las piezas de mi pequeña colección de arte, y simplemente funcionó. Además, durante este período también investigué y no encontré ningún proyecto parecido. Da un poco de miedo empezar con algo que no ha existido antes, ¡pero también es emocionante!
Antes de abrir, la reacción era de entusiasmo mezclado con un poco de “a ver cómo va a ser”. Una reacción natural, al no tener referencias ni ser el mejor momento – no quiero decir la palabra, pero sí, la crisis… Cuando inauguré la verdad es que la prensa se interesó mucho, me hicieron mucha difusión, y creo que en general les hacía ilusión comunicar un proyecto como este – así que doy las gracias de verdad a todos, ¡también a vosotros!
Tienes razón al decir que la calle Séneca cuenta con un grupo de tiendas y proyectos relacionados con el diseño, la decoración y el arte; y me parece fantástico, pero es que además es una calle por la que siempre he intentado caminar si me venía de paso. Siempre he vivido en Gracia y la conozco bien, he visto muchos cambios pero nunca he dejado de hallar tiendas que la hacen distinta. Te parecerá mentira, pero el local lo encontramos por casualidad. ¡Obviamente no lo podíamos dejar escapar! No vería ahora mismo mi galería en otra calle que no fuera esta. Estoy muy bien acompañada.
En Plom colaboro con un grupo de artistas y ilustradores que me gustan mucho, ese es el principal criterio. Todos ellos trabajan desde hace años en diferentes medios, son versátiles y eso facilita que la mayoría de personas a las que les interesa mi proyecto sepan quiénes son y les resulten familiares los temas y el estilo, y eso me da seguridad y garantía. He intentado escoger estilos que transmitan optimismo, me gusta que las piezas sean divertidas, tengan color, sirvan para inventar historias… Por nombrar a algunos de ellos, trabajo con Miju Lee, Eva Armisén, IBIE, el grupo Badabum, Hye Young, Vall Karsunke o Brosmind.
Bueno, ¡de entrada el tamaño de mi local! Sólo dispongo de 30m2, que es el total desde que entras hasta que llegas al almacén (risas). Mientras que la mayoría de galerías disponen de ese espacio para guardar la obra de los artistas… Pero aparte de eso, pienso que mi proyecto invita a entrar y quedarse, no a pasar de largo. Me sabe mal ver que hay espacios preciosos donde artistas de calidad pasan desapercibidos porque el espacio tiene la puerta cerrada y mirando en el interior no ves a nadie. No me parece acertado. Mi galería, además de dirigirse a un público nuevo, es más bien una tienda: mi intención es vender arte. Y para hacerlo creo que es necesario que la gente lo entienda de otra forma, no con mirada de “entiendo de arte”, sino con la mirada de “esto me gusta y puedo y quiero llevármelo a mi casa”, como cuando consumes otro tipo de cosas que te gustan.
Esta pregunta viene al hilo de la anterior: ¿por qué no miramos el trabajo de los artistas tal y como hacen los niños? Sin prejuicios ni complejos por no saber o no entender. Los niños son sinceros y naturales, y cuando tienen cierta edad, a partir de los 7 o 8 años, son capaces de hacer su propia interpretación y verbalizarla. Eso me encanta. No creo que exista un “arte” especial para niños – todas las formas de expresión pueden asombrar y despertar su curiosidad.
A los niños les hace gracia y les gusta reconocer escenas, personajes y situaciones, y en general en Plom Gallery las piezas son casi todas figurativas, así que todos los artistas les llaman la atención. Cuando están atentos, claro… No siempre se consigue captar su mirada, hay mucho en lo que fijarse.
Por el momento, la mayoría de los que compran obra son los padres pensando en sus hijos, como regalo realmente especial. Pero hay niños que se han decidido a comprar, y lo han hecho con su dinero. De algunas situaciones así, el año pasado surgió la idea de lanzar el Plom Piggy Bank, una hucha en forma de cerdito con la que proponemos a los niños y a las familias ahorrar para invertir después en arte contemporáneo. Es una buena fórmula para hacer un esfuerzo conjunto, padres e hijos, y tratar de conseguir un objetivo sin prisas. ¡Al final podrán tener una pieza de artista para disfrutarlo todos!
Sí, claro que lo he pensado, es algo que tengo en mente desde que empecé a proponer a mis clientes los talleres que hacemos un sábado al mes. Más que talleres, me gustaría llamarlo "experiencias artísticas", o alrededor del arte.
Es muy, muy enriquecedor ver trabajar a los niños de la manera en que lo hacen, se consiguen muchas cosas más allá de realizar una actividad plástica. Por eso creo que tenemos que ir creciendo en esa dirección y llegar más lejos.
Pues así rápidamente te diría que me quedo con la boca abierta cuando veo pinturas de Mark Ryden. Pero creo que estaría en la frontera de lo adecuado para Plom Gallery… Y hay otro artista con el que me encantaría colaborar, que es Andy Rementer.
Creo que Barcelona es una ciudad genial en la que hay muchos artistas trabajando duro y luchando, todos los que yo conozco no paran, me merecen mucho respeto y hay que hacer lo que sea para que puedan seguir y darse a conocer. Pero ¿industria del arte? No lo tengo muy claro…