Sin embargo, aunque de apariencia opuesta, las dos ideas tienen algo en común: el gusto por lo natural, lo auténtico y lo sincero. El respeto por la propia materia. La artesanía. Lo que hace diferente Pedrusco son unas manos, las de la propia Irene, que a pesar de iniciarse en diseño y moda, su curiosidad pronto la llevó a experimentar con diferentes técnicas y materiales. Así acabó en la cerámica, y así nació Pedrusco.
Desde su estudio en Bilbao, Irene propone unas colecciones cocinadas a fuego lento: piezas hechas una a una con sus propias manos, sin moldes, con cariño. Y como ocurre siempre que se sigue esta receta, al final, el sabor es muy diferente.