Siendo la multitarea una de las características de nuestra generación, resulta cada vez más difícil definir una única cosa como nuestra preferida. Sí, sabemos cuáles son nuestras canciones favoritas, pero ¿quedarnos con solo una? Casi imposible. Y más allá de los gustos personales, las ganas de abarcar diferentes proyectos y transformarse constantemente también son comunes a la hora de trabajar. Madrid In Love capta esa esencia a la perfección. Un estudio que, más allá del interiorismo, trabaja en proyectos creativos de todo tipo, permitiendo a sus creadores estar siempre cerca de aquellas cosas que realmente les gustan.
Aclamados por sus pop ups y colecciones de decoración, su proyecto gastronómico Dray Martina (todo un éxito en la capital) y sus trabajos de interiorismo en locales como la boutique Magüen 11:11 o la heladería Mistura, Madrid In Love ha conseguido definir una estética muy reconocible, a base de la utilización de materiales naturales como la madera en espacios de carácter más industrial, y una iluminación muy cuidada. Este espíritu, refinado pero cercano, y su capacidad a la hora de implicarse en múltiples aventuras, son parte del ADN de la empresa, y la clave de su éxito, hacer siempre lo que les gusta. Hablamos con Juan Luis Medina, la mitad del dúo formado con Naroa Quiroga, que nos lo cuenta con sus propias palabras.
¿Qué es Madrid In Love y cómo empieza?
En principio Madrid in Love empezó siendo un proyecto de moda, un showroom de mi socia Naroa, que venía del mundo de las finanzas. Habíamos coincidido trabajando como estilistas en ferias internacionales del mueble, mientras yo estaba trabajando y estudiando con Tomás Alía. Empezamos con un proyecto, que era el pop up store, porque nos permitía a los dos seguir trabajando en otros sitios, lo que nos venía fenomenal. Eso hizo que la gente nos fuese conociendo. Luego ya creamos Madrid In Love como estudio de interiorismo, aunque realmente es un estudio de todo, donde hacemos proyectos que nos gustan. Poco a poco hemos ido avanzando, aunque no somos los típicos interioristas, incluso hacemos eventos, preparamos cosas fuera de España… Eso es Madrid in Love. Eso y lo que será, porque al fin y al cabo hemos creado una marca que hoy vende muebles, pero mañana puede vender ropa o experiencias, historias…
Sin duda es un concepto diferente al que estamos acostumbrados, pero muy acorde con la tónica del siglo XXI. ¿Qué opinas sobre el momento actual?
Es parte de los tiempos que corren, vivimos una crisis económica muy fuerte en nuestro país y la gente joven se está reinventando… O se va al extranjero, porque aquí dentro lo ponen muy difícil. Tenemos unos políticos en los que no creemos y nadie hace nada para cambiar. Se están creando conceptos nuevos con profesiones de toda la vida, gente que vuelve al campo, se dedica a la cerámica… Hay gente que se dedicaba al mundo de los negocios, vivían en París o Nueva York, y de pronto montan un comercio orgánico. Son emprendedores que quieren vivir sus sueños. Supongo que es consecuencia de lo que vivimos. Las crisis, en algunos aspectos, pueden venir muy bien, especialmente para la gente joven. Decidimos buscar nuevas ideas, dar una vuelta a todo, y eso es lo que hacemos: sobrevivir y luego trabajar, sobre todo, en cosas que nos gustan. Para mí eso es el auténtico lujo, despertarme todas las mañanas y saber que haré una cosa nueva, un proyecto nuevo. Estamos en el mejor momento de nuestras vidas, haciendo lo que nos gusta y pensando siempre en dónde ir a continuación.
Vuestra estética es única. ¿Cómo la entendéis vosotros?
No sabría decirte el estilo que tenemos. Nos encantan los materiales muy cálidos, y recuperar materiales de derribo y darles un uso nuevo, estamos muy en comunión con todo eso. Creamos sitios con carácter, amables, pero vamos cambiando la línea y el estilo, vamos progresando. El interiorismo evoluciona, no cambia tanto ni tan rápido como la moda, pero sí que tiene un proceso de transformación. Así que tienes que ir avanzando, buscando, para saber qué es lo próximo. Ahora lo tenemos muy fácil, podemos hacerlo desde casa investigando webs, y acudimos a muchas ferias. Además, hay gente que te aporta cosas muy buenas. Es importante trabajar con gente nueva, de hecho toda la gente que hay en el estudio es joven, acaban de salir de la universidad y tienen inquietudes, quieren aprender, ver cosas, nutrirse de lo que pasa alrededor de mundo. Pero sí, diría que hay algo, no puedo describir qué es, que se nota dentro de los locales en los que trabajamos. Y eso es muy bueno, creo. Con el tiempo, está bien que te reconozcan, aunque sean estilos totalmente diferentes.
Da la impresión de que tenéis una filosofía que se basa en compartir: el espacio, las pop ups, las colecciones… Buscáis el contacto con el público, ¿no es cierto?
Al principio, nosotros no pensábamos realmente en el proyecto, creíamos que era algo que llegaría eventualmente. Se nota muchísimo cuando alguien hace lo que le gusta con cariño. Ser sencillos y cercanos nos ha llevado a que esto funcione, y cada vez más. Así que intentamos no perder el contacto directo con el público, que es quién te aporta, y tener siempre en cuenta que, cuando haces algo, no es para ti. Creo que, sin ser pretenciosos, nuestros espacios no dan miedo al entrar, es una mezcla muy amable. A mí, de hecho, me encantan los locales públicos, porque los habita un montón de gente diferente, y son realmente bonitos cuando están llenos. Suelo esperar un par de semanas después de acabar un proyecto para poder ir, ver cómo se esta desenvolviendo y cómo funciona, y entonces me empieza a gustar.
Siendo parte de tantos proyectos diferentes, ¿cómo seleccionáis en cuáles queréis participar?
En principio van viniendo, después de un proyecto salen un montón de cosas nuevas. También participamos en concursos, que son propios en un momento de crisis como este. Al final no rechazamos casi nada, salvo que no vaya con nuestro estilo y creamos que no podremos satisfacer al cliente. Pero tenemos la suerte de que suele ser gente joven, como nosotros, y acabamos siendo amigos, hay feeling cuando trabajas con ellos. Al principio es difícil, pero luego te dan la llave para hacer lo que quieras, y llegar a este punto es genial. Por otra parte, también tenemos clientes que tienen muy claro desde el principio lo que quieren, hay un concepto muy definido detrás. Y eso también nos gusta muchísimo, resulta un poco más estresante pero el resultado es muy satisfactorio.
Os embarcáis en aventuras de todo tipo, desde luego parece que os guste quedaros en la zona de comfort… Pero, ¿hay algún material con el que nunca trabajaríais?
Los plásticos. Todo lo que es demasiado brillante, al final chirría un poco. Pero bueno, creo que sería capaz de hacer un local todo de plástico. Me pasaba algo parecido en la universidad, me proponían un material y yo decía ¡qué horror!, pero después de tener una conversación con la directora de la escuela, llevaba a cabo un proyecto hecho solo con ese componente. No hay que decir no a nada, y puedes hacer cosas fantásticas con todos los materiales, ¡pero sí que es verdad que hay algo dentro de mí que me tira para atrás con el plástico! (Risas). Y al contrario. Por ejemplo, los materiales nobles como la madera, me encantan. Me parece confortable, cálida, con muchísimas posibilidades, así que casi siempre recurro a ella.
El proyecto de la heladería Mistura tuvo muy en cuenta los materiales ecológicos y el reciclaje. ¿Qué importancia tiene ese aspecto dentro del mundo del interiorismo?
El cliente quería contar que el helado era ecológico sin tener que decirlo, no necesitábamos escribir “heladería orgánica”, sino conseguir que la gente lo sintiese. ¿Y cómo lo consigues? Utilizando un material que te transporte a lo natural. La verdad es que sí que estamos sensibilizados con este aspecto, porque cuanto menos contaminemos mucho mejor para todos, pero también hay que decir que, por desgracia, hay muchas cosas muy bonitas que contaminan y lo orgánico es una tendencia, pero desde luego es importante, y es el futuro de lo que viene. Creemos que vuelve el minimal cálido y materiales reciclados con mucho carácter. Como he dicho antes, nosotros reutilizamos un montón de muebles que tenían un uso determinado y le damos uno nuevo, nos encanta mirar atrás para recuperar. Y es que, al final, ¿qué inventas tú realmente?
Uno de vuestros proyectos más recientes es Dray Martina, el restaurante que habéis creado vosotros mismos. Al ser un proyecto tan personal, ¿supone la culminación de todas las cosas que os gustan?
No tiene porqué. Es un poco lo que le gusta a Martina, y Martina podría ser cualquiera del estudio, tiene un poco de cada uno. Pero no nos define como tal. Variamos mucho, el gusto va cambiando. Dray Martina es un proyecto que sentimos así en un momento dado. Y el siguiente, si es que hay otro, será otra cosa completamente diferente. Así que nos refleja a nosotros, pero tan solo en un determinado momento.
Al hablar de interiorismo se suele citar con frecuencia la tarea de “psicólogos” que debéis llevar a cabo. ¿Cuáles son las problemáticas frecuentes que encontráis como psicólogos?
Es súper curioso, se trata de algo que suele pasar sobre todo en viviendas privadas. Te encuentras a parejas que tienen una idea preconcebida de cómo les gustaría vivir, pero cuando realmente te sientas con ellos, empieza el proyecto y te cuentan sus necesidades, te das cuenta de que no quieren vivir como te lo están mostrando. Al final entiendes cuáles son sus auténticas necesidades, le das la vuelta a lo que ellos tenían pensado y acaban encantados. Te los llevas a tu terreno escuchándoles y diciéndoles lo que piensas, y llega un momento en que te escuchan y confían en ti.
De los escritores se suele mencionar el miedo a la página en blanco. ¿Existe el miedo al espacio en blanco?
No me asusta, porque al final lo que cuenta es tu equipo, ¡y no todo el equipo puede quedarse en blanco! Confío mucho en la gente con la que trabajo. Sí que es verdad que hay veces que te cuesta más, o que tienes un proyecto en mente y no sabes por dónde cogerlo… Pero de repente sale todo, y en realidad, pienso conceptos por adelantado. Por ejemplo, como decía antes sobre el restaurante, hemos abierto Dray Martina hace nada y ya tengo la idea del siguiente. No sé si lo haremos o no, pero he pensado en el nombre, en cómo van los camareros, en qué comida se sirve… Simplemente es algo que me divierte.
Vuestro nombre implica una fuerte conexión con la ciudad. Pero, ¿se os queda pequeña Madrid o aun tenéis mucho por conquistar en la capital?
Para nada, nos encanta Madrid y creo que hay miles de cosas por hacer todavía. Lo bueno es que ya hay mucha gente creando cosas chulísimas, profesionales que admiramos. Queremos que pasen cosas aquí y para la gente de aquí, que creo que se empieza a despertar y tener inquietudes que no había antes, y que en otros países sí que existen. Quizá nos gustaría salir, por probar y hacer cosas nuevas en espacios diferentes, Londres o Nueva York serían maravillosos. Pero yo no cambiaría de ciudad, ¡se vive como Dios! (Risas). Madrid tiene una energía muy buena. Cuando estas un poco deprimido, te echas a la calle y se te pasa todo.
Con vosotros, es fácil aplicar aquello de “expect the unexpected”. ¿Alguna pista sobre los próximos movimientos de Madrid In Love?
Nos gustaría muchísimo tener un estudio mucho más grande, ampliarlo con diseñadores gráficos, industriales, con coolhunters de moda... Eso me encantaría, poder llegar a tener un espacio con un montón de gente diferente y hacer proyectos comunes. Daría una posibilidad de hacer y crear que, limitándonos a ser solo un estudio de interioristas, no tenemos. Y a parte me encantaría hacer proyectos muy diferentes, por ejemplo un hotel, ¡o un yate! (Risas)
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