Regresar al lugar en el que uno fue feliz puede resultar una trampa o convertirse en una especie de auto sabotaje, ya que no siempre es tan idílico como se recuerda. Una se olvida de los motivos por los que se fue, de que la vida ha continuado sin ella, sin más, desintegrando todo lo que había conformado su existencia hasta entonces.
Noemí se siente rara y desubicada. Sus relaciones más cercanas parecen fragmentadas, enfrentándose bajo un ritmo circadiano –la película transcurre en apenas 24 horas– a una serie de encuentros breves que la llevan a replantearse su pasado, su futuro y su lugar en el mundo. El personaje que interpreta Macarena García no sabe lo que quiere realmente o tal vez lo sabe, pero no siente la fuerza y determinación necesaria para lograrlo. Solo a través de una serie de encuentros y despedidas podemos configurar su personalidad, con menos aristas de lo que aparenta. Escenas que se yuxtaponen de manera dramática y cómica, mostrándonos que la vida siempre encuentra nuevas formas de resolverse y que tal como le aconseja la figura de su abuelo en un momento clave del film: “Uno siempre debe estar en el lugar en que es más feliz”.