Al final, cada artista o ilustrador tiene un estilo diferente, algo que le diferencia del resto. Eso es lo más especial para un creador, ser único. En mi caso, no existe ninguna ilustración sin color, y mucho menos sin mi marca personal. Toda la simbología está en los ojos, firmados con cuatro pestañas largas que sobresalen del párpado inferior. Es un detalle tan personal que siempre lo incluyo en mis ilustraciones. Para mí, los ojos son la clave de todo, hablan por sí solos y cuentan una historia.
Esas cuatro pestañas largas nacieron después de un momento de estrés. Concretamente, durante un día gris en el que me sentía absolutamente apática y malhumorada. Estaba haciendo un dibujo y algo no me convencía. Intentaba arreglarlo persistentemente pero no surtía efecto. Finalmente, lo taché con líneas negras, garabatos, corazones y estrellitas. Dos días después, vi en mi escritorio el pequeño desastre que había hecho. Lo miré y me di cuenta del detalle de uno de los ojos, cuatro líneas rectas. Y esas líneas acabaron convirtiéndose en mi nuevo sello, en mi identidad.