Las fotografías de Laia Benavides, conocida principalmente por sus numerosos trabajos en el campo de la moda, nos acercan con sinceridad a su experiencia personal, una que inmortaliza la belleza de un largo viaje por todo el mundo. "Blinded by the road trip" es el título de su última exposición, una selección de fotografías que nos sumergen en su particular visión del mundo, delicada y transparente. La Galería Bazar de México DF ha sido el lugar escogido para esta muestra, Laia aporta así su granito de arena al bullicioso ambiente artístico de la ciudad. Tuvimos la oportunidad de charlar con ella para que nos contara, más allá de las imágenes, su pequeña odisea personal.
“Blinded by the road trip” es tu primera muestra en el continente americano. ¿Qué nos vamos a encontrar en ella?
Se exhibe mi trabajo personal, ¡todo en 35 milímetros! Tiene título pero no trasfondo, cada uno se imagina lo que quiere con cada imagen, no tiene ni principio ni fin. No hay orden cronológico. Son imágenes bonitas, momentos especiales. Es el producto final de un viaje con muchas cámaras, muchos carretes y muchas ganas.
Viendo las fotografías de la exposición, todas ellas cargadas de una belleza muy efectista, me viene una duda a la cabeza, ¿has recorrido seis países para este proyecto o el proyecto nació durante este viaje?
El viaje fue primero, a raíz de un impulso y un break claramente necesario. De ahí el título de la exposición. Se convirtió en algo sobre inspiración y redescubrimiento. Un cambio de lo digital a lo analógico. La cámara y yo, sin equipos, ni modelos, ni maquilladores. Solo pasear y disparar lo que me gustaba y apetecía, sin nadie que hiciera un filtro a las imágenes después. Al final acabó siendo el objetivo del viaje, hacer fotos, buscar el mejor sitio para revelarlas y seguir. Al juntarlas todas, nació el proyecto.
El cariño por lo austero y por la fuerza de los colores, así como por la luz, le dan a tu obra un carácter entre lo documental y lo artístico. ¿Es éste un proyecto que nace desde lo puramente personal?
Totalmente. No es el encargo de nadie, y se hizo sin la intención de ensañárselo a nadie, sin presión de si saldría bien o mal. Todo relajado y fluido, así nacen todas estas imágenes.
La honestidad en tu manera de mirar, esa facilidad para inmortalizar la sencillez, nos acercan mucho a tu experiencia. ¿Qué ha supuesto este viaje para ti?
Inspiración, descubrimiento, fotos, moteles, horas azules, mar, piscinas, túneles, fotos, pensar, cambios, catedrales, fotos, carreteras, trenes, catacumbas, Nikon, flores, lagos, nieve, sexo, Contax, fotos, fotos...
¿Qué lugar te regaló tu momento más inolvidable?
Ufff... Hay muchos, pero París se lleva el premio gordo (risas). Me llevaron a las entrañas de la ciudad, túneles con metros circulando, un paseo con nombres en las paredes de gente que está y que no. Mi corazón latió muy fuerte y rápido allí.
Tu exposición es la muestra de que pese a la tecnología digital, lo analógico siempre va a estar presente. ¿Qué te hizo decidir cargar tu maleta de carretes y disparar en analógico?
En mi opinión, lo analógico es único. Es lo que ha hecho que vea cada fotografía como única, pensada y reflexionada. No todo vale. Algo me llamaba la atención y era bonito, pero al ponerme la cámara en la cara cambiaba de opinión, no disparaba, la guardaba. Pensaba: solo tengo carrete para 36 fotos, habrá otra mejor en un rato, o no... Cuando cargaba mi cámara digital sí disparaba... Y puede que no solo 1, 3 o 5 veces. Pensaba: No me convence, seguiré disparando... Disparando sin pensar. ¡Saldrá! En vez de pensar que no funciona porque simplemente no funciona.
México DF es hoy una bulliciosa capital cultural. ¿Cómo es tu relación con la esfera artística mexicana?
¡Bulliciosa! (risas). He tenido la suerte de estar rodeada de muchos artistas de renombre que me han recomendado los mejores sitios donde ir. Galerías, instalaciones, obras de teatro, charlas interminables... Aunque todos se quejan de lo mismo, se valora más lo de fuera que lo de dentro. Eso nos pasa un poco a todos. También todos coinciden en cambiarlo. Hay ganas, energía, talento, creatividad y diversidad artística. Todos saben de todo y se interesan por todo.
¿Tienes en mente algún otro viaje? ¿Dónde estás realmente establecida?
Establecida... (risas). Creo que mi novio también se hace esa pregunta a menudo. No sabría contestarte. Sí sé que me encantaría ir a Australia, Londres, otra vez a París, Sudáfrica, Chile, Argentina... ¡Grecia! Tengo ganas de playa, como todo el mundo supongo. Poco a poco iré viendo cómo lo hago. Hay que ahorrar.
¿Tendremos la oportunidad de ver la exposición en España?
¡Seguro! Allí se está cociendo un libro de este proyecto y una serie de exposiciones. Seguro y espero que pronto.
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