Desde un collar de cucarachas de plástico hasta los perfumes más extraños y difíciles de encontrar, pasando por esculturas llenas de cristales y obras de arte con mariposas disecadas, todo lo que imaginas se encuentra aquí. La Basílica Galería nació como una joyería donde su dueño, Piotr Rybaczek –o Pedro, como le gusta que le llamen tras llevar viviendo casi quince años en Barcelona– es libre de dejar volar la imaginación y exponer las piezas más extravagantes que hayas visto hasta el momento.
Después de casi una década, Pedro ha dejado su emblemático y recóndito local en el Gòtic para trasladarse a un pasaje en Passeig de Gràcia, una calle donde puedes comprar exactamente lo mismo que en cualquier otra gran ciudad del mundo y donde triunfa gracias al factor sorpresa. Es de espíritu emprendedor, arriesgado, excéntrico, único; y La Basílica Galería no deja de ser un reflejo de su personalidad. Rebosante de energía hablamos con él sobre por qué vino a Barcelona, cómo ha evolucionado el proyecto desde sus inicios, y qué planes tiene para el futuro.
Antes de empezar a hablar de La Basílica Galería, nos gustaría saber más sobre la persona que hay detrás de ella. Piotr, ¿de dónde vienes? ¿Cómo acabaste en Barcelona y qué ha hecho que te quedes?
Nací en Polonia y estudié economía y artes plásticas en Varsovia. Mientras estudiaba trabajé en Citibank, e incluso un día gané un concurso al mejor trabajador –el premio era una semana en las Islas Canarias. Todavía me acuerdo de ese primer vuelo y de la sensación del aire caliente y seco, y también de ese idioma tan blando y musical. Pienso que fue entonces cuando mi mente tomó una decisión.
Al acabar los estudios lo dejé todo y me compré un vuelo solo de ida a Barcelona, sin pensarlo dos veces. Aterricé en septiembre de 2003 y al llegar las ruedas de mi maleta (de 40kg) hicieron click (metafóricamente hablando). Pregunté al taxista cuánto costaba el trayecto hasta el centro, y me respondió que unos sesenta euros. Había leído que debería ser mucho menos, y pensé que si el primer día ya me querían estafar, debía andarme con cuidado y no confiarme. Por suerte, chorizos así he encontrado pocos en los catorce años que llevo en España.
La Basílica Galería nació en 2007 como un establecimiento único de joyería contemporánea. ¿Cómo surgió la idea de crear un espacio así?
En 2004 era uno de los ganadores de Enjoiat, el concurso de joyería contemporánea del FAD y pensé que si lo que había hecho había gustado tanto, tenía que disfrutar del momento. Ojo: en 2015 me pidieron que fuera jurado del mismo concurso, ¡todo un lujo!
Hice una colección y salí a la calle, pasé por varias tiendas y me compraron todo lo que tenía o se lo quedaron en depósito. Era todavía esa época en la que se vendía todo, era increíble. Además de joyas también hice bolsos y otros complementos, y todo desparecía de las estanterías. Durante un tiempo también participé en un mercadillo que se celebraba en el Maremagnum, y es ahí donde conocí a Ludo, un diseñador de moda francés buenísimo. Un mes después de acabar el mercadillo, me llamó para proponerme que abriéramos una tienda juntos con su ropa y mis joyas; para mí, ese proyecto fue un regalo. La experiencia fue total, y en tan solo cuatro meses estábamos abriendo la segunda; pero al poco tiempo Ludo siguió con su ropa por otro lado, y yo en 2007 abrí las puertas de La Basílica Galería en el Gòtic.
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¿En qué punto decidiste ampliarlo y convertirlo también en perfumería niche?
Para traer tantas joyas hay que viajar. Me encanta y lo disfruto mucho, y en casi cada viaje me compraba un perfume sin saber que era nicho –aunque sí que es verdad que me gustaban perfumes raros que solo encontraba en sitios poco conocidos. Empecé a buscarlos en España y me di cuenta de que solamente había cuatro o cinco tiendas que vendieran perfumes así, y además tenían muy poca oferta y no había ninguna que ofreciera solo los perfumes (sin cremas ni cosmética). Yo soy de blanco o negro: poco no me basta, lo quiero todo. Si no encuentras algo que buscas, hazlo tú. Empecé informarme y a trabajar en ello, y en 2014 abrí las puertas de La Basílica Galería Perfume.
¿Como definiríais en conjunto la Basílica Galería? ¿Cuál es el resultado final de toda esta amalgama?
Una clienta un día dijo que es un gabinete de curiosidades, y creo que en parte podríamos definirlo de este modo. Más que nada es un espacio de sinergia entre lo posible y lo imposible. No hay límites: tenemos desde un collar de cucarachas hasta un anillo de oro con diamantes, pasando por el perfume de calidad más caro del mundo. No se trata solo de lo que vendemos, sino que también importan el entorno, el espacio, la decoración, los colores, la música, etc. Es pura intención. La Basílica Galería intenta dar tanto como a ti te gustaría recibir.
Inicialmente se encontraba en una calle medio escondida en el Gòtic. Hace unos meses, sin embargo, os mudasteis en un pasaje de Paseo de Gracia. ¿A qué se debe el cambio de ubicación? ¿Qué oportunidades ofrece el nuevo espacio? ¿Hay algo que eches de menos del antiguo?
Sí, han sido nueve años en el Gòtic. Han pasado muchas cosas –la mayoría buenas–, pero me canso rápido; necesito novedades, cambios, soy inquieto. Más de una vez han venido inversores con el objetivo de expandir La Basílica Galería por grandes capitales mundiales, pero no sé, todo lo que ofrecen es muy frío. Solo ven el dinero y no entienden el concepto, y al final esto es una empresa familiar –aunque yo soy el único miembro (risas). Cuando aparezca un inversor que sepa y entienda sobre el alma, es posible que veamos La Basílica Galería en otros lugares del mundo.
Pero este cambio se debe a que ya estaba un poco cansado de la luz del barrio, y era siempre lo mismo, todo muy previsible, y eso no es lo que me gusta. Además la masificación cercana de negocios de souvenirs me estaba matando. No me puedo permitir tener al lado de mi galería un local de este tipo; lo siento, ¡pero no!
Busqué un nuevo local durante dos años, y por fin apareció en el que estamos ahora. La ubicación es increíble; sí que es un pasaje, pero es lo que le da el toque nicho. Me parece que no encajamos en pleno Passeig de Gràcia; esto pertenece a las empresas globales (lastimosamente). Y si pensamos en el cliente que pasea entre los masificados Zara, H&M, Dior o Gucci, y que luego va a tomar algo a El Nacional, creo que encontrarse con La Basílica Galería es un respiro, el toque sorpresa. Pero debo admitir que echo de menos la Plaza Sant Felip Neri, la terraza del Hotel Neri y Sardo Vermell de Salterio de manos de Fátima.
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Más allá del continente, la clave del éxito es su contenido. Todo lo que se vende tiene un punto de singularidad, unicidad e incluso extravagancia. ¿Qué criterio sigues a la hora de elegir los productos? ¿Cambia según si son piezas de joyería, perfumes u obras de arte?
No, es el mismo método. Tengo la suerte de vender lo que me gusta, lo que pienso que puede gustar a la gente. Si hay un loco como yo que compra directamente del artista o del perfumista, pues habrá otro loco que lo comprará en mi galería –y hasta ahora he tenido la suerte de que hay muchos como yo. Las joyas y las obras de arte me entran por los ojos y por el tacto; los perfumes por el olfato y –aquí sorpresa– el sabor. Hay un antiguo truco para probar los perfumes: si te queda sabor ácido, significa que no son muy buenos; pero si te queda un sabor amargo, dulce o imposible de definir, es que vas bien (obviamente no recomiendo que nadie lo haga).
Teniendo en cuenta que el espacio ofrece productos fuera de lo convencional, intuyo que las personas que acuden a la galería también lo son. ¿Cómo es el cliente de La Basílica Galería? ¿Qué viene a buscar, o qué espera encontrarse?
Curioso; así es el cliente de la galería. Cuántas veces he escuchado decir “si no lo encuentro aquí, ¡ será imposible!” Es un lujo escuchar esto. Me atrevo y arriesgo mucho con la selección tanto de joyas como de objetos o de perfumes, pero el cliente lo agradece. ¿Sabes cuando hay clientes (turistas) que vuelven cada año y te dicen que lo primero que hacen en Barcelona es venir a mi galería? Los ojos se me inundan como una piscina. También me pasa con los clientes de aquí cuando traen todos amigos e invitan a gente para enseñarles mi espacio. Esto significa que no es solo una galería/tienda, sino que es una atracción, y esto es lo mas difícil de conseguir. El futuro no consiste solo en vender (hablando de tiendas fijas), sino que hay que ofrecer al cliente un valor añadido como recuerdo.
Por curiosidad, ¿cuáles son tus cinco perfumes favoritos y por qué?
Ummm... me estás preguntando por una cosa que tiene que ver con mi nuevo proyecto, ya que he encontrado otro nicho en el mercado, así que no puedo responder (risas). Pero te diré los nombres de los cinco perfumes más recientes que hemos adquirido, y que transportan mi mente:
Metal Absolu: este perfume me mató, es impresionante.
Paloma y Raíces: solo por el nombre ya me quito el sombrero, y quiero mi sueños tengan su color.
Odejo: ¿sabes el olor cuando cortas el pepino? Muerte súbita.
Tango: sin peleas sobre si viene de Argentina o de Uruguay. Me quedo en el ferri que une a los dos países con una copa de vino tinto mientras disfruto de la belleza de sus mujeres.
Insulo: almizcles enigmáticos que me casi me llevaron a Hogwarts; quiero ser mago.
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Contáis con más de mil perfumes. ¿Cómo ha sido el proceso de seleccionar tal cantidad de olores? ¿Y cómo conseguís encontrar un perfume para cada cliente?
Me parece que empecé con una selección de unos trescientos perfumes; y cuantos más tienes, más quieres (por lo menos yo). Te vas dando cuenta de que hay muchos perfumes buenos. Pero no tenemos toda la oferta ya que algunos productos no me gustan, o no me gusta la manera de trabajar de las casas de perfume, o simplemente he conocido al perfumista personalmente y me ha caído mal (soy maniático). Una vez, una perfumista cuyos productos vendíamos me respondió enfadada por email porque su perfume no estaba en la estantería de arriba sino demasiado abajo, ¡imagínate! Al momento retiré su perfume y le propuse que me devolviera el dinero a cambio de su fragancia. Y me dijo que no, que lo que había comprado ya era mío; así que lo puse al precio de coste –en principio en perfumería nicho no se hacen rebajas– y en tres días me olvidé del tema.
Este año se cumple el décimo aniversario de la fundación de La Basílica Galería. ¿Tienes algo pensado para celebrarlo? ¿Nos puedes avanzar alguna pista?
Sí, cumplimos diez años, ¡dios! (Y mira que soy ateo). La verdad es que sí, estoy preparando un proyecto para ayudar a nuestros clientes a entender mejor qué es la perfumería nicho desde su casa, pero poco a poco.
¿Cómo esperas que prospere y evolucione el espacio? ¿Cuáles son tus próximos objetivos para la galería/perfumería?
La joyería se defiende sola, mira… Cuando empezaron la rebajas entré en el almacén y vi cajas y cajas de joyas que guardamos por cariño, para hacer exposiciones, etc., y decidimos hacer rebajas por primera vez: exponer todo –todo, todo– y aplicar precios con hasta un 50% de descuento para limpiar un poco y así en otoño poder ir a las ferias a gastar dinero con locura en colecciones nuevas.
La parte de la perfumería está posicionándose muy fuerte, y no solo por mí, sino también por el equipo que tengo en la empresa, que comparte conmigo la pasión por la joyería y los perfumes nicho. ¿Qué nos falta? Vino (si pudiera, bebería el día entero; la sangre polaca me pierde). Sé que ya se hicieron catas con perfumes y vinos, pero no de la magnitud que queremos en la galería. Aparear un vino a cada perfume que tenemos es una idea que tengo, y si me copian (prefiero la palabra ‘inspirar’) significa que eres bueno en lo que haces y que gusta a la gente. En realidad, eres como un bosque por dentro: crece, floreces y das respiro a los demás. Y como dijo un día Fernando Pessoa: “El artista debe ser hermoso y elegante, porque quien admira la belleza no debe carecer de ella.”
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