Kiko Alcázar llegó a la fotografía de forma autodidacta y tras abandonar una escuela de arte donde no encajaba. Desde entonces, y con un premio de la Tate Modern de Londres en sus manos, se ha dedicado incansablemente a trabajar, consiguiendo crear un estilo propio y reconocible que no ha pasado desapercibido. Famosos y no famosos reclaman sus servicios para que les convierta en uno de sus toys, los muñecos de esbeltas extremidades y ojos enormes que se han convertido en su seña de identidad. Ahora, instalado en Barcelona, acaba de presentar el diseño del nuevo disco de la artista Yogurinha Borova y prepara nuevos proyectos de esos sobre los que nunca se puede hablar.
Hace unos 5 años, después de trabajar en mil sitios donde no hacía nada de lo mío, llegó ese momento místico en el que te planteas qué es lo que realmente quieres hacer con tu vida. Siempre he estado ligado emocionalmente al mundo del arte, dibujaba desde muy pequeño, hacía mis propios juguetes, admiraba las creaciones de otros artistas y sentía que ese era mi camino también. En el 2000 empecé a estudiar fotografía por las tardes, mientras por las mañanas trabajaba en un almacén de comida. Era la única manera de pagarme los estudios. Aún así pasaron muchos años hasta que empecé más en serio. Fui descubriendo el photoshop y aprendí a mi manera, sin cursos, ni tutoriales, ni nada. Tal vez por eso mi estilo es diferente y muy personal.
Con el tiempo uno se da cuenta de que no hay artistas underground o mainstream. En el mundo de la fotografía, en el de la ilustración, pintura, etc, ese término, underground, no tiene sentido. Ya es difícil hacer lo que a uno le gusta como para etiquetarlo o limitarse con una categoría.
Antes de nada hago las fotos. Primero organizo la sesión y hablo con el retratado. Me gusta saber un poco sobre quien estoy trabajando. En el momento que ya tengo las fotos, viene cuando me encierro en casa, busco la foto que creo que más juego me puede dar y empiezo el proceso del retoque. Esto me lleva normalmente una semana y muchísimas horas al día. Soy un perfeccionista crónico y me gusta superarme en cada foto. No soy nada conformista y esto hace que siempre busque el detalle extremo.
Depende de la foto. A veces tengo tan claro lo que quiero que no me salgo de lo que tenía en mente, y otras veces, voy haciendo y va saliendo solo. La verdad es que es cuando mejor me lo paso. Es muy divertido no ponerse ningún límite y que el retratado tampoco te lo ponga y deposite toda su confianza en ti.
Totalmente. Las editoriales han de arriesgar más, y no lo digo por mí, hay artistas de todo tipo que hacen cosas increíbles, pero de momento aquí se lleva copiar lo que se hace en otros países. Es como si tuviéramos un complejo de inferioridad en esto y nos diera miedo imponernos con algo nuevo. En este país siempre ha habido muy buenos artistas y muy punteros.
Los toys nacieron de la improvisación y de una tarde aburrida probando cosas. Como siempre, yo soy mi propio conejillo de indias, y probé con una foto mía, sin pretensión ni intención de nada. Es más, no quería ni publicar esa foto, fue mi chico el que insistió. Tuvo una acogida muy buena, y hoy en día, ¡es de lo que más gusta de mi trabajo!
No se puede escoger una foto, porque de todas estoy orgulloso. Todas y cada una de ellas me han llevado hasta las que hago hoy. Viéndolas, sé lo que descubrí de nuevo en ese momento. También te digo que soy el mayor y más feroz crítico de mi trabajo, porque el día que sea autocomplaciente, ese día dejará de interesarme.
Las cosas han cambiado en los últimos años muy rápido, y creo, que mucha gente no ha sabido evolucionar con los nuevos cambios. No deberíamos permitir trabajar gratis, ni para tener curriculum, ni porque interesa publicar, y eso lo deberían saber los de arriba. ¿Te imaginas que vas al kiosco y te llevas las revistas sin pagar?
¡Para nada! La mayoría de veces son las personas más dulces, amables y predispuestas que te puedes encontrar. Pensamos que porque su trabajo es muy mediático son seres arrogantes y ya te digo que no es nada de eso. Me lo suelo pasar muy bien trabajando con ellos, escuchando sus ideas y haciéndoles lo más fácil posible su trabajo conmigo.
Tengo varios proyectos en marcha que pintan muy bien, aunque me puede la superstición y prefiero no decir nada, por si luego se tuerce y te quedas con cara de tonto. En unos años me veo en una buena posición en el mundo de la fotografía, tengo la ambición, la seguridad en mí mismo y las ganas de trabajar duro para llegar donde sea, sin metas, ni límites.




