Ni actriz, ni cantante, ni escritora. Tampoco artista. “Soy una buena chica con apariencia de zorra”, responde Jedet cuando le pedimos que se presente a sí misma. A un lado quedan los reconocimientos públicos, los codiciados premios y lo políticamente correcto. Y es que desde que se convirtiese en personaje público gracias a YouTube –y a su más que evidente desparpajo–en 2016, la andaluza ha aprendido a identificar qué quiere (y qué no) en su vida. “Quizás suene mal, pero yo nunca doy una puntada sin hilo”, comenta abiertamente. Nunca quiso dedicarse a vender su vida en Internet, pero siempre fue consciente de que las redes eran la forma más efectiva de hacer llegar su mensaje. En su caso, un discurso basado en la creatividad y el amor propio.
Agradecida a la vida por lo que ha dado, especialmente el poder ser ella misma (además de trabajo, familia y amigas), la creadora habla sin reparo sobre la cara amarga del éxito. “Llegas a cumplir un sueño, pero ese sueño no es tan bonito como creías”. Un choque con una realidad áspera en la que el éxito converge con la falsedad y la manipulación, y que sana a través del arte en sus diferentes formas. “Soy tan sensible que necesito crear para evadirme, es mi terapia”. ¿Su último proyecto?
Malo, una colaboración con la cantante
Bea Pelea en la que reconecta momentáneamente con sus inicios musicales, definidos por el ritmo y el empoderamiento. Ahora prefiere “las cosas íntimas y pequeñitas”, en las que el sentimiento se convierte en el verdadero protagonista. Una nueva forma de entender la música, más honesta consigo misma, que también aplicará a sus futuros trabajos. “Me gustaría sacar un álbum antes de verano, pero quiero que nazca de forma natural”.