Bárbara Lennie se enfrenta a uno de los papeles protagonistas más complejos de su carrera, Malena, una médica de Buenos Aires que emprende un viaje incierto en el que se encuentra con todo tipo de obstáculos morales y legales con un único objetivo: ser madre. Conversamos con ella sobre Una especie de familia, el último filme del cineasta argentino Diego Lerman, galardonado con el Premio a Mejor Guión tras su paso por la última edición del Festival de Cine de San Sebastián.
¿Cómo fue el proceso de construcción emocional de Malena, tu personaje, que lucha por ser madre cueste lo que cueste?
La realidad es que llegué a este proyecto con muy poco tiempo. Diego Lerman me escribió un mail un mes antes de rodar. En este breve período tuve que construir un personaje que sostiene prácticamente toda la película –y con una gran complejidad emocional. Para ello realicé un trabajo de inmersión total durante dos semanas en Argentina. Tuve muchas charlas con Lerman para conocer los factores que quería jugar para darle vida a Malena, una mujer que se mueve en lo indefinido. Es una mujer que parece que cuando va a llegar a su objetivo, cambia repentinamente de opinión. Hicimos varios ensayos con el resto del elenco y varias entrevistas con mujeres que habían atravesado situaciones parecidas. Así tuve claro que lo importante del personaje de Malena es la narración de su propia vida, saliendo adelante tras su momento de abismo personal.
¿Cuál es tu opinión acerca de Diego Lerman y su trato del punto de vista femenino, tan característico de su cine?
Efectivamente, todas sus protagonistas son mujeres en entornos violentos o en situaciones complicadas, pero agradezco mucho que escriba sobre personajes que son poderosos, después de todo. Diego es un hombre muy sensible, con una capacidad analítica destacable, y posee una gran conciencia social sobre lo que está contando. Hay una postura política en cuanto a lo que te pide como actriz, y en cómo te lo pide. Lo nuestro fue un trabajo mano a mano desde el minuto uno, y por su parte fue una apuesta: no me había visto ni siquiera hablar argentino. Fue totalmente un ejercicio de confianza, al igual que yo la tuve en él; ambos somos muy intuitivos y nos gusta el riesgo, así que nos dimos la mano y saltamos.
Una especie de familia es una de las películas en las que más se me ha preguntado, y como actriz, debo decir que a veces es difícil hacer que tu voz esté presente en la construcción de la película. Pero en este caso siento que la mía lo ha estado, y mucho.
El filme ha sido galardonado con el Premio a Mejor Guión en la última edición del Festival de Cine de San Sebastián. ¿Cuál fue la primera impresión que tuviste al leerlo?
Mi primera impresión fue: “a ver cómo c*****s hago esto” (risas), porque cuando lo lees parece que le sucedan millones de cosas al personaje. Es curioso porque es una película que mezcla el thriller con el cine atmosférico e íntimo, así que al enfrentarme a la lectura pensaba constantemente en lo que le estaba sucediendo a Malena, un personaje que estaba constantemente desbocado. Mi sensación era de no tener ni idea de cómo iba a hacerlo, pero me lancé igualmente.
Imagino que el rodaje tuvo que ser bastante intenso, más si cabe aún con no-actores, cuya historia traspasaba la pantalla para ser personal. ¿Cuál es el momento o escena que más recuerdas?
La escena que para mí se ha convertido en una de las experiencias más intensas que he tenido mientras rodaba es la discusión con Marcela. De repente ahí pasó algo que no tenía que ver con el cine, sino que tenía que ver con un asunto íntimo y personal de Yanina Ávila, la no-actriz que encarnaba este papel. Para ella este momento fue como una especie de catarsis, y recuerdo quedarme temblando bastante tiempo porque hubo algo ahí, una fuerza o una energía que me atravesó profundamente.
“La familia como tal está en decadencia y hay que reinventarla para liberarnos de muchas cosas. Vendrán otros problemas, pero también da la libertad de crear como uno quiera.”
Dentro del elenco, como comentábamos, hay algunas personas que no son actores profesionales, ¿cómo fue trabajar con Yanina Ávila, el reverso exacto de tu personaje? ¿Construisteis vuestros personajes de manera paralela?
Yanina nunca se había enfrentado al cine, por lo que en su caso tuvo que trabajar previamente en entender lo que estaba haciendo. Tuvimos todos la suerte de contar con una coach que les ayudó a familiarizarse con el lenguaje cinematográfico, con lo que es contar una historia, y después con lo que es contener su propia angustia y desubicación.
Poco antes de rodar conversé con ella de forma más cercana, y me di cuenta de que tiene algo de actriz innata porque aprovechaba la herramienta que se le brindaba para expresar cosas que de otra manera no podía expresar. 
Si bien el filme –y especialmente tu personaje– intenta distanciarse del espectador dejando cuestiones abiertas para que él las complete, ¿qué tipo de huella o impresiones te gustaría dejar en su mente después de ver la película?
Creo que la película es una invitación a reflexionar sobre algunos temas que tienen que ver con el derecho a la maternidad, hasta dónde llega, la búsqueda personal e individual de cada uno, en cómo se ejerce el poder o no. Si consigue despertar algo de esto y sugiere, ya es mucho para una película.
¿Cómo definirías a Malena en tres palabras?
Malena es una mujer intuitiva, cabezota y perdida.
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Cuéntame un poco acerca de la experiencia de rodar en Argentina, país en el que has vivido durante tu infancia. ¿Conocías esta realidad o trabajar en esta película te ha ayudado a entenderla más de cerca?
La verdad es que no tenía ni idea de hasta qué punto existe todo este negocio de tráfico de bebés en el norte de Argentina. Es un problema real. Mientras rodábamos salían noticias constantemente y casos muy parecidos al que se trata en Una especie de familia. El cine tiene esa magia tan alucinante que te permite conocer lugares, gente, realidades, y para mí esta cuestión ha sido un descubrimiento.
Además, Misiones es un lugar muy particular porque si bien en un primer momento, por desconocimiento, puedes asociarlo a un lugar habitado por indígenas, cuando conoces el terreno encuentras un pueblo lleno de alemanes o croatas, hijos de emigrantes viviendo en medio de la selva. Hay una energía en ese lugar muy particular, y la experiencia fue muy intensa, ya que estuvimos rodando en un pueblo muy pequeño durante muchas semanas, con cortes de luz o agua. Es una realidad complicada, y los límites legales, bastante perversos.
Si bien el tema de los vientres de alquiler es contradictorio e incómodo, cargado de moral y ética, me gustaría conocer tu opinión y visión personal y si el filme ha cambiado tu manera de entenderlo.
Lo que este tema me genera son más preguntas que certezas, y tienen que ver con la preparación a todos los niveles para afrontar una situación como es la adopción. Habría que realizar un análisis muy amplio de la realidad interna y externa de cada uno, porque los casos son muchos y muy variados. Creo que hay gente que lo hace desde un lugar maravilloso y creo que hay gente que lo hace desde un lugar más cuestionable, que tiene que ver con la explotación.
Otra cosa que me parece muy interesante es el cuestionamiento de la familia tal y como la hemos entendido hasta ahora, y creo que eso es una realidad: la familia como tal está en decadencia y hay que reinventarla para liberarnos de muchas cosas. Vendrán otros problemas, pero también da la libertad de crear como uno quiera, con la estructura que uno quiera, algo que para mí es importante.
Has reconocido anteriormente que este ha sido uno de los papeles más difíciles de tu carrera, ¿qué otros retos te quedan por cumplir como actriz?
Ahora, lo que más me apetecería es hacer películas que no estuvieran tan pegadas a la realidad: terror, fantasía, acción o de heroínas. También me gustaría afrontar el trabajo en otras lenguas, algo que te obliga a ponerte en otro lugar y hacer otra investigación.
Una especie de familia se estrenará en los cines españoles este viernes 15 de diciembre.