La morriña es ese estado de melancolía tan típico de los gallegos, de quien está lejos de la tierra, del lugar en el que uno nace. Se suele ubicar como un sentimiento opuesto a la euforia. Pero en realidad, en esto último hay mucho que matizar. Porque en la morriña hay mucho de sombras pero también bastante luz. Todo esto lo sabe bien Alejandro Guillán, para el que mudarse de su Galicia natal y experimentar esa nostalgia de la tierra y del mar terminó convirtiéndose en el detonante para arrancar un proyecto que llevaba ya tiempo perfilando.
Así surge Baiuca, una propuesta que une música electrónica con sonidos y ritmos del folklore y la tradición gallega. “Baiuca significa ‘taberna’. Yo soy de Catoria y ahí hay una zona a la que llaman así, donde viven mis abuelos y donde nací”, explica Alex. Cuenta también que siempre intenta relacionar sus proyectos con una parte de su vida. Como en su anterior trabajo, por ejemplo, Alex Casanova, que tomaba el apellido de la familia de su padre, y desde el que proponía una electrónica pop fresca, más fácil y ligera.

Baiuca surge en un momento vital diferente para él. Alex cuenta que desear algo siempre le resulta una buena fuente de inspiración. Su proyecto anterior surgió cuando vivía en Santiago, tan bonita pero tan gris, con su lluvia eterna. Tiene sentido que todo tomara entonces aires más cálidos, que evocaban a la playa y al sol. Después de eso, cambió Galicia por Madrid. Y entonces nació Baiuca. En sus composiciones podemos encontrar temas más cercanos al techno oscuro y pesado, como Muiño, y otros más ligeros y luminosos, como Muñeira. Pero a pesar de esta variedad, todos siguen el mismo estilo característico y personal. Un sonido compacto, bien definido. Crudo pero elegante a la vez.

Este afán por unir sonidos tradicionales y vanguardia electrónica hace tiempo que viene siendo una fuente de innovación. Una cosa se nutre de la otra y de la mezcla resultan propuestas muy particulares y ricas que, a pesar de partir de la misma idea base, cada una toma formas diferentes. Por ejemplo, Fatima Al Qadiri, que ya desde su genial Asiatisch viene trabajando esta mezcla entre tradición oriental y diferentes corrientes y sonidos electrónicos. En esta línea, más nombres como Peter Power, R. Vincenzo, Thomash, Satori, Nicolas Jaar, Nicola Cruz, etc. También en España encontramos propuestas, cada una en su estilo, como El Guincho o Niño de Elche.

Sin embargo, nadie había conseguido defender un proyecto de estas características que utilizara el folklore gallego como base. Y pensándolo ahora, era un hueco que estaba pidiendo ser llenado. La música tradicional en Galicia tiene una parte oscura que convive con lo festivo y la celebración, algo que hila a la perfección con casi toda la electrónica (industrial, techno, etc.), y además es un buen lugar desde el que experimentar. Aunque no era nada sencillo. Como explica Alex, “la clave es dar con tu mezcla perfecta: cincuenta por ciento tradición, y cincuenta vanguardia”. Y parece que Baiuca, y el propio Alex, han encontrado su punto de equilibrio. Un lugar desde el que crear y explorar. Y desde el que ahora se mueve cómodo.
Baiuca Metalmagazine 2.jpg
Antes de empezar con este proyecto venías de hacer tu música como Alex Casanova y era algo muy diferente. Entonces te marchas a Madrid y comienzas Baiuca, y en cuanto a sonido, desde luego, fue romper bastante con todo lo que venías haciendo, ¿no?
En realidad, todo surgió porque quería relacionar una parte de mi vida, cuando era más joven y tocaba la gaita, con lo que fui aprendiendo después. La música electrónica, los sintetizadores… todo lo que venía haciendo con Alex Casanova. Esa relación siempre estuvo ahí y la idea de probar esa fusión venía de atrás. Después de mi disco como Alex Casanova necesitaba sacar ciertas cosas que no había hecho hasta entonces. En principio me lo planteaba como algo residual, donde pudiera hacer cosas más experimentales. Nunca pensé que iba a ser tan importante para mí. Y ya ves, al final ha ido cogiendo peso y ahora se ha vuelto mi principal proyecto.
Como dices, la parte de electrónica ya la venías trabajando desde antes, pero una parte fundamental de este proyecto es ese sonido del folklore y de la tradición gallega. ¿Cómo fue el proceso de introducirte en toda esta otra parte que forma Baiuca?
En realidad, fue retomar ciertas cosas. Yo me vine a Madrid hace tres años y el verano en que me iba a ir decidí volver a los discos que estaban por mi casa porque ya me rondaba la idea de empezar un proyecto así en algún momento. Entonces me dediqué a escuchar un montón de música tradicional gallega y de folklore para ver qué podía sacar de ahí y qué sonidos me interesaban. Grabé las cosas que más me gustaban con la idea de algún día intentar hacer algo con eso.
Todo esto es muy diferente a lo que habías producido hasta el momento. A la hora de crear, ¿te sientes igual de cómodo por estos nuevos terrenos? Abordar temas tradicionales siempre parece dar algo más de respeto...
Alex Casanova era muy diferente, un recorrido totalmente distinto. Era mi nombre, y también cantaba. Jugaba un poco a crear un personaje pero al final siempre te expones más. Con Baiuca parto primero de algo (una idea, una letra, una canción tradicional) y la verdad es que me siento muy cómodo. Es un proyecto que puedo defender con mucha facilidad y eso me demuestra que de verdad es lo quería hacer. Lo que tengo que hacer ahora.
Aun así, la propuesta es arriesgada. Antes ha habido algunos proyectos que han tratado de unir ambas cosas y ninguno ha sido muy destacable. Hasta ahora parecía que las dos cosas no terminaban de encajar. ¿Qué crees que fallaba?
Creo que lo complicado es encontrar el punto donde haya un equilibrio entre ambas partes. En realidad, esto depende mucho de cada uno. Del gusto personal, del tipo de sonido que quieras meter, etc. Para mí, el proceso más complicado fue el principio, encontrar los puntos y las pautas de lo que quería hacer. Marcar los márgenes y decir, “Este sonido puede llegar hasta aquí”. La agresividad de los sonidos, los timbres… encontrar la fuerza que le quieres dar y los ritmos. Crear tu librería de sonidos y dar con tu mezcla perfecta. Cincuenta por ciento folklore, cincuenta por ciento electrónica.
Es verdad que ha habido gente que lo ha intentado y al final no cuajó. Creo que muchas veces eran proyectos que tenían demasiado folklore y unos toques de electrónica o en realidad hacían electrónica a la que simplemente metían algo de folklore. Yo creo que lo que ha pasado en Galicia es que nadie se había planteado crear un proyecto que fuera justo mitad y mitad.
El punto justo entre folklore y electrónica, pero también entre luces y sombras. Porque Baiuca tiene un punto bastante oscuro. Y a la vez es muy bailable. Todo esto en realidad creo que está muy en sintonía con el espíritu de la Galicia tradicional. Alegre y festiva pero siempre con ese regusto de oscuridad. La melancolía, esa morriña tan típica de la tierra.
Sí, creo que todo esto forma parte de nuestro espíritu. Ese humor tan particular que tenemos. Galicia es un sitio que tiene mucho de todo y es muy diferente si estás en la costa o en el centro, en el norte o en el sur. Pero todo flota de una forma determinada. En Baiuca también intento que sea así. Reflejar un poco todo esto.
Supongo que por esto también tiene sentido que el proyecto tomara forma una vez te fuiste de Galicia, ¿no? En alguno de tus temas, los coros dicen “Ninguén sabe de morriña ata que escapa do mar”. Tú te fuiste y entonces comenzó Baiuca.
Muchas veces, en mi forma de componer necesito un poco de dolor. Para mí salir de Galicia fue duro. Yo estaba acostumbrado a tener el mar cerca –es algo que me relaja y me ayuda a nivelarme. Eso es algo que en Madrid me falta y al principio lo notaba muchísimo. Al final, todas estas cosas me ayudaron a componer y a tener algo que expresar. Si este disco lo hubiese hecho en Galicia no hubiera quedado igual. No sé qué hubiera salido de ahí, pero algo totalmente diferente, eso seguro.
Baiuca Metalmagazine 3.jpg
Al final parece que te acostumbraste a Madrid, ¿no?
Sí, sigo por aquí y la verdad es que ahora me encuentro bastante cómodo. Es un sitio central que te permite ciertas facilidades, como a la hora de viajar, por ejemplo. Sigo echando mucho de menos Galicia pero lo bueno también ha sido que este año con Baiuca he estado yendo y viniendo, dando conciertos casi todas las semanas.
Para el público gallego (o familiarizado con esta cultura) tus canciones enseguida remiten a todo esto que estamos comentando y golpean fuerte desde la primera escucha. Pero, ¿qué hay de la gente que es ajena a todo este universo? En Madrid, por ejemplo, ¿piensas que igualmente pueden empatizar fácilmente con el proyecto?
Esa era una de mis dudas al principio –si la gente de fuera de Galicia se interesaría por el proyecto. Pero la verdad es que está funcionando muy bien en ese sentido. Al final, en la Península Ibérica hay mucha conexión entre culturas. Es cierto que la tradición gallega es muy diferente a la que hay en otros puntos, pero esas conexiones, de alguna manera, siempre están. Lo mismo que cuando escuchas la música de otras partes del mundo como Irlanda, Escocia o Latinoamérica.
Lo cierto es que tus directos, por ejemplo, introducen muy bien al público en todo este mood. Lo viví en mi propia piel en tu concierto en el club Alevosía, en Madrid, como parte del 981 Heritage. Como dices, todo flota de una forma determinada. Y creo que esto es así seas de Galicia o de cualquier otro lugar. Se crea una atmósfera muy especial y envolvente. En esto, los visuales que te acompañan juegan un papel importante.
Sí, Adrián Canoura es quien se encarga de toda la parte visual. Los dos tenemos muchos puntos en común y entendemos igual la tradición y en qué sentido innovar. Nos conocemos ya desde hace años, un día le pasé las canciones, le gustaron y salió de él mismo empezar a hacer cosas. Ahí me di cuenta de que tenía que ser una parte importante del proyecto. Él hizo el diseño del disco, está haciendo los vídeos y también el directo. En definitiva, todo el universo visual de Baiuca a día de hoy, es cosa suya.
¿Qué planes de futuro a corto plazo contemplas para Baiuca?
Acabamos de sacar un single hace unos días, Olvídame, que va a formar parte del EP que sacaremos el año que viene con Raso Estudio. Aparte de esto, por el momento, acabamos el año en el Monkey Week. Estamos cerrando fechas ya de cara al año que viene. Y seguir componiendo. No estoy pensando en un nuevo disco grande pero sí en algún LP y algún single más el año que viene. Lo importante es eso, seguir tocando y no dejar de crear.
¿Podrías adelantarnos alguna cosa de ese nuevo EP?
El disco va a ser una colaboración con Aliboria, un grupo que hace música tradicional gallega –más o menos. Usan instrumentos tradicionales pero le dan una vuelta en algunos aspectos, como los ritmos. Como un grupo de pandereteiras pero con más instrumentos de percusión. La cabeza detrás de todo es Xosé Luis Romero. Nos conocimos un día y me pasó las pistas de las canciones de su disco para que hiciera lo que quisiera. De ahí salió Misturas, este nuevo EP de cinco temas del que forma parte también Olvídame. Eso será a principios de 2019 y la verdad es que estoy muy contento con el resultado.
Yo he oído por ahí que ya hay quien te considera el nuevo Carlos Nuñez de la electrónica…
(Risas) Bueno, Carlos Nuñez es un virtuoso y yo no tengo nada de virtuoso. Él marcó un punto de inflexión en la música gallega. Sería genial que algo así sucediera de nuevo. Creo que proyectos como Baiuca hacen que la gente se introduzca en una música que entre la gente joven a día de hoy se ha dejado un poco de lado. Desde hace ya un par de generaciones se ha desconectado del folklore y de la tradición. Por eso con propuestas como esta, que tratan estos tipos de música e innovan, podemos hacer que se vuelvan a enganchar. Y conseguir marcar otro punto de inflexión como lo hizo Carlos Nuñez en su momento. Esto sí estaría muy bien.