El gran volumen de locales comunes que existen hoy en día ha creado la necesidad de proponer algo distinto. Me gusta salir de lo cotidiano y he querido hacerlo uniendo en un mismo cóctel mis grandes pasiones: El arte, el té, y el reunir a gente. Añadir un espacio para la cocina bistró aumentó el reclamo.
Viajar me ha ayudado a formar este concepto. Tomé como referencia los salones de té chino, tan vinculados a la belleza y a la desconexión. También me fijé en el Soho neoyorquino, con esos amplios espacios naturalmente iluminados que fusionan conceptos. De París rescaté la gastronomía informal y el aburguesamiento, y en conjunto se ha creado un espacio en el que pintores, músicos, cabaret, gastronomía, té... conviven cada día. También contamos con CompArtte, una plataforma de crowfounding para que los mismos clientes propongan proyectos culturales, sociales y artísticos, y para darles difusión desde aquí.
Establecemos 15 minutos de silencio y concentración, que se rompen con música clásica en directo. Así, el sonido se percibe con más intensidad.
Nos gusta entusiasmar a los clientes, así que quizás de repente hay un recitador de poemas que va de mesa en mesa pronunciando sus versos. El resto de cosas, hay que venir a verlas...
Se ha creado como punto de encuentro y de promoción de la cultura y la creatividad, conformando un espacio que permita viajar sin moverse de Barcelona.
Tras negociar con ocho arquitectos distintos, me encontré con él. Fue el único que supo interpretar la idea de un espacio luminoso y atractivo, cálido y acogedor, a pesar de las dimensiones del lugar.
Proponemos platos suaves con ingredientes naturales y ecológicos que van en sintonía con el entorno.
Es un escaparate para dar cobertura a artistas, una pared de 5x5 metros que cada dos meses pinta un creador diferente, en vivo. Le cedemos el espacio gratuitamente y hacemos eco de sus propuestas.
Tenemos unos parámetros de calidad y a la vez buscamos que sean originales e innovadores. Contamos tanto con talentos reconocidos, como La Shica o Pau Riba, y alternativas emergentes como Mario Harper, una propuesta indie-folk muy interesante.
Es cierto que todavía falta un poco de interés por la cultura y hace falta motivar más a los jóvenes en este ámbito, por eso creí que instalar Artte en el centro de Barcelona podía ser una vía de acceso al talento.
Todo el mundo debe tener derecho a acceder a la cultura sin vaciar su bolsillo. No digo que toda la cultura sea gratuita, porque no se puede seguir infravalorando a los artistas. Hay que darles el espacio que se merecen.
Allí se consume más. Cuando eso ocurre, las alternativas se diversifican, el presupuesto aumenta y se puede ampliar el acceso gratuito. Es una rueda. Ahora mismo, aquí no se puede vivir del arte, pero sí favorecer el acercamiento con la gente para que su interés pueda desarrollarse más.
El té es como el vino. Cuando tomas uno bueno, inesperadamente haces un pequeño viaje gracias a lo que te inspira, y eso es algo creativo. Un té no puedes tomártelo corriendo como un café, es como un ritual. Tu mente se tranquiliza y es cuando puede aflorar toda la creatividad.
Estuve en el sur de India y probé un chai exquisito. Traje conmigo la idea y ahora lo hacemos nosotros mismos en Artte con un toque personal, leche de avena.
Pues al abrir Artte, me ha sorprendido gratamente que en nuestro local el té se consume igual que el café... Pero es cierto que estamos por debajo de otros países.
No lo afirmaría, pero una cosa puede llevar a la otra. Para mí tiene sentido que el té empuje a la creatividad, porque el momento de desconexión que aporta esta bebida puede servir para desarrollar la imaginación y potenciarla.









