En su taller, en pleno Eixample barcelonés, Andrea Viêntëc elabora artesanalmente sombreros y otro tipo de accesorios que define como “objetos colgantes”. Ella misma se define como sombrerera, pero su formación y bagaje como artista, además de diversas fuentes de inspiración como la performance o la literatura, se cuelan con fuerza entre sus creaciones. De hecho, su trabajo se articula en gran medida en función de proyectos y colaboraciones que disfruta haciendo junto con otros diseñadores y artistas. Los sombreros de Andrea están a medio camino entre la moda y el arte, lo cual los convierten sin duda en prendas que van más allá de ser un simple complemento y que, en sus propias palabras, forman parte de un imaginario que ella propone.
Aunque lleva desde 2011 en el mundo del diseño, ha sido recientemente, en 2013, cuando empieza como Andrea Viêntëc tras hacer un rebranding de la marca en el que también ha colaborado la ilustradora Miju Lee. A la espera del lanzamiento de su tienda online, sus productos se pueden adquirir en la tienda Colmillo de Morsa, en Barcelona, además de contactando con ella a través de su página web o vía Facebook.
¿Cómo comienza tu interés por los sombreros?
Tengo formación de artista visual y de moda, sobre todo de artista visual, y siempre he mezclado la parte textil con la escultura por un afán de unificarlo todo. Fue un poco accidental lo de los sombreros... Una amiga diseñadora me convenció para ir a estudiar a Saint Martins con ella y ahí empezó mi interés por la sombrerería, en Londres.
¿Qué parte disfrutas más del proceso de elaboración de cada sombrero?
La producción la disfruto mucho, el contacto con el material. Parto de un boceto, de inspiraciones iniciales, pero luego cuando te pones a trabajar siempre surgen accidentes, ideas nuevas que te sugiere el propio material y como responde a la técnica que le aplicas... Me gusta vivir eso. Intento controlar del todo la técnica y el material pero a veces se subleva un poco. El otro día tenía un encargo para un artista, escogí un fieltro con una tintada muy fuerte, el material no era muy agradable de trabajar y le iba contando por teléfono “hoy la batalla la ganó el material”. Finalmente la gané yo, pude acabar el sombrero, pero me gusta que no siempre sea fácil y previsible. No soy masoca pero me gustan los retos (risas).
¿Con qué materiales sueles trabajar? ¿Hay alguno que te guste en especial?
En invierno utilizo fieltro, lana fría, diferentes tipos de tejido. Para verano utilizo más paja y hoja de palma. Me gusta intercalarlos con otros materiales no tan usuales para sombrerería, como cerámica, juego con los pesos de la cerámica, vaciando las piezas o no... También para los sombreros duros, utilizo moldes ya hechos y los modifico, y ahí también investigo con el material. Trato de ponerme retos y ser arriesgada con el material: zarandearme, aprender del material, llevarlo al límite.
Ya que se trata de un trabajo muy escultórico, ¿cuáles son tus referentes dentro de las artes plásticas?
Bebo de muchos sitios, incluso de libros. Me fijo mucho en el folklore escandinavo y luego hago relecturas de eso. Me encanta Anish Kapoor, como entiende la forma, hace composiciones escultóricas pero es muy pictórico también; tengo como referente a Louise Bourgeois, me interesa el humor de David Shrigley, me inspira mucho Edward Gorey...
Son referentes muy diversos, ¿te influyen más que otros diseñadores de moda?
También me fijo en diseñadores de moda. Ahora estoy siguiendo mucho a Luis Manteiga. Sigo firmas muy consagradas de moda, pero cuando se arriesgan más. Me encanta Comme des Garçons, pero cuando hacen proyectos con compañías de danza, cuando se salen un poco de lo que normalmente hacen. De hecho, busco eso en mi proyecto, colaboraciones con diseñadores y artistas. No me importaría trabajar durante una temporada con personas de diferentes disciplinas artísticas.
Además de sombreros haces otro tipo de accesorios como collares, los cuales defines como “objetos colgantes”. ¿Te gustaría explorar más este otro tipo de complementos o, por el contrario, centrarte en los sombreros?
Lo que planteo es un imaginario. Sí que me enfoco en la sombrerería, pero nunca diría que soy joyera, sino que es algo que forma parte del imaginario que estoy proponiendo. He realizado colaboraciones haciendo escenografías de espectáculos y no soy escenógrafa. Aplico lo que sé al proyecto en el que esté trabajando.
Entonces más que por colecciones de verano o invierno te organizas por proyectos.
Sí, de hecho estoy con unas viseras que son un despropósito, porque... ¿una visera en invierno? (risas). Quería ver cómo se manifestaba el material.
¿Los modelos son unisex?
Cada vez intento que sean más unisex, aunque sí que hay piezas que van más a lo femenino, pero de una manera muy sutil. Intento que sea ponible tanto para chico como para chica. Exceptuando cuando trabajo con cerámica, que es claramente más femenino.
¿Cómo ves a la gente en relación a este tipo de sombreros? ¿Con qué reacciones te has encontrado?
Positiva. Creo que la gente se atreve cada vez más. Buscas construir tu identidad, al vestirte te estás manifestando de alguna manera, y cada vez buscas más ser tú, no seguir tanto la corriente. Igual no es una visión muy general, pero tampoco hay piezas mainstream... Entiendo que mi público no es el gran público. Intuyo un poco quién será, hago piezas que yo me pondría, empatizo mucho con ellos. Es alguien sensible. A menudo es gente que le interesa la moda pero que se quieren desmarcar un poco, que no buscan tendencias, sino algo especial. Creé otra marca con una diseñadora zapatos, Sara González, y la primera colaboración que hemos hecho juntas es el paradigma de lo que buscamos. Su marca es De Ubieta y la marca conjunta que hicimos es duOH (www.somosduoh.tumblr.com). En nuestro primer proyecto, Deshielo, colaboramos con un fotógrafo que nos gustaba mucho, Juantxo Agudo, y con la ilustradora Miju Lee. Nos quedamos todos con muy buen sabor de boca y quedó un proyecto redondo. Por lo tanto, no es que el producto se venda por sí solo, pero le interesa a gente muy concreta.
¿Hay algún modelo que hayas hecho al que le tengas especial cariño o que creas que puede definir a la marca?
Igual más que un producto, sería una sesión que hice con la fotógrafa Ilaria Mauro. Nos fuimos al bosque, cogimos piezas de un proyecto mío de perfomance, y en vez de trabajar con una modelo para las fotos, trabajamos con una performer. Creo que esa sesión define bastante el imaginario que propongo, porque estaba llena de despropósitos. Proponíamos un lugar un tanto tenebroso que creaba atracción y rechazo a la vez. Busco un poco esa sensación. Lo llamamos A Tale of Pillow Whistles, que es como “Un cuento de silbidos encojinados”.
¿Qué metas tienes para la marca, o para ti misma en relación a la marca?
Tengo pensadas varias personas con las que me gustaría trabajar en un futuro no muy lejano y estoy intentando hacer la marca más sólida, que mi trabajo se pueda sustentar, que cada vez sea más factible vivir solo de esto. Igual todo se resumiría en lo que estoy trabajando ahora: organizarme mejor, dedicarle más tiempo a la parte burocrática y que la marca sea más rentable.
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