Procedente del mundo de la moda, Isabel Uribe no dudó un momento cuando se le presentó la oportunidad de dejar las telas y emprender un viaje hacia materiales más suntuosos. Pero lo hizo sin alejarse del diseño, que siempre ha sido su verdadera vocación. Después de formarse en diferentes empresas del sector del lujo, optó finalmente por crear su propia marca de joyas, Aloló. En la primera colección, acertadamente bautizada como Génesis, encontramos piezas de inspiración vanguardista y formas orgánicas que nos remiten al art nouveau. Se podría decir que Aloló hace una revisión de los clásicos para transmitir sofisticación, elegancia y fuerza. Y es que, como ella misma reconoce, su inspiración bebe en parte del mundo cultural de principios del siglo XX. ¿Quizá por eso uno de los elementos fetiche de la marca sea la hormiga, también icono de los surrealistas? Ella misma nos lo explica en esta charla, en la que además conversamos sobre la tendencia unisex y la democratización de la joyería.
Empecemos por el principio. Tengo entendido que te formaste en diseño de moda, ¿cómo se te ocurrió adentrarte en el mundo de las joyas?
Mi profesión es diseñadora de moda, y siempre he estado vinculada al mundo textil. Mi carrera dio un giro cuando me ofrecieron un puesto como diseñadora de joyas dentro del departamento de accesorios de Carolina Herrera. A partir de ahí me enfoqué en el universo de la joyería, aunque tenía claro que mi vocación era el diseño. Desvincularme del textil fue una decisión arriesgada, pero creo en las oportunidades que surgen a lo largo de tu carrera, y decidí lanzarme. Después colaboré como freelance para diferentes empresas enfocadas en el sector lujo: en Milán para Larusmiani, y luego vinieron G-Star o Escada, entre otros. Una vez dentro del universo de la joyería, continué especializándome, y a día de hoy no lo cambio; así nació Aloló.
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Suele pasar que, en estos casos de profesiones relacionadas con oficios artesanos, hay siempre algún antecedente familiar o vínculo especial previo...
Bueno, parte de mi fijación viene de una figura familiar, mi tía. Ella fue una mujer elegante y con buen gusto. Recuerdo con mucho cariño su maleta-joyero, siempre jugaba con todo y acababa perdiendo la mitad de cosas (risas). A día de hoy es parte de mi herencia más preciada.
En tu primera colección, Génesis, hay presencia de elementos inspirados en la naturaleza que bien podrían haberse sacado del art nouveau. ¿Qué otras ideas has tenido en mente al desarrollar estas piezas?
Una parte de mi universo creativo viene del arte, de la música, de la moda y de los círculos intelectuales de principios de siglo, con sus personajes excéntricos, que son más que inspiradores.
Entre los que se podrían incluir Buñuel y Dalí, quienes también recurrieron a la hormiga como fuente de inspiración. ¿Por qué está tan presente este insecto en tus diseños?
Diseñando colecciones para una firma de lujo como freelance desarrollé una hormiga en oro blanco que empujaba un zafiro. Me sentí muy identificada con esa hormiga y su diseño, por mi ritmo y estilo de vida, así que lo guardé y entendí que sería el punto de partida el día que iniciara un proyecto personal. Por lo que la hormiga, curiosamente, se convierte en el elemento realista del proyecto y no en el surrealista, más allá de que mi universo creativo inspiracional pueda contener pinceladas o matices de esta corriente artística.
La hormiga parte como elemento insignia de la firma, y el resto de la colección viene por el estudio de este insecto, de su sistema de vida, trabajo y su fisionomía. La documentación fue muy curiosa, podríamos aprender mucho de ellas, incluso he llegado a tener hormigueros… La firma vino dada por el feeling identificativo que tuve con este insecto, que representa fuerza y perseverancia, dos cualidades personales en las que creo a la hora de desarrollar mi trabajo. 
"No creo que la joya en sí sea la que se ha democratizado, sino la palabra como tal. A todo se le llama joya... pero no todo lo es."
Plata, oro y mármol son los tres materiales insignia que utilizas en Génesis. ¿Por qué esta elección?
Desde el principio decidí que solo quería trabajar con materiales nobles. Aprendí, de la mano de joyeros, cómo se trabaja la materia y lo agradecida que puede llegar a ser si es de calidad noble. Fue un reto personal trabajar a este nivel, y así deseo que siga siendo.
¿Y hay algún material en concreto que te gustaría probar?
Me encantaría adentrarme en el universo de la gemología y trabajar con piedras preciosas.
Hoy en día, llevar joyas ya no es exclusivo de las mujeres, ¿crees que tus piezas podrían ser lucidas por hombres también? ¿Qué piensas de las últimas tendencias en moda unisex?
Sí, de hecho la campaña y el lookbook de Aloló están hechos con hombre y mujer, las piezas podrían ser llevadas por ambos y están diseñadas por y para los dos. También cuidé el enfoque con la propuesta de color: baños intencionados como el rodio y el rutenio, que son metales nobles, son detalles que ayudan a dar ambigüedad a una pieza. No creo tanto en la moda y en las tendencias, sino en el saber vestir y en el estilo. Hoy en día, cada vez más firmas se suman al carro del “todo lo vale” y de la ambigüedad. Es tendencia, por lo que igual que vino se irá, y así sucesivamente.
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El uso de las joyas se ha estandarizado, o democratizado, si me permites la expresión. ¿Qué papel crees que tienen las joyas hoy en día? ¿Es parte del día a día, o continúa significando algo exclusivo y sofisticado?
No creo que la joya en sí sea la que se ha democratizado, sino la palabra como tal. A todo se le llama joya... pero no todo lo es. Es cierto que estamos dentro de un mercado saturado a todos los niveles y ya no hay vuelta atrás. Por este motivo, existen firmas que desarrollan piezas de bisutería con apariencia de joya y sus precios permiten que puedan ser adquiridas por otro tipo de consumidor. También muchas firmas desarrollamos joyas que pueden ser denominadas wearables, pero el cliente final, evidentemente, es otro.
Eres diseñadora y además empresaria. ¿Cómo compatibilizas estas dos facetas?
Sinceramente, es complicado, por no decir una locura. Ahora mismo no hay otra opción y la única manera de sacar todo adelante es trabajar siendo constante. Espero, poco a poco, ir creciendo y llegar a formar un buen equipo. De hecho, el proyecto no habría sido posible sin la colaboración de amigos y profesionales que me han apoyado desde el principio y a quienes estoy muy agradecida.
Una curiosidad que tengo, ¿de dónde viene el nombre de tu marca, Aloló?
Es un apodo familiar, el día a día desde mi infancia en casa. Aún perdura, y con esa idea e ilusión decidí ponerle el nombre a la firma. La intención era hacer uso de una palabra con la que me sintiera identificada y pudiera madurar con el paso del tiempo, llegando a establecerse.
Ya para acabar, Isabel, ¿qué planes de futuro tienes para Aloló?
De momento me planteo el futuro a corto plazo, ir paso a paso. Afortunadamente la colección se encuentra expuesta en el showroom de Teresa Tarragó, en Madrid, y de manera inmediata comienzo a colaborar con un showroom de ventas en París, Le Boon, introduciendo la firma en el mercando internacional, y así comenzar a expandirnos. El objetivo es presentar colecciones cápsula con concepto y, en un futuro, colaborar con firmas de lujo diseñando para ellos colecciones de joyería.
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