Y es que el catalán, uno de los artistas fetiche del Festival de Cannes, donde ha presentado sus títulos anteriores e incluso se ha alzado con el Premio Especial del Jurado por Liberté, busca la originalidad por encima de todo. “Puedes hacer una película un poco maligna, cosa que ya es más original de lo que normalmente se ve”, dice. Considera que, en el cine contemporáneo actual, muchas de las producciones que se hacen “parecen un poco para niños”, evitando confrontar al espectador con situaciones incómodas, difíciles, o que le hagan pensar y reflexionar. “Buscan reaccionar inmediatamente cuando muchas películas requieren un esfuerzo para entenderlas. No me voy a poner al nivel de un idiota. Si la puede entender, es que me he puesto a su nivel. Es él el que debe sufrir esa impotencia e intentarlo”.