Supongo que en el mismo momento que comencé a dedicarme a la fotografía gastronómica. Lo que la gente denomina el “food porn” y las creaciones gastronómicas que yo realizo van siempre unidas de la mano. Al fin y al cabo, comemos con los ojos, a través de la vista se despiertan estímulos que podrían compararse con los puramente sexuales. La comida es sensual y gráfica, y jugar con los colores, las formas, los detalles, las luces y las sombras hacen de ésta un objeto de deseo.
La fruta, la verdura. La cantidad de colores, texturas y formas que nos ofrecen estos alimentos y las sensaciones que pueden provocar con solo mirarlas son incomparables al resto de alimentos.
Todo puede ser objeto de mi lente. Hay que saber sacar lo bello de cada ingrediente, de cada plato. Y saber crearlo para capturar la atención del espectador. Una fotografía tiene que causar sensaciones, tiene que hacer que la mires sin saber por qué, y atraparte dentro de ella. La inspiración es una pequeña parte, yo diría que es más creatividad y trabajo.
Para mi Food Porn es la excitación de los sentidos a través de la comida, es esa intencionalidad de que la comida provoque algo más que hambre en el espectador. Por lo tanto, cualquier manera en la que esto se pueda conseguir podría relacionarse con esta corriente.
A diferencia de otras disciplinas artísticas, la comida es algo que está presente en nuestras vidas, no podemos sobrevivir sin ella. Es por esto, por lo que provoca en nosotros instintos de lo más primarios y la razón por la que, en mi opinión, tiene tanto éxito.
Cada fotografía es y transmite algo diferente. No es la sensación en sí misma lo importante, si no el propio hecho de que haga sentir, que emocione, que excite.







