Agitado, turquesa, frío, en calma, gris, apacible, caliente, cristalino, tumultuoso. El mar puede ser y estar de muchas maneras, texturas, colores y estados de ánimo. Su complejidad es tal, y la fascinación que sentimos por él es tan natural, que desde que el hombre es hombre se le han dedicado cuadros, poemas, películas, canciones. Y también fragancias. El diseñador y artista japonés Issey Miyake, que mantiene una relación muy estrecha con el agua, lanza su perfume masculino L’Eau Super Majeure d’Issey, inspirado en “la madera decolorada por el sol y la sal marina”. 
Cuando se habla de Miyake, vanguardia e innovación son dos conceptos que vienen a la cabeza. ¿Quién no sabe cuán revolucionario fue (y todavía es, a día de hoy) el Pleats Please? ¿O cuando sacó su primera fragancia masculina, demasiado ‘femenina’ para los estándares de la época? Fiel a su estilo y personalidad, y gracias a los perfumistas Aurélien Guichard y Fabrice Pellegrin, ahora se aventura con una fragancia más oscura, potente, e intensa. L’Eau Super Majeure d’Issey supone una evolución respecto a L’Eau Majeure d’Issey, algo menos enérgica –aunque fresca y con el agua como protagonista principal, claro–, gracias a las notas y matices de pachulí, vainilla negra de Madagascar, esencia de salvia sclarea y romero, maderas ambarinas, cashmeran, haba tonka, y sal negra.

Con el agua como elemento principal, ¿qué mejor sitio para presentarlo que el restaurante Marea Alta de Barcelona? Situado en la planta más alta del Edicio Colón, en Drassanes, las vistas panorámicas que ofrece de la ciudad y, sobre todo, del mar, convierten el lugar en un emplazamiento único donde disfrutar de la frescura pero también la intensidad de L’Eau Super Majeure d’Issey: altura, belleza, calma, y la gama cromática de azules del cielo, el Mediterráneo, y el frasco de la fragancia (diseñado con gran maestría por Todd Bracher). ¿Qué más se puede pedir?

Allí, el fotógrafo Coke Bartrina ha presentado la campaña que ha hecho para el perfume de Miyake, que le ha llevado hasta Nazaré, en Portugal, donde tuvo la responsabilidad de retratar la considerada ola más grande del mundo. El escenario es único: cada año, centenares de personas viajan hasta la pequeña localidad costera para vivir en primera persona el poder arrollador del mar, ese que nos recuerda que la naturaleza es indomable.

Desde surfistas hasta curiosos, y sin olvidar los vecinos del pueblo y los amantes del mar, Nazaré se llena, durante unos días, de esa emoción (e incluso morbo) de ver algo único, poderoso, irrepetible, incontrolable. Así lo plasma Coke en sus fotos (convertidas en una instalación efímera en el restaurante gracias a Cobalto Studio), donde la dureza y rugosidad de las rocas contrasta con el fluir incesante del agua, que se mueve del gris al verdoso, y que a veces muestra su cara más amable, con espuma burbujeante de un blanco puro, u otra más agresiva, en la que las olas chocan las unas con las otras como si de una pelea entre hermanos se tratara.

Pero es que así es, precisamente, L’Eau Super Majeure d’Issey: fresca y ligera como el agua, pero intensa y oscura como las profundidades del mar. Un contraste que sorprende y que enamora, y que de bien seguro se convertirá en algo tan esencial y elemental como el agua en si para todo aquel que lo huela.
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