Los manteros son protagonistas en las grandes ciudades de escenas de persecución, pero ha llegado la hora de cambiar esa idea que tenemos de ellos, cambiar los conceptos a los que se les asocia. Por eso, han entrado de puntillas pero firmes en el mundo de la moda. Top Manta, su marca, es la manera de defenderse, de cambiar nuestra mentalidad, de mostrar que también son gente creativa, con cultura, con historias. Su objetivo es evidenciar que no hay seres humanos ilegales, sino leyes inhumanas. Y no están solos, medios como PlayGround, a través de su departamento de impacto social PlayGround Do, y artistas como Brisa Fenoy, están ahí para apoyarles. Su presentación en sociedad fue hace cosa de un mes; queda mucho por hacer, sí, pero haber llegado hasta aquí es todo un logro.
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El lenguaje tiene tanto poder y determina tan bien nuestro pensamiento y nuestras actitudes que no es casualidad que los significados cambien en cada época. Según la historia, una manera efectiva de cambiarlos es asociar términos a sensaciones o recuerdos positivos, optimistas, y así lo que antes era peyorativo, llegue a ser digno. En occidente asociamos el top manta o los manteros con delincuencia y pobreza, y ni siquiera, sea culpa de quien sea, se les da una oportunidad. Pero, por qué. ¿Por qué no podrían estar asociados también con otros conceptos como la creatividad, el valor o el talento? Básicamente porque no somos capaces de ver más allá de esa masa informe, ese grupo anónimo que se aposta en las aceras tras una manta repleta de artículos, sean cuales sean. Pero, ¿qué hay de las personas? ¿Nos preocupamos acaso por conocerles, por saber su historia, lo que les ha llevado hasta ahí?
Muchos integrantes del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona, coinciden en que vinieron a España a desempeñar su oficio o mejorarlo. Así que no, no vienen a pasar más de quince horas vendiendo productos falsificados en la calle, pendientes de que la policía no les detenga y les confisque la mercancía. Hablamos con Aziz Faye, cofundador y portavoz del sindicato, Aziz quería trabajar en campos, aunque antes lo deportaron dos veces y estuvo más de cuarenta días en el CIE de las Islas Canarias. Ante la incertidumbre, pidió consejo a otros chicos de la calle y le dijeron que lo que menos problemas le daría sería la venta ambulante.
La mayoría de ellos se ve envuelto en un ambiente de delincuencia con el que no contaban. Lamine Sarr, otro de los cofundadores, dice que quienes están en África creen que Europa es un paraíso y “si no explicas la realidad que estás viviendo, ellos tienen esperanza”. Pero tampoco quiere preocupar a su familia o abandonar sus sueños. Si él contara, por ejemplo, cuando la policía se presentó en su casa creyendo que él y sus compañeros pertenecían a una banda criminal, su familia le hubiera pedido que volviera y eso hubiera significado renunciar a sus sueños.
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Tras varias detenciones, cansancio acumulado y un poco resignados, unos cuantos manteros decidieron fundar el sindicato para reunirse y organizar protestas. Tenían que mostrar de alguna manera sus valores, sus ideas, su creatividad y su ambición. Faye vio que la gente tenía reparos para unirse a las manifestaciones porque no se sentía identificada con la lucha mantera. Así que, de la misma manera que los chicos llevan camisetas con un gran ‘Feminist’ en el pecho para manifestar que están tan cabreados como nosotras, ¿por qué no una prenda para apoyar a otro colectivo que creemos que vive una situación injusta, aunque no compartamos desdichas ni experiencias?
Crear una marca como Top Manta tenía que servir de altavoz para reivindicar su talento y eliminar prejuicios. Con la noticia, removieron las agendas de los medios de comunicación y generaron todo tipo de reacciones. Entre ellas, la admiración del medio digital PlayGround. Alba Muñoz, periodista, fue a conocer a los creadores de tal genialidad, de ese “gran hack que supone que la venta ambulante hable en términos capitalistas”, y PlayGround Do –su departamento de impacto social– apoyó la idea sin dudarlo dando herramientas suficientes a los miembros del colectivo, para avanzar en su proyecto.
Ser un engranaje del sistema capitalista no tiene que significar caer rendidos ante él. Laia Miret, directora del departamento de arte de PlayGround, cree que “no tienen que perder este sentimiento de comunidad” y que el dinero recaudado tendría que servir para mejorar la calidad de vida del colectivo, algo que comparten los manteros, no solo la actividad comercial. Lo más importante del proyecto, dice Laia, es que “no buscan salir de su situación tan solo con la crítica, sino que plantean una solución que podría cambiar su vida para siempre”. Y añade: “Eso nos enseña que la creatividad sirve también para hacernos líderes y responsables, no víctimas”.
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Estos valores colaborativos se asientan en la base del comercio justo, asegurándose de que las condiciones de los trabajadores y trabajadoras que producen las prendas de algodón sean las adecuadas, y cumplen la norma internacional de procesamiento textil para fibras orgánicas. Las camisetas se venden en una local del Raval barcelonés, en el que también se organizan charlas, asesorías o debates sobre inmigración abiertos al público. De nuevo Laira Miret: “Lo más obvio era escoger un diseñador o diseñadora y plantear una colaboración”, pero era más interesante que “ellos aprendieran y volcaran sus sentimientos y experiencias en estas piezas tan relevantes para su marca”.
Lo primero que idearon fue el logo, formado por un cayuco y las olas del mar, y para la colección presentada a principios de abril diseñaron seis camisetas y dos sudaderas. Daouda Dieye, ex mantero y miembro del sindicato, remarca la importancia de este tipo de colaboraciones: “No necesitamos que nos den comida. Estamos fuertes para trabajar y conseguirla nosotros mismos. Lo que necesitamos es que nos den la oportunidad de aprender. Ayudar no es ir a África a salvarnos, es compartir las mismas ideas que nosotros y que la ayuda también beneficie a quien la aporta”, recuerda.
En todo este proceso, Miret ha aprendido que “la creatividad es un motor de cambio real”, y que los miembros de la comunidad mantera “se respetan y se ayudan entre ellos tomando decisiones juntos, siempre pensando en el bien y el progreso colectivo. Son una familia bonita. Ponen en evidencia valores que en la cultura occidental están un poco desdibujados.”
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Para cambiar las actitudes racistas las instituciones tienen que dejar de ser racistas, porque son un reflejo y un ejemplo de y para la sociedad. Dieye lamenta que “es fácil echar la culpa a la presa más débil”, en este caso, las personas sin papeles. Pero recuerda que la mercancía que ellos venden “la compramos en las zonas industriales de las ciudades. Si vender ese producto es ilegal, siempre digo lo mismo: España, de arriba abajo, es ilegal”. Se expresa sin pelos en la lengua: “Quien deja que entren las mercancías es el ministro del interior; quien deja que se vendan es el ministro de comercio. Si se refieren a nosotros como mafia, entonces el gobierno, la Generalitat o el ayuntamiento, forman parte de ella”.
Tras el éxito de su crowdfunding lanzado hace un par de meses, sus propósitos más inmediatos pasan consolidarse como cooperativa. Y por el camino ya están con algunos proyectos en marcha, como la producción del merchandising de Jericó, el single de Brisa Fenoy. Las camisetas incluyen el logo de Top Manta, y la recaudación de su venta irá destinada íntegramente al colectivo. 
Con Top Manta, la comunidad de manteros quiere empoderarse, cambiar el significado de estas dos palabras que hasta ahora les menospreciaba. Parece que van por el buen camino. Si llevas Top Manta #EresTop.
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